Vincent Lacostem Juliette Binoche y el debutante Paul Kircher se entregan completamente en la nueva película de Christophe Honoré donde el cineasta explora de manera muy personal el conflicto de la mayoría de edad.
Winter Boy (2022)
Puntuación: ★★★★
Dirección: Christophe Honoré
Reparto: Paul Kircher, Vincent Lacoste, Juliette Binoche, Xavier Giannoli y Christophe Honoré
Disponible: MUBI
El director Christophe Honoré es reconocido por buscar siempre explorar su mirada curiosa dentro de la industria del cine francés, cuya filmografía que incluye una adaptación de Georges Bataille (Mi madre), una fantasía poética sobre Ovidio (Metamorfosis) y un musical romántico al estilo de Demy (Canciones de amor), por lo cual descifrar el estilo del cineasta es no fácil de asegurar, razón que cuando sabemos que va a estrenar un nuevo trabajo siempre sea un enigma.
Con su nueva película Winter Boy, el director vuelve a explorar el tema de su anterior trabajo Sorry Angel, donde buscaba analizar la idea del deseo, pero desde la mirada gay, pero al mismo tiempo regresó a otro tema que había visitado en Dans Paris, que es, las tensiones de amor y odio entre hermanos.
Además, este filme también podría decirse que es su película más personal y emocional del cineasta, ya que hace una exploración conmovedora, pero dura sobre el dolor, el autodescubrimiento y la angustia adolescente.
Además, la cinta está sostenida por grandes actuaciones, especialmente por la conmovedora entrega del joven protagonista Paul Kircher, un más que brillante debut, donde el actor se apoya de manera fascinante con Juliette Binoche y Vincent Lacoste.
Ambientada en los meses previos a la Navidad, la película tiene una sensación invernal, pero mucho más cálida y tierna de lo que sugiere su título. Inspirada en los recuerdos de Honoré sobre la muerte de su propio padre, Winter Boy comienza en una región montañosa del suroeste de Francia, donde Lucas (Kircher), de 17 años, asiste a un internado en Chambéry. Él y su padre (el propio Honoré) tienen un roce en el camino desde el principio, y esta falsa alarma presagia la muerte de su padre poco después. Lucas es llamado de la escuela para ir a donde su madre Isabelle (Binoche) y su hermano mayor Quentin (Vincent Lacoste), donde le avisan el lamentable evento, creando una dura sensación de emociones entre una agonía aguda y una confusión.
Después de varios eventos durante los días fúnebres del padre, uno de ellos un enfrentamiento entre hermanos, Quentin, que es un artista afincado en París, invita a Lucas a pasar una semana con él. Se van a la mañana siguiente, después de que Lucas decide pasar la noche con su “amigo” Oscar para tener sexo de despedida. Vale la pena señalar, que el filme no es un drama sobre salir del closet ni nada por el estilo, ya que Lucas sabe muy bien sus preferencias, pero se siente fuera de lugar desde el principio, así que la historia va sobre la mayoría de edad en el sentido de aprendizaje y de autodescubrimiento.
Es por eso que en París, Lucas se encuentra tanto perdido como liberado, ya que se enamora del compañero de piso de Quentin, Lilio (Erwan Kepoa Falé), una artista de ascendencia italiana y africana, que tiene una actividad secundaria como trabajador sexual. Lucas, al descubrir su propio poder sexual como algo joven y deseable, hace una cita con un cliente de Lilio.
La historia de Honoré camina entre varias contradicciones el viaje de su protagonista de manera provocativa, al mismo tiempo crea una estructura narrativa fluida, pero fragmentada, pero lo que parece ser un viaje de hedonismo rebelde toma un giro un poco oscuro y angustioso cuando Lucas regresa a casa y cae en una situación autodestructiva.
Mientras tanto, el personaje de Isabelle parece emocionalmente marginada en todo momento (la historia coloca su dolor de viuda en un segundo plano para centrarse en su empatía maternal), sus propios sentimientos tienen espacio para emerger por completo en una secuencia tardía donde Binoche se marca un tour the force impresionante.
Por otro lado, Vincent Lacoste contribuye con su característico humor punzante y se roba varios momentos como el hermano distante, frío, pero amoroso, mientras que el recién llegado Erwan Kepoa Falé impresiona como el objeto de amor inicialmente distante que se convierte cada vez más en un atento hermano sustituto.
EL filme está anclado en una narración intermitente en primera persona del propio Lucas, a veces enmarcada al estilo de una entrevista sobre un fondo negro, haciendo de su testigo poco fiable de sus propios sentimientos, aspecto que es casi magnético en la forma de narrar la trama.
Kircher logra jugar muy bien el rol de su personaje que mezcla el juego sexual con una vulnerabilidad, tanto en momentos de intensidad emocional como en algunos episodios sexuales notablemente sinceros.