Joel Edgerton interpreta a un hombre que busca redención y la expiación de sus culpas en lo nuevo del director Paul Schrader El maestro jardinero.
El Maestro Jardinero (2022)
Puntuación: ★★★½
Dirección: Paul Schrader
Reparto: Joel Edgerton, Sigourney Weaver, Quintessa Swindell y Esai Morales
Disponible: VOD Google Play
Paul Schrader es un cineasta único en su especie, si se le puede decir de esa forma, esto debido a que ha hecho demasiadas películas tanto erráticas como impersonales en su larga carrera, algunas son obras artes y otras que ni él mismo se acuerda, entre todas ellas hay detalles que las hacen únicas, que cuando hace una película que es tan Schraderian como El maestro jardinero, no hay duda de su firma. El filme camina en las mismas líneas de First Reformed y The Card Counter, por lo cual muchos décimos que su nuevo trabajo confirma una trilogía; los tres filmes cuentan la historia de un hombre que busca de alguna manera una redención y todos son hombres solitarios con un pasado turbulento, que a través de una confrontación cuestionan su moral.
El maestro jardinero se aleja de los tonos elegantes de The Card Counter, para centrarse en las sorpresas narrativas y en las controversias, a las que Schrader le gusta jugar. Para ello, el veterano recurre a un tono dramáticamente envolvente sostenido con actuaciones sobresalientes, empezando con Joel Edgerton que es tentadoramente difícil de leer y pasando por una Sigourney Weaver en su momento más elevado.
Como la cinta sugiere, vamos a ver la historia de un hombre que es un jardinero, por lo cual la mayor parte del tiempo de la historia, estaremos en un jardín llamado Gracewood Gardens, una finca bellamente cultivada que rodea la mansión estilo plantación de la adinerada Norma Haverhill (Weaver), que es atendida por un equipo de jardinería dirigido por el maestro horticultor Narvel Roth (Edgerton). Este es un hombre taciturno, meticulosamente pulcro, reservado y pasa con sus manos metidas solemnemente en el mono. En las noches, pasa escribiendo sus ideas y memorias en un diario.
Narvel tiene una relación compleja con su jefa, que la llama cariñosamente ‘Sweet Pea’. Ella siente un gran afecto por él, de un tipo u otro, pero no hay duda de quién es la jefa y, aunque goza de cierto respeto como experto en artesanía, el estatus de Roth en la casa puede ser, en última instancia, un poco más alto que el del perro callejero al que todos le dicen ‘Perro del porche’. Un día, Norma le pide un favor a Roth, aunque en realidad es una orden expresada discretamente: tomar a su problemática sobrina nieta Maya (Swindell) como su aprendiz.
Maya es una joven mestiza de veintitantos años, a la que Norma deja sola para que aprenda su nuevo oficio en su propio tiempo y se vincule con Narvel, en una relación que inicialmente es cuasi paternal, pero pronto comienza a poner a prueba los límites profesionales. Mientras tanto, al igual que el personaje de Oscar Isaac en The Card Counter, Narvel vive encerrado en sí mismo y comienza a revelar un pasado más oscuro del que quizás no pueda escapar fácilmente, y solo lo conoce su contacto policial.
Como muchas otras películas de Schrader, esta es la historia de una redención problemática; en este caso, una que ya está en proceso, pero necesita un acto final radical para completarla. Sin embargo, Schrader lleva a la cinta al camino de un thriller, que involucra la expulsión de su protagonista del Edén de Gracewood para que se vaya a vivir al mundo exterior duró, toda una descarada metáfora bíblica que el director se burla de sus espectadores, ya que es todo un movimiento provocativo.
Por un lado, el secreto de Narvel es tan rotundamente inadmisible que uno podría sorprenderse tanto como Maya al descubrirlo, y para algunos espectadores, especialmente aquellos criados en la generación de cristal, podría estar fuera de discusión, pero lo que más va a sorprender y uno no espera que ocurra es la decisión de Maya. Pero entonces, entendemos el juego de Schrader, que lo que busca analizar es el concepto de lo que es la redención, que en algunos casos es una contradicción de la visión del mundo, mismo aspecto que puede llevar a debatir la diferencia de edad entre Narvel y Maya, ya que su relación se vuelve más íntima.
Edgerton ofrece una actuación extremadamente afinada, mientras que Weaver es fríamente imponente en su encarnación de la ‘gracia’; un privilegio construido sobre las injusticias estadounidenses históricas, como queda claro por los amargos indicios de desprecio racistas que emergen en su preocupación superficial y benévola por Maya. En cuanto al tema de la horticultura, como sabemos no estamos ante un director recién llegado y se nota que claramente ha investigado, como es la vida útil de las semillas hasta el mapa estadounidense de jardines elegantes.
Al final, a pesar de todas las provocaciones de Schrader, tanto serias como pícaras, el filme se sostiene como una pieza notablemente elegante y sutil, con una dinámica muy controlada, que te deja intrigado con su acto final.