El Club de los Vándalos | Review

Jeff Nichols crea una mirada realista y detallada sobre lo que fue una subcultura de los moteros, personas perdidas en una sociedad que estaba viviendo un cambio. Jodie Comer, Austin Butler y Tom Hardy son simplemente magnéticos.
El Club de los Vándalos (2024)
Puntuación: ★★★★
Dirección: Jeff Nichols
Reparto:  Jodie Comer, Austin Butler, Tom Hardy, Michael Shannon, Mike Faist, Toby Wallace, Norman Reedus, Karl Glusman, Boyd Holbrook y Emory Cohen
Estreno en cines
 

Jeff Nichols crea un relato desbordante y desmesurado, de los días de gloria de una banda de motociclistas del Medio Oeste a finales de los años 60 y principios de los 70, su reflejo camina entre una nube de vapores de gasolina, sudor y actitud arrogante. Inspirada en las fotografías en blanco y negro de Danny Lyons, la película ofrece una mirada íntima a un grupo de personas que vivieron en una sociedad que se enfrentaba a una serie de cambios. Una visión vívida y detallada de lo que fue esta subcultura poblada por almas perdidas.

Para lograr esa mirada Nichols nos ofrece como guía a Kathy (Jodie Comer), la esposa del melancólico y chico malo llamado Benny (Austin Butler, que carga una energía muy James Dean) que se ve relegada a un distante segundo lugar detrás de la vida de motociclista y del mentor de Benny, el líder de la manada Johnny (Tom Hardy). 

Es claro que decir que El Club de los Vándalos bebe o rinde homenaje a filmes que trata estos temas como lo fueron The Wild One y Easy Rider (Incluso se mencionan dentro de la película), incluso se puede decir que tiene elementos de la popular serie moderna Sons of Anarchy; pero la cinta de Nichols, no solo se queda en eso, sino que también aporta una textura y una sofisticación a su enfoque que ha faltado en las películas del pasado. Es un equilibrio delicado entre criticar el machismo empapado de testosterona del mundo de los motociclistas, pero sentirse profundamente enamorado de él, aquí Nichols se las arregla para lograr ese punto.

Pero nada de eso funciona sin unas actuaciones sólidas; aunque es Comer la que te atrapa, ya que aporta un ingenio atrevido y un coraje duro al personaje de Kathy, no por nada el cineasta coloca a la mujer en el centro de la historia de la banda de motociclistas de Chicago The Vandals, ficticia (pero inspirada en hechos reales). Kathy es al mismo tiempo una persona que forma parte de la banda (su relación con Benny la ha convertido en “uno ellos”) y, como mujer, una eterna marginada. La película utiliza el recurso de las fotografías y entrevistas de Danny Lyons (Mike Faist) para captar la voz de Kathy para ir uniendo las piezas del relato.

El primer encuentro de Kathy con la pandilla se produce en un bar de mala muerte en el que ha quedado con una amiga. Los hombres le repelen, le dan manotazos, le lanzan miradas hambrientas y unas cuantas risas. Pero Benny, con sus movimientos relajados, la fascina, a pesar de su buen juicio y de algunas advertencias de su amiga. Convencen a Kathy de que se suba a la parte trasera de la moto de Benny. Ella se pone nerviosa. Y también lo está el público, gracias a un diseño de sonido tan contundente que es como estar atrapado en el carburador de una Harley Davidson. El uso del sonido y una banda sonora de David Wingo son las armas secretas de la película.

El filme busca reflexionar sobre las decisiones de este grupo de personas que buscaban una idea de una libertad absoluta que es lo que viene a representar las motocicletas, y la cinta las pone de una manera seductora, pero incluso bajo esa reflexión que intenta indagar, Nichols plantea que esa libertad absoluta era solo un mito, ya que al vivir bajo este grupo la libertad se iba perdiendo como vemos hacia el acto final de la trama, o incluso como lo ve Johnny, quien funda el club inspirado en la cinta de Brando, pero poco a poco descubre que ser líder es un papel que cansa y que no tiene esa “libertad” que él pensaba. 

Cada uno de los personajes están marcados por esas ideas de libertad y escapismo, Kathy se siente atraída por el peligro y el salvajismo de la naturaleza de Benny, pero luego se da cuenta de que esas son las mismas cualidades que lo convierten en el peor de los maridos. El chico (Toby Wallace) ve en la cultura de los motociclistas un medio para escapar de la violencia de su vida familiar, pero no hay moto lo suficientemente rápida como para superar el salvaje legado de su educación. Y Benny, el que más se acerca a este ideal mítico de libertad de todos ellos, tiene las cicatrices físicas y emocionales que carga y no sabe como lidiar con ellas.

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