Ralph Fiennes y Juliette Binoche se reúnen para la esta nueva versión más anclada a tierra de ‘La Odisea’ en la película de Uberto Pasolini, lo cual funciona desde ese entendimiento, pero dicho filme no es nada espectacular.
The Return (2024)
Puntuación: ★★★
Dirección: Uberto Pasolini
Reparto: Ralph Fiennes, Juliette Binoche, Charlie Plummer, Claudio Santamaría y Ángela Molina
Disponible: Google VOD
Uberto Pasolini crea una nueva adaptación cinematográfica del mito griego de Homero, pero en esta nueva versión, el cineasta se aleja de todo el contexto mitológico y fantasioso del relato y se enfoca en los capítulos finales de la epopeya griega, creando un filme un tanto más sombrío y contenido. El foco está puesto en el ser humano falible, un hombre destrozado que lucha por aceptar el hecho de que puede que no haya forma de volver a casa, incluso cuando llega a sus costas. Ralph Fiennes es la columna vertebral de una película que replantea este antiguo texto para convertirlo en una narrativa de supervivencia contra los propios demonios personales.
La película inicia en las aguas azules del mar Jónico, donde se encuentra la isla de Ítaca. Dicho lugar se ha convertido en un sitio de miedo y sufrimiento tras la larga ausencia de su rey, Odiseo (Fiennes). Este se marchó hace dos décadas para luchar en la guerra de Troya, y su esposa Penélope (Binoche) se ha mantenido leal, esperando su regreso. Los buitres están dando vueltas sobre esta tierra moribunda en forma de una legión de hombres matones, todos intentando reclamar su lugar en Penélope, quien se ve cada vez más presionada para aceptar que Odiseo se ha perdido y que, por ley, debe elegir un nuevo esposo.
Odiseo no llega a sus tierras como un héroe poderoso y conquistador. Este Odiseo regresa arrastrado por la marea, medio muerto, a la orilla y atendido por el fiel criador de cerdos Eumeo (Claudio Santamaria), quien, como todos, no reconoce al rey al que todavía sirve. El guion de Pasolini, John Collee y el difunto Edward Bond sigue a un Odiseo mientras se esconde en las sombras, ocultando su identidad como un mendigo —disfraz que también se puso para obtener información antes del asedio de Troya— y observando a su esposa y a su hijo, ahora adulto, Telémaco (Charlie Plummer), desde la distancia.
Fiennes ofrece una interpretación sobria y llena de matices como Odiseo, un hombre que parece haber regresado a casa más por accidente que por ganas, paralizado por el miedo a haber cambiado demasiado para ser aceptado por Penélope. Carga con los horrores de todo lo que ha visto, junto con la vergüenza de sobrevivir mientras sus hombres morían en batalla. Esta carga psicológica significa que recién a mitad de camino Odiseo encuentra la fuerza para entrar en el palacio y pasa aún más tiempo antes de que finalmente hable con Penélope.
La Penélope de Binoche mantiene los rasgos más tradicionales de la Penélope que todos conocemos. Aquí, la mujer se mantiene firme frente a las agitadas demandas de los hombres que ahora llenan su casa, tratando desesperadamente de reparar su desgastada relación con su frustrado hijo y merodeando el palacio por la noche, dividida entre su deseo de conexión humana y su lealtad a su esposo. Fiennes iguala su moderación con la suya, manteniendo a Odiseo encerrado en su dolor.
La película avanza a un ritmo un tanto lento, con largos períodos de silencio y sin demasiada acción hasta que llega a la orgía catártica de violencia que cualquier fan de la novela espera que ocurra.
Un aspecto curioso del filme viene de la mano del diseñador de vestuario Sergio Ballo y el diseñador de producción Guiliano Pannuti, quienes se alejan de las expresiones cinematográficas tradicionales de espadas y sandalias de la antigua Grecia, recurriendo a referencias africanas e indias para crear un contexto más anclado a tierra.
Esta adaptación de La Odisea no solo reinterpreta un texto clásico, sino que también plantea preguntas universales sobre la identidad, la redención y la lucha interna. Pasolini transforma el mito en un relato profundamente humano, explorando la fragilidad de un hombre roto por el tiempo y la guerra, que teme ser un extraño en su propio hogar. Al prescindir de los elementos fantásticos, la película subraya la atemporalidad de los dilemas humanos y la dificultad de enfrentar el pasado. El resultado es una obra que invita a reflexionar sobre cómo el dolor y el amor moldean nuestra humanidad, haciendo de esta Odisea un viaje tan emocional como cinematográficamente interesante, aunque no ofrezca nada espectacular.