Lo nuevo de Coralie Fargeat es una obra monumental donde Demi Moore interpreta a una estrella de Hollywood en decadencia cuya carrera está a punto de ser truncada por misóginos cuando le ofrecen un nuevo procedimiento médico secreto.
La Sustancia(2024)
Puntuación: ★★★★½
Dirección: Coralie Fargeat
Reparto: Demi Moore, Margaret Qualley, Dennis Quaid, Hugo Diego Garcia, Joseph Balderrama, Oscar Lesage y Gore Abrams.
Estreno en cines
El segundo largometraje de la guionista y directora Coralie Fargeat es un filme que no busca ser complaciente para las audiencias de cristal, más cuando parece que quiere abordar un tropo narrativo familiar (la belleza envejecida que hace un pacto fáustico para volver a ser joven), pero este potente horror corporal está ejecutado con una habilidad y compasión que viene hacer una obra visceral, llena de ideas y sobre todo muchas dosis de sangre gráfica.
La Sustancia además de todo eso, se sostiene por las excelentes actuaciones de Demi Moore como una estrella de Hollywood en decadencia y de Margaret Qualley como la versión más joven y bonita que crea al inyectarse a sí misma el suero que da nombre al filme. Aunque la película a veces corre el riesgo de exagerar, Fargeat logra caer muy bien en sus ideas frenéticas, en particular sobre cómo la industria del entretenimiento traumatiza a las mujeres para que se hagan cosas terribles a sí mismas con el fin de seguir siendo visibles y tener trabajo. Incluso que Demi Moore lo interprete es un claro y directo mensaje a Hollywood. En otras palabras, aquí no hay nada al azar.
Moore interpreta a Elisabeth Sparkle, una actriz premiada que, a punto de cumplir sus 50 años, debe contentarse con presentar un cursi programa de ejercicios. Pero incluso eso se pierde cuando su viscoso productor Harvey (Quaid) la despide por ser demasiado “vieja”, ya que ha pasado la edad de ser atractiva. Desesperada por su carrera, que es lo único que tiene, Elisabeth se entera de un misterioso programa conocido como “La Sustancia”, que promete darle una versión mejor y más joven de sí misma. Desesperada, se inscribe, siguiendo instrucciones muy específicas sobre cómo tomar la fórmula y cuáles deben ser las reglas para este régimen.
Inmediatamente después de inyectarse, Elisabeth se derrumba y una masa aterradora se desprende de su espalda. Pronto, esa masa se convierte en una hermosa joven (Qualley) que habita la misma conciencia que Elisabeth, que ahora está desactivada. Según las instrucciones de “La Sustancia”, Elisabeth puede ser ella misma durante una semana, pero luego la versión más joven, que se llama así misma Sue, debe estar despierta durante una semana, y así sucesivamente. Emocionada por esta segunda oportunidad, Sue se prepara para recuperar su antiguo trabajo de gurú del fitness. Ojo, que decir algo más de la trama puede estropear la experiencia.
En apariencia, La Sustancia es una crítica a la obsesión de Hollywood con la juventud, pero Fargeat profundiza mucho más este tema, y no solo lo hace explorando y analizando de donde vienen esas ideas tangenciales, sino que para lograrlo crea un personaje central rico, con un dilema simpático. Es imposible no pensar en la propia carrera de Moore a través del prisma de Elisabeth (Moore ha sido una estrella desde los años 80, aunque no ha disfrutado de papeles cinematográficos importantes en los últimos años), y ella aporta tanto patetismo como un astuto sentido del humor a su interpretación, satirizando la superficialidad de Hollywood al tiempo que reconoce lo psicológicamente dañinas que pueden ser las actitudes sexistas sobre las mujeres “mayores”. Y Qualley es igualmente mordaz como una versión casi satírica de la “belleza” juvenil insensible. (Vale la pena destacar: la madre de la actriz es la veterana estrella de cine Andie MacDowell, lo que agrega otro nivel a las observaciones de la película sobre el envejecimiento).
Cuando vas viendo los eventos que van ocurriendo, en ningún momento sorprende que Elisabeth opte por el programa, y tampoco sorprende que su arrogancia le provoque innumerables pesadillas. Pero, aunque algunas de esas complicaciones pueden esperarse, la reflexiva investigación de Fargeat sobre este concepto de película de terror genera varias sorpresas, comentando agudamente las formas en que envidiamos y despreciamos a nuestras yo más jóvenes, viéndolas como una entidad diferente a nosotros mismos. Además, las relaciones madre-hija, la efímera vigencia de la belleza y la horrorosidad general de los hombres se examinan con un gusto febril, a veces poco sutil.
Uno de los dardos más afilados del filme es la forma en que juzga y ataca a los poderosos hombres misóginos de la industria como lo fue Harvey Weinstein (detalle evidente debido a que el personaje de Dennis Quaid se llama Harvey), ya que tipos como él llevan a las mujeres a tales extremos, como ocurre en el filme, y para hacerlo pagar Fargeat se reserva un terrible ajuste de cuentas.
Es por eso que al final La Sustancia, termina siendo una espeluznante parábola fantástica sobre la misoginia y la cosificación del cuerpo, que incluso tiene una energía disfuncional y loca de las obras de Roger Vadim, o la forma de ver o vimos a Jane Fonda en un momento, y es obvio que la cineasta opta por elementos a lo Cronenberg o Brian De Palma, mientras readapta el mito del retrato de Dorian Gray.
La Sustancia puede ser un poco ridícula y un poco redundante hacia el final, incluso se puede sentir extendida, pero ese tiempo adicional le permite a Fargeat llevar su premisa perturbadora hasta su punto final lógico, divertido y absolutamente repugnante. Y en su vulgaridad radica su encanto.