The End | Review

‘The End’, es el debut en la ficción de Joshua Oppenheimer, quien combina el género musical con una reflexión profunda sobre el privilegio, la culpa y la negación humana. El filme se eleva por las grandes actuaciones de Tilda Swinton, Michael Shannon y George MacKay.
The End (2024)
Puntuación: ★★★★
Dirección: Joshua Oppenheimer
Reparto: Tilda Swinton, George MacKay, Moses Ingram, Bronagh Gallagher y Michael Shannon
Disponible: Google VOD 

Luego de sus aclamados documentales The Act Of Killing y The Look Of Silence, el cineasta Joshua Oppenheimer da el salto al cine de ficción con The End, donde vuelve a explorar los aspectos de la naturaleza humana. A primera vista, su debut en el largometraje parecería igualmente sombrío, ya que sigue a una familia que ha vivido bajo tierra durante décadas después de la destrucción del planeta. Si bien es cierto que The End tiene mucho de desesperanzador, cuando se centra en la belleza de un escenario tan sombrío —y eso es antes de que los personajes comiencen a cantar—, Oppenheimer logra darle al filme destellos de luz y esperanza, ya que busca llevarnos hacia un final cuyo elemento significa eso: esperanza.

The End es toda una experiencia audaz en la incursión en el género musical por parte de Oppenheimer al explorar las profundidades de la culpa, el privilegio y la negación humana. La película se centra en una familia adinerada que se refugia en un lujoso búnker subteráneo durante dos décadas. El elenco principal incluye a Tilda Swinton como la madre, Michael Shannon como el padre, George MacKay como el hijo y Moses Ingram como una intrusa que desafía su aislada existencia.

Han pasado aproximadamente 25 años desde que la Tierra se volvió inhabitable, pero una familia adinerada ha prosperado en un búnker repleto de obras de arte de valor incalculable mientras intentan mantener una existencia cotidiana tradicional. Los miembros de la familia solo se identifican como Madre, Padre e Hijo, quien nació después de la catástrofe ambiental que asoló el planeta. Un día, sin embargo, reciben la visita de una extraña, una única sobreviviente que llega a su casa. Al principio, quieren enviar a la chica lejos, pero el Padre se apiada de ella, y pronto ella y el Hijo desarrollan sentimientos románticos el uno por el otro.

La narrativa se desarrolla en un entorno claustrofóbico que refleja la desconexión de la familia con la realidad exterior. El búnker, símbolo de su aislamiento y negación, se convierte en una metáfora de la burbuja de privilegio en la que han vivido, ignorando las consecuencias de sus acciones en el mundo exterior. La llegada del personaje de Ingram actúa como un catalizador que expone las grietas en la fachada de normalidad que la familia ha intentado mantener.

Oppenheimer, conocido por sus documentales sobre el genocidio en Indonesia, utiliza The End para criticar la autojustificación y el engaño de las élites privilegiadas. El filme es una reflexión sobre cómo el poder y la riqueza pueden conducir a una desconexión moral y ética, permitiendo a los individuos evadir la responsabilidad de sus acciones. A través de la alegoría del búnker, se cuestiona la eficacia de intentar escapar de las consecuencias de los propios actos y se destaca la inevitabilidad de enfrentar la verdad.

Pero también hay un elemento de revisionismo histórico cuando el padre, un exejecutivo del sector energético, encarga a su hijo que escriba su biografía, una en la que no sea cómplice del calentamiento global que acabó con los habitantes de la Tierra. Sin embargo, Oppenheimer, que coescribió el guión, no se conforma con una sátira barata a expensas del uno por ciento de los ignorantes, sino que investiga cuidadosamente la conmoción de esta familia que quiere mantener el horror de su situación fuera de su conciencia.

Las actuaciones son uniformemente estelares, con Ingram como una cantante especialmente poderosa que eleva los momentos de canto. Swinton es magistral; aquí interpreta a una matriarca obsesionada con el control. Shannon encarna la negación absoluta de su responsabilidad en la catástrofe climática. MacKay ofrece una representación convincente de un joven criado en aislamiento, cuya percepción de la realidad está profundamente distorsionada por las mentiras de sus padres. MacKay logra transmitir toda esa vulnerabilidad e inocencia.

Los números musicales son utilizados para profundizar en la psicología de los personajes, con canciones que revelan sus conflictos internos y su lucha por mantener una apariencia de normalidad. Sin embargo, estas secuencias musicales, en lugar de ofrecer un escape, subrayan la absurda y sofocante realidad en la que están atrapados, creando una atmósfera nihilista que permea toda la obra. Las canciones utilizan ritmos y estilos que recuerdan la época dorada de los musicales de Broadway y Hollywood, con melodías llenas de cuerdas cadenciosas y tonos deslumbrantes.

En conclusión, The End no solo representa un logro artístico para Oppenheimer en su transición al cine de ficción, sino también una poderosa reflexión sobre las complejidades de la condición humana y las consecuencias del privilegio desmedido. Con un elenco de primer nivel, una narrativa visualmente deslumbrante y una partitura musical que trasciende el mero entretenimiento, la película desafía al espectador a confrontar las verdades incómodas sobre el impacto humano en el mundo. Es una obra que combina desesperanza con momentos de redención, dejando una huella imborrable en el panorama del cine contemporáneo.

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