Virginie Efira y Melvil Poupaud protagonizan lo nuevo de Valérie Donzell, un drama doméstico sólido que a menudo es incómodamente tenso sobre la vida de una mujer que se casa con un hombre abusador.
Just the Two of Us (2023)
Puntuación: ★★★½
Dirección: Valérie Donzelli
Reparto: Virginie Efira, Melvil Poupaud, Dominique Reymond, Romane Bohringer y Virginie Ledoyen
**Vista en screening**
Just the Two of Us la nueva película de Valérie Donzelli, es una adaptación en colaboración con Audrey Diwan de la novela homónima de Éric Reinhardt, cuya trama gira en torno a la relación de abuso psicológico que sufre una mujer en su matrimonio; lo interesante aquí es la forma en que la historia te va mostrando la forma de control gradual que va ejerciendo el hombre sobre la mujer de una forma manipuladora y retorcida a lo largo de los años, creando una auténtica telaraña de la que es muy difícil escapar y que muchas veces termina incluso en feminicidio, toda una reflexión urgente y necesaria que la cinta plantea.
La conexión entre la maestra de escuela Blanche (Virginie Efira) y el afable banquero Grégoire (Melvil Poupaud) es instantánea e intensa. Apenas unas pocas citas después de la relación, él la presenta en broma a extraños como “su esposa”. Un embarazo, un matrimonio y una mudanza, desde su ciudad natal en Normandía a la ciudad de Metz, en el noreste de Francia, se suceden en rápida sucesión. Pero una vez que el impulso de su gran historia de amor disminuye, Grégoire comienza a mostrar otro aspecto de su personalidad: un lado controlador y autodestructivo. La serena y confiada Blanche se va debilitando y socavando poco a poco, demostrando una impotencia de la que cree que no puede escapar. Valérie Donzelli crea un drama doméstico sólido que a menudo es incómodamente tenso.
Just the Two of Us no es una película que explora nuevos territorios, ni adopta un enfoque engañoso o efectista para contar historias. Lo más parecido a un recurso formal es que Blanche narra su historia a un tercero, un abogado interpretado por Dominique Reymond, en escenas que marcan el cuerpo principal de la película. Pero, de hecho, este enfoque directo y lúcido funciona bien, y hay algo particularmente escalofriante en su postura práctica. Efira y Poupaud son la base central del filme, tanto que incluso su directora deja caer todo el peso del filme en ellos dos.
El filme inicia cuando conocemos a Blanche conversando con su hermana gemela Rose (Efira, con peluca) sobre no querer ir a una fiesta debido a que está procesando una ruptura reciente, pero al final la termina de convencer. Una vez allí, la chica busca un rincón con la esperanza de desaparecer. Pero Grégoire la ve… A pesar de sí misma, Blanche está encantada. La realización cinematográfica, sin embargo, da una nota de cautela: la partitura es reflexiva, un poco circunspecta. La luz carmesí que llena el encuadre podría ser un indicio de pasión. O podría insinuar un peligro. A Rose no le convence el nuevo amor de su hermana. Grégoire se da cuenta de sus miradas erizadas y sospechosas y no pierde oportunidad de sembrar subliminalmente una división entre las hermanas. “Una gemela siempre supera a la otra”, afirma con seguridad.
El primer indicio de que algo anda mal llega cuando Blanche y Grégoire se mudan debido a un traslado laboral de él. Por casualidad, Blanche se entera de que Grégoire mintió: no fue transferido, de hecho, él solicitó el traslado, lo que abre una brecha entre Blanche, su hermana y su madre. La casa, un edificio espacioso y diáfano de mediados de siglo, adquiere una personalidad diferente. La falta de puertas significa que Blanche no tiene dónde esconderse; la escalera serpenteante podría haber sido diseñada expresamente para acechar y escuchar a escondidas. Pero queda claro que incluso una casa sin puertas interiores puede convertirse en una especie de prisión.
Sin dudas lo mejor del filme es la forma en que nos va construyendo los patrones del abuso psicológico: Grégoire aísla a su esposa de sus amigos, de su familia e incluso de sus hijos; se presenta a sí mismo como una víctima; mientras tanto, Blanche se encuentra cargando con la culpa porque es más fácil hacerlo que enfrentar la incansable intimidación y crueldad de su marido. Pero entonces, en un momento de desafío, Blanche se conecta con un extraño en un sitio de encuentros sexuales. El sexo es liberador y sencillo, pero tiene un alto costo, uno que Blanche paga caro.
Efira es un titán en la forma que va mostrando los cambios de Blanche de ser una persona segura a perder todo eso, incluso a no lograr pensar debido al miedo que siente hacia su marido. La actriz logra darle al espectador todos los matices y gestos de como puede ser una mujer abusada psicológicamente. Estamos hablando de una de las mejores actuaciones del año.