Bernardo Quesney crea una sátira que habla sobre la identidad chilena y la memoria histórica, protagonizada por Amparo Noguera y Catalina Saavedra.
Historia y geografía (2025)
Puntuación: ★★★½
Dirección: Bernardo Quesney
Reparto: Amparo Noguera, Catalina Saavedra, Steevens Benjamin, Paulina Urrutia y Pablo Schwarz
Disponible en Mubi
Lo nuevo de Bernardo Quesney Historia y geografía (2024), emerge como una propuesta cinematográfica que articula una crítica mordaz sobre la identidad nacional chilena, el mundo del arte y la persistente huella colonial en la memoria histórica. Protagonizada por Amparo Noguera y Catalina Saavedra, con la participación especial de Paulina Urrutia, la cinta emplea una estructura metateatral para examinar las tensiones entre pasado y presente, mientras desmenuza con ironía las aspiraciones y contradicciones de su protagonista.
La historia sigue a Gioconda Martínez (Amparo Noguera), una actriz televisiva cuya fama se circunscribe a su papel en la serie cómica Huachita, emitida en los años noventa. Buscando reivindicar su carrera y dotarla de un carácter más “serio”, Gioconda regresa a su ciudad natal, San Felipe, para montar una obra de teatro basada en La Araucana, el poema épico de Alonso de Ercilla que relata la conquista española y la resistencia mapuche. La elección del texto no es casual: la protagonista pretende enmarcar su producción dentro de una revisión crítica de la historia nacional, en un intento por conectar con el “Chile que cambia” y ser reconocida como una artista comprometida con su contexto sociopolítico.
Sin embargo, su retorno está marcado por desencuentros personales y profesionales. Su relación con su hermana Atenea (Catalina Saavedra) evidencia tensiones familiares latentes y cuestiona las verdaderas motivaciones detrás del regreso de Gioconda. Al mismo tiempo, su interacción con unos inmigrantes haitianos introduce una capa adicional de crítica, confrontando el progresismo superficial de la protagonista con la realidad de las minorías en Chile. La obra de teatro se convierte, entonces, en un reflejo de sus propias inseguridades y de la falta de un discurso coherente sobre la memoria histórica y la inclusión social.
Uno de los aspectos más atractivos del filme, es su uso del metateatro como recurso narrativo. La puesta en escena de La Araucana dentro de la película no solo funciona como una representación del fracaso artístico de Gioconda, sino que también pone en evidencia la manera en que el pasado colonial sigue vigente en el imaginario chileno. La relación entre conquistadores y pueblos originarios, lejos de ser un episodio superado, sigue permeando las discusiones sobre identidad nacional, multiculturalismo y exclusión social.
Quesney aprovecha esta premisa para satirizar tanto la industria cultural como la clase intelectual progresista, evidenciando sus contradicciones y limitaciones. La protagonista, en su afán por hacer un arte “trascendental”, reproduce discursos y prácticas que terminan alienando a las mismas personas que intenta representar. En este sentido, la película se inserta en una tradición de cine latinoamericano que cuestiona las narrativas dominantes sobre el pasado colonial y la herencia española, recordando obras como La teta asustada (2009) de Claudia Llosa o Zama (2017) de Lucrecia Martel.
Historia y geografía también formula preguntas sobre el papel del arte en la reconstrucción de la memoria histórica. A través del fracaso de Gioconda, el guion sugiere que la intención artística no es suficiente para lograr una reflexión crítica genuina. La impostura, el afán de reconocimiento y la falta de comprensión profunda del material que se pretende abordar pueden llevar a una reproducción de los mismos vicios que se intentan denunciar. En este sentido, la cinta no solo critica a su protagonista, sino que también invita al espectador a cuestionar cómo el arte puede ser instrumentalizado con fines personales y cómo la memoria histórica puede ser manipulada para encajar en narrativas convenientes.
Con una combinación de humor ácido, crítica social muy autoconsciente, Historia y geografía es una propuesta provocadora, especialmente del cine chileno reciente. Su capacidad para interrogar las contradicciones del progresismo, la industria cultural y la relación de un país con su pasado colonial la convierten en un ejercicio necesario de cuestionamiento. Además que Quesney, logra encontrar un equilibro entre la sátira con la reflexión, presentando una obra que no solo cuestiona el presente de Chile, sino que también problematiza su legado histórico y la forma en que este es reinterpretado en el arte y la sociedad contemporánea.