A Real Pain de Jesse Eisenberg es una emotiva combinación de comedia y drama que explora la culpa intergeneracional, el dolor personal y la búsqueda de identidad a través de un viaje a Polonia de dos primos opuestos.
FICM 2024 | Un dolor real (2024)
Puntuación: ★★★★
Dirección: Jesse Eisenberg
Reparto: Jesse Eisenberg, Kieran Culkin, Will Sharpe, Jennifer Grey, Kurt Egyiawan y Ellora Torchia
Cuando uno lee la trama sobre dos primos de origen judío que viajan a Polonia en un tour sobre el Holocausto, con el objetivo de visitar la casa donde vivió su abuela antes de la llegada de los nazis, podría pensar que se trata de otra historia innecesaria sobre este trágico evento, utilizado como carnada para premios. Sin embargo, nada más lejos de la realidad. El segundo trabajo como director de Jesse Eisenberg busca alejarse de esos lugares comunes para enfocarse principalmente en sus personajes.
La propuesta de Eisenberg toma la forma de un road trip que combina comedia y drama, y presenta a dos primos: Benji y David, quienes son polos opuestos. El primero es carismático, extrovertido y con una habilidad natural para socializar, mientras que David es más reservado, tranquilo, ordenado y con un ligero atisbo de ansiedad. Ambos han decidido emprender este viaje a Polonia para conocer sus raíces, guiados por un sentimiento de dolor y culpa por las heridas de la memoria histórica. Esta emoción es el tema central de la película, plasmado incluso en el grupo del tour que acompaña a estos primos, donde la mayoría ha comprado este paquete impulsados por un sentimiento de fracaso al tener una vida mucho más privilegiada que la de sus antepasados.
Este tópico, por supuesto, es sumamente espinoso y podría caer en caricaturas, estigmatización o autoindulgencia, de no ser porque el principal enfoque de Eisenberg está en los personajes y en darle un trasfondo mucho más extenso a la culpa, evitando quedarse en la superficialidad del tema. Aprovechando las bondades del género road trip, Jesse va agregando capas al perfil de sus protagonistas e incluso otorga momentos a los secundarios para complementar sus historias. Al obtener una radiografía completa de los principales, el guionista hábilmente conecta el dolor alrededor del pasado con el dolor actual, revelando de manera orgánica el distanciamiento que ha existido entre ellos, el trasfondo psicológico que esto ha provocado en David y una historia personal triste alrededor. de Benji. Hace un paralelo entre las emociones provocadas por este viaje de descubrimiento a las raíces de esta familia y descansa sobre la pregunta: ¿qué pasaría si mi antepasado, que luchó para que su descendencia tuviera una vida mejor, me viera así?
Al hacer esta conexión, el sentimiento de culpa de nuestros personajes no solamente se sustenta en el privilegio, sino también en la carga de la responsabilidad de crecer en todos los aspectos de manera intergeneracional, dado que tenemos condiciones más favorables que las que quizás tuvieron nuestros antecesores. Pero, sobre todo, en la lucha diaria con las batallas personales, siendo el regreso a los orígenes una búsqueda de la respuesta a los conflictos actuales y para contestar las preguntas: ¿De dónde venimos? ¿Quienes somos?
Esto convierte la trama no solo en una reflexión sobre el privilegio, sino también en un análisis de la complejidad de los lazos familiares y las vicisitudes actuales.
Uno de los elementos destacables del guion es que jamás cae en estigmatizaciones ni desvaloriza, en la comparativa, el dolor proveniente de la memoria histórica frente al dolor moderno y personal. Por el contrario, esa humanización con la que están escritos valida completamente ambas formas emocionales, sin hacer que una pese más que la otra. Siempre busca conciliarlas como un mecanismo de sanación.
La credibilidad de los personajes principales permite que las situaciones se sientan naturales y que se genere una mayor empatía emocional. Al final, ¿cuántos no hemos tenido relaciones personales o familiares que se han distanciado por las circunstancias de la vida? ¿Cuántos no hemos sentido que no hemos aprovechado las ventajas y privilegios que nuestros antecesores no tuvieron, y que por consiguiente los hemos defraudado? ¿Cuántos no tenemos sentido que el dolor presente?
Esa humanidad se ve reflejada hacia el arco final, donde, quizás, muchos esperarían una resolución uniforme o un desenlace emocional más sencillo. Sin embargo, Eisenberg deja claro que, en temas familiares y de sanación interna, nada es lineal ni se resuelve de la noche a la mañana. Quizás la mejor forma de honrar a nuestros antepasados es simplemente seguir adelante.
Otro aspecto notable del guion es su equilibrio entre comedia y drama. Aunque las situaciones planteadas podrían parecer una crisis existencialista, las dosis de comedia que se inyectan evitan caer en lo meloso. Esto se logra por la disparidad en personalidad tanto de Benji como de David, provocando que, aun en este viaje en el que están buscando lo mismo, constantemente choquen, dando pie a buenos momentos humorísticos tanto en las situaciones como en los diálogos. Añadir el humor es una herramienta que usa Eisenberg para burlarse de la superficialidad, autoindulgencia y frivolidad con las que es tratado el tema del Holocausto en la cultura y sociedad en general, siendo consciente de su necesidad de alejarse de todos los tropos o clichés que el El cine de Hollywood lo ha realizado.
En cuanto a dirección, aunque la puesta en escena, el manejo de cámara y la edición son sencillos, destacan el timing en ritmo que apoya el equilibrio tragicómico.
Finalmente, en el apartado actoral, Kieran Culkin sobresale al interpretar a un personaje que transita entre un individuo afable, simpático y sociable, hasta manejar emociones intensas. Su actuación es impecable y se complementa con un Eisenberg que, aunque quizás interprete un papel similar a trabajos anteriores, tiene momentos destacables.
Un dolor real es una demostración de que, con un guion bien elaborado y estructurado, las buenas intenciones florecen de manera orgánica. La humanidad que plasma la película no es obra de la casualidad, y más escritores deben aprender que, antes de cualquier pretensión o intencionalidad, se deben a su estructura narrativa, la creación del conflicto, el desarrollo de su tópico, pero sobre todo a sus personajes.