Un intento cómico y provocador, que imagina una academia a lo Harry Potter, pero conformado por personas negras que falla abruptamente a la hora de construir sus propias reglas, mientras explora varios estereotipos sociales.
La Sociedad Americana de Negros Mágicos (2024)
Puntuación: ★ ★
Dirección: Kobi Libii
Reparto: Justice Smith, David Alan Grier, An-Li Bogan, Drew Tarver, Nicole Byer, Aisha Hinds y Rupert Friend
Disponible: Google VOD
La Sociedad Americana de Negros Mágicos, es la primera película del guionista y director Kobi Libii, cuya apuesta es un intento de fantasía provocador, cuyo desarrollo se basa en la idea, de que hay personas negras simplemente solitarias que existen para ayudar en el viaje de una persona blanca sin ninguna interioridad propia; dicho concepto es un término popularizado por Spike Lee para el tropo que se ha creado Hollywood en los últimos años. Entonces Libii en un tono satírico y ambicioso le da un giro bastante peculiar al literalizar eso en una sociedad secreta mágica donde personas negras equipadas con magia brindan “servicios al cliente” para ayudar el malestar de los blancos en nombre de la seguridad.
La cinta es una completa sátira racial, aspecto que no es fácil desarrollar, y Libii decide trabajar ese concepto como columna vertebral de su película, cosa que no le sale del todo bien, ya que no sabe como mover a sus personajes ni construir el mundo que habitan, al utilizar la fantasía de un mundo mágico para llevar ese objetivo, pero nunca crea reglas o cosas con sentido para que cuando llegue el mensaje que quiere decirnos tenga un mejor sentido, es por eso es que decimos que crear una película completamente bajo la idea de dar un sermón no es algo favorable y fácil de lograr, pese a las buenas intenciones.
La idea con la que parte la obra es interesante, y tiene piernas. Aren, encantadoramente interpretado por Justice Smith, es un artista en apuros en Los Ángeles. Es un chico inseguro, cuyas esculturas de hilo no se logran vender, y no sabe como vender su arte a las personas blancas que visitan la galería donde expone su trabajo. No es que se sienta incómodo con ellos, afirma: que su madre es blanca, y él creció con ellos, uno de los dos hechos biográficos que aprendemos sobre él. (La otra es que asistió a la Escuela de Diseño de Rhode Island, una prestigiosa escuela de arte de la costa este). Pero ha interiorizado tan profundamente la devaluación generalizada de las vidas de los negros que se manifiesta con una timidez personal.
Pero las cosas empiezan a cambiar después de que un amable camarero llamado Roger (David Alan Grier) se da cuenta de su inclinación, y lo lleva rápidamente a la sede de, sí, la Sociedad Estadounidense de Negros Mágicos, una sociedad secreta centenaria que brinda “servicios al cliente” a los blancos (amabilidad, consideración, sabiduría trillada, referencias a su sabia abuela negra) para mantener seguros a los negros. “Somos la vanguardia del descanso blanco”, le dice Roger a Aren, señalando que la provocación, la ira, la decepción o la angustia preceden a una reacción violenta. “Cuanto más felices sean ellos, más seguros estaremos nosotros”.
Las escenas introductorias a la academia, que tiene grandes pasillos con paneles de madera, llenos mesas con whisky son la sátira racial más divertida y elegante de la película, en parte porque es entretenido ver la impresionante presentación visual de Libii del polvo de hadas y las elegantes plumas de las franquicias de fantasía. (Harry Potter es, por supuesto, la referencia obvia). La directora de la sociedad (Aisha Hinds) invoca claros ataques al tropo mágico negro en películas de Hollywood elogiadas en el pasado: The Legend of Bagger Vance, The Green Mile, Driving Miss Daisy y, más recientemente, Where the Crawdad Sings – para instruir a los alumnos en el arte del comportamiento modesto que cae dentro de la delgada superposición entre “auténticamente negro” y “aceptable para los blancos”. La presidenta (Nicole Byer) explica las reglas: siempre ponga a su cliente primero, no sea que toda la sociedad pierda sus poderes; la falla resulta en un borrado de la memoria.
Luego de esa presentación, es claro que Aren ingresa a dicha sociedad, y es enviado a trabajar en una empresa de medios sociales simulada llamada MeetBox, pero antes de ir al trabajo tiene un divertido encuentro con una chica llamada Lizzie (An-Li Bogan) en una cafetería, que se la volverá a encontrar en la oficina donde le toca cumplir su misión. Desafortunadamente para Aren, Lizzie ha llamado la atención de su cliente Jason, un chico que es diseñador, interpretado por Drew Tarver.
Como era obvió, la relación que se va forjando entre Aren y Lizzie va a afectar directamente la capacidad de Aren para ayudar a Jason, y la cinta se vuelve en el drama, de triángulo amoroso, lo que hace que el material se vuelva bastante tediosa, y toda la emoción generada que era explorar esta sociedad mágica se corta rápidamente para seguir dicha historia de amor. De hecho, el debut de Libii comienza fuerte, jugando con el humor que inherentemente viene cuando los negros atienden cada movimiento de los blancos. Pero eso es todo lo que obtenemos cuando profundizamos en estos elementos y referencias mágicas, lo cual es, cuanto menos, decepcionante.
Si no fuera por la dulce química de Smith y Bogan, estaría dispuesto a descartar toda la película, ya que la cinta se aleja de lo que plantea, que es hablar de la fragilidad blanca, que lo poco que lo habla, lo hace con garbo e ingenio, pero no pertenece a esta sátira específica. Después de todo, cuando llega el momento de hacer afirmaciones audaces con ejemplos de respaldo, la película falla en casi todo momento. Incluso el emotivo monólogo final de Aren se siente como una evasión, especialmente después de haber estado sentado durante una hora en una comedia romántica. El momento llegó demasiado tarde y abarató el impacto que merecía.