Mickey 17 | Review

Bong Joon-ho hace una exploración en forma de sátira sobre la explotación laboral y la identidad a través de Mickey Barnes, un trabajador clonable que muere repetidamente en una colonia espacial. Robert Pattinson entrega una actuación compleja, mientras la película equilibra la sátira social, la distopía y los dilemas existenciales.
Mickey 17 (2025)
Puntuación: ★★★½
Dirección: Bong Joon-ho
Reparto: Robert Pattinson, Naomi Ackie, Steven Yeun, Patsy Ferran, Cameron Britton, Anamaria Vartolomei, Toni Collette y Mark Ruffalo  
Estreno en cines

Bong Joon-ho, el maestro de la sátira social y del género híbrido, regresa al cine seis años después de haber ganado el Oscar por Parásitos. Su nueva película es una comedia oscura de ciencia ficción que retoma algunos de los temas más potentes de sus obras anteriores, aunque con un presupuesto y un lienzo narrativo mucho mayor. Robert Pattinson interpreta a un hombre común y corriente de unos 30 años llamado Mickey Barnes, quien, en un futuro distópico, realiza tareas ingratas y altamente peligrosas para sus compañeros terrícolas mientras todos se dirigen a un planeta distante.

Dicho planeta es helado y peligroso; la misión consiste en explorarlo. El trabajo de Barnes es hacer aquello que nadie más quiere hacer, pero hay un “pequeño” detalle: puede morir. Cada vez que lo hace, se crea una réplica de él que asumirá sus mismas responsabilidades. Así es la vida de Mickey Barnes. Basada en la novela de Edward Ashton, la película despliega un universo narrativo donde Robert Pattinson ofrece una actuación camaleónica e imprescindible, de esas que resultan incontestables.

Mickey 17 devuelve al director a un cine más distópico. Se podría decir que es una combinación de Snowpiercer, con el peculiar sentido del humor de Okja y la acción de The Host. Sin embargo, aunque en algunos momentos tambalea al equilibrar sus diferentes tonos, Bong Joon-ho logra mantenerlos unidos de manera orgánica. Con su característica mezcla de crítica social y humanismo, el director plasma su indignación ante la crueldad de la humanidad y su compasión por un protagonista que, irónicamente, no puede morir y, por lo tanto, no puede vivir verdaderamente.

En el año 2054, Mickey 17 (Pattinson) trabaja en Niflheim, una colonia remota dirigida por el fanático e intolerante tirano Kenneth Marshall (Mark Ruffalo). Su inusual apodo proviene del hecho de que es la 17.ª iteración de sí mismo: en su afán por escapar de sus deudas en la Tierra, acepta apresuradamente este trabajo fuera del planeta, realizando tareas riesgosas para la colonia. Sus recuerdos se implantan en una nueva réplica tras cada muerte. Pero cuando cae en una grieta profunda y se le da por muerto, logra regresar a la base solo para descubrir que sus superiores ya han “impreso” a Mickey 18 (también Pattinson). Esto supone un problema, pues los “múltiples” (dos versiones de la misma réplica) son ilegales, obligando a los Mickeys a ocultar su existencia.

Adaptando la novela de Edward Ashton, Bong imagina una civilización no tan lejana en la que un líder ególatra es venerado como un mesías, mientras que los plebeyos como Mickey son considerados “prescindibles”, utilizados como soldados desechables y ratas de laboratorio. En varias de sus películas, Bong ha explorado la división entre los privilegiados y los marginados, culminando con el triunfo crítico y comercial de “Parásitos”. Sin embargo, Mickey 17 puede ser su exploración más sombría: Mickey es tratado como un infrahumano. Ya sea su amigo traidor Timo (Steven Yeun) o su comprensiva compañera de trabajo Kai (Anamaria Vartolomei), todos le formulan la misma pregunta entrometida e insensible: “¿Cómo es morir?”.

El único respiro de Mickey proviene de su relación amorosa con Nasha (Naomi Ackie), una amable oficial de seguridad de Niflheim que lo ve como algo más que un conejillo de indias humano. Sin embargo, incluso ella tiene sus defectos: cuando Mickey 18 llega, sugiere entusiasmada las posibilidades sexuales de tener dos novios idénticos.

Mientras Mickey 17 transmite una cordialidad apocada, Mickey 18 es antagonista y detesta a su predecesor por considerarlo cobarde. Temeroso de ser descubierto, Mickey 18 cree que Mickey 17 debería morir (después de todo, son la misma persona). Pero Mickey 17 argumenta que son lo suficientemente diferentes como para que su esencia única desaparezca para siempre. Así, el malestar existencial de Mickey, quien muere una y otra vez, es reemplazado por algo aún más aterrador: la posibilidad de no regresar.

Pattinson, en una interpretación que recuerda a sus roles más explosivos, dota a Mickey de una vulnerabilidad palpable y una creciente angustia existencial. Mickey no es un héroe convencional; es un trabajador alienado, un engranaje en una maquinaria colonial que lo reduce a un recurso desechable. Su condición de clon repetidamente resucitado lo sumerge en un bucle de muerte y renacimiento, acumulando los traumas y reflexiones de cada iteración previa. La película explora con sutileza los dilemas psicológicos de Mickey: la repetición constante de su existencia genera una crisis de identidad, donde la frontera entre el original y las copias se desdibuja.

Bong reafirma su postura proambiental y animal, como sus antiguos trabajos, además de tomar una clara postura sobre la defensa de los derechos de los trabajadores, abordando temas como la explotación laboral y la alienación. Mickey, como “prescindible”, representa a aquellos cuyas vidas son sacrificadas en aras del progreso y la ambición desmedida. Su mensaje político es más satírico que nunca, caricaturizando a Kenneth y su vil esposa Ylfa (Toni Collette) como figuras irritantes. Para colmo, la interpretación de Ruffalo, monótona y exagerada, parece una crítica velada a Donald Trump.

Pero justo cuando la loca visión de Mickey 17 corre el riesgo de desviarse, la película regresa a su dilema central: el de un hombre común atrapado en un trabajo terrible para beneficiar a los poderosos. Pattinson se divierte interpretando a los Mickeys (uno tímido, otro hostil), pero es su actuación como Mickey 17 lo que otorga a esta película su verdadera resonancia. Muriendo una y otra vez, Mickey solo quiere asegurarse de que su alma sobreviva; y desde el primer cuadro, Pattinson nos sumerge en esta lucha existencial con una profundidad emocional. 

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