El libro de las soluciones | Review

Gondry crea una comedia poco convencional sobre un director neurótico y deprimido que no logra hacer su nueva película, cuyo personaje interpretado fantásticamente por Pierre Niney como su alter ego, nos da varias pistas interesantes.
El Libro de las soluciones (2023)
Puntuación: ★★½
Dirección: Michel Gondry
Reparto: Pierre Niney, Blanche Gardin, Francoise Lebrun, Vincent Elbaz, Camille Rutherford, Frankie Wallach, Mourad Boudaoud y Sting
Disponible: Google VOD

Ocho años después de su último largometraje, Microbe et Gasoil, Michel Gondry regresa a la pantalla grande con una comedia poco convencional sobre un director neurótico y deprimido que no logra hacer su nueva película.  El libro de las soluciones es la precisa esencia del siempre inconformista director, que ha estado desaparecido en acción durante casi una década si hablamos de largometrajes, y es por eso que tal vez este nuevo filme contenga algunas pistas sobre lo que ha sido Gondry durante los últimos años, si tomamos en cuenta al director interpretado por el siempre fascinante Pierre Niney sea un alter ego del cineasta.

El Libro de las Soluciones se puede interpretar como una oda a las distracciones que nos hacen perder el tiempo en nuestros proyectos personales, una oda que sugiere que tal vez sea sobre el proceso creativo lo más interesante, que en las aburridas cosas terminadas, donde se puede encontrar el alma de un artista. Es también una película algo melancólica sobre un hombre frágil, que sufre de depresión, que se encuentra atrapado en un bucle, disculpándose continuamente con sus seres queridos sin poder controlar sus arrebatos

Todo comienza con una oleada de loca hilaridad cuando Marc, el personaje de Niney, y sus asistentes se apresuran a retirar los archivos sin editar de su última película de las oficinas de su productor. Debido a que el joven director por error decidió mostrar el producto sin terminar a los tipos del dinero, lo cual estos se horrorizaron y calificaron la película de “gris y fea”. El pequeño equipo, liderado en teoría por Marc, pero mantenido mayoritariamente unido por su sufrida editora Charlotte (Blanche Gardin), se traslada a la casa de la tía del este, Denise (Francoise Lebrun), en la boscosa región de Cevennes, en el centro de Francia. Es aquí donde Marc decide terminar la película, debido a que siente paz y tranquilidad, pero las cosas no serán así, ya que vaya a donde vaya, el colapso nervioso siempre estará en él, incluso tomando otros proyectos, como, por ejemplo, convirtiéndose en alcalde de la aldea local, cuyos habitantes lo aman porque una vez hizo un video con George Clooney.

Sin embargo, lejos de abrazar una visión romántica de la creatividad como un bien puro y sagrado, la película en realidad reconoce las demandas crueles e injustas que un artista puede cometer. Gran parte del humor de la película proviene del hecho de que, si bien Charlotte y Sylvia (Frankie Wallach) pueden encontrar las sugerencias de Marc malas o locas, aun así tienen que hacer lo que él les dice. Se nos permite compartir su desconcierto ante sus peticiones, siempre formuladas con el mismo tono de extrema urgencia, pero también su inesperada alegría cuando una de sus ideas realmente da frutos. Gondry se divierte mucho jugando, no solo con la variedad de la imaginación de Marc, sino también con nuestras expectativas de cómo podrían resultar las cosas: ¿podrá Marc grabar la partitura sin música escrita y sin director? ¿Conseguirá que Sting se una a las voces? ¿Su película incluirá un cortometraje animado sobre un zorro llamado Max que abre su propia peluquería? 

Por la forma en que salta de un proyecto paralelo a otro, la película de Marc, parece una obra muy inconexa. De ello se deduce que “El libro de las soluciones” que se inventa en medio del camino, también lo es, pero esto es algo bueno: es refrescante y entrañable ver cómo Gondry deja que su protagonista, una versión de sí mismo, llegue al final de sus pensamientos, incluso si aparentemente no lleva a ninguna parte. Es una generosidad que Marc también se permite, en cierto modo: se niega a ver su película y decide descubrirla en el estreno. 

Por lo que al final, la cinta se puede ver como una metáfora al concepto de la idea de la fe ciega, que por momentos es necesaria para cualquier acto de creación, pero también astuta a la compleja relación entre el acto de hacer arte y el objeto final. Para Marc, uno no es menos importante que el otro; lo que puede parecer procrastinación por parte de él, no solo del proceso de creación de arte, sino parte del arte mismo. Como tal, aunque es un jefe petulante y no siempre logra obtener su perdón, Marc también se preocupa genuinamente por las personas que lo rodean.

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