Bradley Cooper regresa a la silla de director con ‘Maestro’ un retrato emocionante, aunque desigual, del compositor Leonard Bernstein, uno que habla sobre los sacrificios del artista por su arte, entre ellos su relación con su esposa Felicia Montealegre.
Maestro (2023)
Puntuación: ★★★½
Dirección: Bradley Cooper
Reparto: Carey Mulligan, Bradley Cooper, Matt Bomer, Maya Hawke, Sarah Silverman, Josh Hamilton, Scott Ellis, Gideon Glick y Sam Nivola
**Vista en screening** Estreno en Netflix 20 de diciembre
Maestro es el segundo trabajo como director del actor Baradley Cooper, quien también vuelve a protagonizar este filme, incluso coescribe el material (con Josh Singer). Entre los productores de este filme están las manos de Martin Scorsese y Steven Spielberg, quienes en algún momento estuvieron involucrados de alguna forma o manera en llevar la vida del mítico Leonard Bernstein a la pantalla grande.
Antes de entrar en las cosas buenas y malas de Maestro, creo que es bueno decir las cosas como son: este filme es un producto pensado directamente para premios, todo lo construido sobre el proyecto está fabricado para el lucimiento de su estrella, Bradley Cooper, el conocido actor ya había mostrado su eficiencia y su visión comercial con A Star is Born (2018), y es válido decir que Cooper muestra una gran mejora en calidad de dirección, ya que el resultado en este apartado es de una finalidad muy evidente, creo que Cooper sabía muy bien cual era las líneas que quería seguir con este segundo trabajo.
Es incluso se puede decir que Maestro tiene algo más personal como proyecto para Cooper que su anterior trabajo, ya que desde que inició la campaña y promoción del filme no ha parado de decir en como la música de Bernstein lo ha acompañado desde su infancia (como a tantos, especialmente a los estadounidenses), y eso hay que sumarle los largos agradecimientos que ha tenido la estrella hacia los hijos del músico por dejar contar su historia, lo que me lleva a cuestionar que tanto realmente dejaron los hijos en contar, o hasta donde permitieron, ya que como sabemos en estos casos, cuando los familiares se involucran de una u otra manera tienden a meter mano con lo que se cuenta, para ejemplo: King Richard (2021).
Maestro es un biopic casi al uso disfrazado de una historia amor a la hora de hacer un retrato de un matrimonio incómodo sobre un hombre bisexual, el director y compositor Leonard Bernstein (Cooper) con la actriz costarricense chilena Felicia Montealegre Cohn (Carey Mulligan). La historia de la pareja es por mucho fascinante y a menudo vivaz, Cooper sabe como jugar muy bien con ambos personajes para atrapar la atención en todo momento, aunque la estructura de la cinta es muy clásica a la hora de narrar dicha relación.
Montealegre llega a la vida del soltero Bernstein en una animada velada en casa de su hermana y buena amiga de Felicia, Shirley (Sarah Silverman). Para Bernstein es fácil enamorarse de la chica, su vivaz personalidad realzada por la confianza natural de un intérprete. La misma etapa en la que comparten un tierno primer beso actúa como metáfora de las mareas inestables en su matrimonio. En los buenos períodos, Felicia espera suavemente entre bastidores mientras Leonard dirige una orquesta, y el final repentino de una composición guía al hombre hacia los amorosos brazos de su atenta esposa. Los períodos no tan buenos del matrimonio se ven marcados por un enorme agujero donde una vez estuvo Felicia, los acordes de los violines resuenan a través de los pasillos vacíos. También es en el escenario donde Felicia se recuerda a sí misma, el hecho de que no es solo una Bernstein sino una Montealegre, la maternidad y el matrimonio nunca la mantienen demasiado alejada del oficio que tanto ama.
Mucho se ha hablado sobre la prótesis nasal que utilizó el actor para componer su personaje. El ridículo de los alcances del debate desatado al respecto resulta inconmensurable. Sin embargo, poco se ha hablado de la muy blanca y muy inglesa Carey Mulligan interpretando a la muy latina Montealegre. En “Maestro”, la actriz nominada al Oscar muestra un acento peculiar y a menudo hace referencia a dichos divertidos de su tierra natal, aunque el guion del personaje queda muy plano, o en mejores palabras poco exploradas, decir unos cuantos diálogos no es indagar en el personaje, y es lo que ocurre aquí, Felicia queda un tanto superficial, y sus raíces quedan casi bloqueadas, si se puede utilizar ese adjetivo.
Mulligan es increíble, y saca brillo al guion, incluso es sorprendente en varios momentos, especialmente en el acto final de la cinta, pero su elección de casting no deja ser un poco cuestionable para los tiempos que Hollywood se ha encargado de criticar y cuestionar, por lo que resulta incómodo, ya que si el filme hubiera sido sobre personas negras o transgénero y hubieran puesto a una actriz o un actor blanco heterosexual medio Hollywood hubiera saltado, pero cuando ocurren con personajes latinos nadie dice nada, ni reclama nada, incluso nosotros como latinos hemos dejado que esto ocurra poniendo la mirada al lado, por lo que el resultado de final de Maestro queda en un velo de incomodidad, pese a que se consultó a la familia Bernstein y aprobaron la elección.
El problema del personaje de Felicia, no es solo por ser interpretada por una británica, sino que el personaje en sí es a menudo reduccionista: ella no es más que la esposa moderna de un hombre moderno, que llega a un acuerdo vago sobre la fidelidad, ya que no es el de una mujer progresista, es otro caso más de “la mujer detrás del hombre”.
Con la difícil tarea de condensar la vida de Bernstein en dos horas, Cooper elimina algunos aspectos críticos del pasado del compositor, pero uno que se siente bastante vital fue la vida política de la pareja y el apoyo a diferentes luchas sociales.
En cuanto al propio Cooper, el actor logra crear un parecido inquietante con el gran hombre, particularmente al mostrar la aterradora y rapaz dentadura superior de Bernstein, revelada con una sonrisa mientras Bernstein arroja su cabeza extasiado hacia atrás en el podio. Tal vez sea inevitable que una personificación tan lograda y estudiada sea un poco narcisista, pero como con Cooper, la técnica teatral pura es brillante, incluso en la forma que practica con la orquesta.
Resumiendo, Maestro de Cooper es una cinta correcta que explora los sacrificios que el arte exige tanto para la persona que lo practica como las familias y amigos de esas personas, indicando que para Bernstein el arte y su trabajo estuvo por encima de todo, incluso del amor que sentía hacia su esposa. Una aceptación triste. Cooper deja la piel en la figura de un hombre apasionado, y Mulligan saca chispa a un guion que no le ayuda, pero la química y la entrega de ambos elevan el material.