Ellas Hablan | Review

Sarah Polley narra con maestría una importante película que cuenta la historia de una comunidad donde varias mujeres fueron golpeadas y violadas por culpa de las ideas patriarcales, dichas mujeres  debaten las repercusiones de la brutalidad que se les inflige.
Ellas Hablan (2022)
Puntuación: ★★★★½
Dirección: Sarah Polley
Reparto: Rooney Mara, Claire Foy, Ben Whishaw, Jessie Buckley, Frances McDormand, Judith Ivey, Sheila McCarthy y Michelle McLeod
Disponible: Estreno en cines

Un grupo de mujeres de una comunidad menonita se reúnen para tomar una decisión, luego de sufrir varios ataques violentos por parte de los hombres del lugar. Ellas hablan, es un drama enfocado y contundente sobre dicha comunidad, donde las mujeres viven en una estricta organización religiosa que se tambalea por casos de abusos sexuales que han sufrido. Adaptando la novela de Miriam Toews, la escritora y directora Sarah Polley no ofrece una catarsis fácil o simplista, sino que busca profundizar en las emociones encontradas que sienten estas madres e hijas, que están cansadas del maltrato pero divididas sobre cómo responder, ya que todo su mundo viene arraigado por la fe y el patriarcado. 

Ambientada en 2010 e inspirada en un caso real de una comunidad menonita, Ellas Hablan se desarrolla principalmente en un granero en algún lugar de una zona rural de los Estados Unidos, donde varias generaciones de mujeres se reúnen para discutir una ola de abusos que vivido en los últimos tiempos, pero el debate parte desde muchos aspectos y solo tienen tres opciones  ¿deberían quedarse y perdonar? ¿quedarse y luchar? o ¿deberían irse? Las mujeres debaten el asunto ferozmente, algunas  Mariche (Buckley) insisten en que deben quedarse, mientras que otras como Salomé (Claire Foy) dicen que no deberían quedarse un día más.

Polley filma Ellas hablan en colores apagados, dando a las imágenes una crudeza casi gris, mostrándonos que está es una realidad triste y oscura, por lo cual las imágenes coinciden con el estado de ánimo, ya que las expresiones severas de las mujeres reflejan la situación desesperada en la que se encuentran. Su conversación tiene un suspenso adicional porque se lleva a cabo mientras los hombres están fuera brevemente, lo que le da al proceso una urgencia a contra reloj.

Aquí la puesta en escena es íntima, ocasionalmente se siente claustrofóbica, y presenta posibles obstáculos narrativos, pero Polley no recurre a ubicaciones de cámara llamativas o cortes rápidos para insertar dinamismo artificial. Ella simplemente confía en su elenco, que incluye a Frances McDormand (también productora) como una matriarca severa que está totalmente en contra de que las mujeres se vayan: después de todo, según su religión, si no perdonan a sus agresores, se les negará la entrada a la Cielo, lo cual genera un debate muy fuerte sobre la religión, el perdón y como debemos darlo.

Lo más interesante del filme es que el material respeta los diferentes puntos de vista de los personajes, así mismo analiza cómo su educación conservadora en esta comunidad enclaustrada ha dado forma a sus pensamientos, que incluso llegan a sentirse como soñadores. Polley logra un equilibrio complicado, condenando la perpetuación de la desigualdad de género por parte de la religión, al mismo tiempo la directora comprende cómo la fe verdadera puede ayudar a las personas a crear una sensación de gracia y comodidad en sus vidas.

Por otro lado, Polley inserta algunos flashbacks que brindan breves destellos de los abuso, sin ser gráficos o crudos, simplemente son recuerdos emocionales que ayudan a comprender mejor las conversaciones de las mujeres, este recurso no se siente incómodo ni mal ejecutado, más bien amplia e material. 

 La cinta también presenta una tentativa y triste historia de amor entre la vibrante y embarazada Ona (Rooney), que quiere huir, y August (Ben Whishaw); un maestro tímido cuya familia fue condenada al ostracismo hace años por razones turbias. De voz suave y dócil, August ha sido reclutado para tomar el acta de esta reunión de mujeres, pero su antiguo afecto por Ona comienza a aflorar, lo que lleva a una conmovedora resolución que sugiere que, incluso en un ambiente tan tóxico, genuinamente el amor todavía puede nacer en lugares oscuros. 

La música de la ganadora del Oscar Hildur Guonadottir ayuda a elevar las emociones de los personajes, en ningún momento está sobre la escena o encima de los diálogos, siempre está de fondo sin estorbar o subrayando lo que estamos viendo en imagen. 

Al final el filme de Polley es una exploración humana del por qué algunos sobrevivientes de abusos no siempre pueden simplemente “escapar” de sus abusadores; a menudo, las presiones sociales y culturales se convierten en factores que complican la situación, al mismo tiempo busca analizar la realidad de cada persona, como en este caso, estas mujeres incluso tienen que decidir si llevarse a sus hijos varones o solo a las niñas, o, también pregunta a qué edad los niños pasan del punto de ser hombres más si crecen en situaciones como está.

Cabe destacar las actuaciones, realmente todo el cast está tremendo, cada una de las actrices entregan un trabajo brillante, emocional y digno de premios, el trabajo del conjunto es intenso e ilustra una comunidad que oscila entre la rabia, el dolor y el entumecimiento por los horrores que han enfrentado. 

Al final, el filme reflexiona en la idea de la toma de decisiones, y claramente las conversaciones de las mujeres llegan a un punto de resolución donde el escapar puede ser tan difícil como quedarse, ahí es el debate más interesante de todo, pero lo que sí deja claro, es que el trauma sigue presente y que la religión en ocasiones complica el poder pensar. 

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