Eureka | Review

Eureka, lo nuevo Lisandro Alonso es una experiencia cinematográfica fragmentada y contemplativa que explora la identidad, la resistencia y la memoria a través de una estructura tripartita.
Eureka (2023)
Puntuación:★★★
Dirección: Lisandro Alonso
Reparto: Viggo Mortensen, Chiara Mastroianni, Alaina Clifford y Sadie Lapointe
Disponible: Mubi 

Lisandro Alonso, es un cineasta mundialmente reconocido por hacer un cine contemplativo y radicalmente inmersivo, y en su último trabajo, Eureka no es la excepción, ya que es una obra de exploración sensorial y conceptual que desborda los límites tradicionales del lenguaje cinematográfico. Coescrita junto a Fabián Casas y Martín Camano, la película se erige como un viaje fracturado en el tiempo y el espacio, una meditación sobre la identidad, la resistencia y la manera en que las narrativas moldean nuestra percepción del mundo. En su estructura tripartita y su aproximación poética a la imagen y el sonido, Eureka no solo desafía la paciencia del espectador sino que también lo invita a participar activamente en el proceso de construcción de sentido.

El filme se divide en tres segmentos marcadamente distintos pero interconectados por una preocupación común: la pervivencia de comunidades y relatos marginados por la historia oficial. La primera parte se desarrolla en un blanco y negro anacrónico que remite a los westerns clásicos, pero filtrado a través de la mirada de los pueblos indígenas. La segunda parte, se sitúa en la reserva de Pine Ridge, Dakota del Sur, y sigue a Alaina, una oficial de policía desilusionada que decide abandonar su radio. La tercera se traslada a un pasado indeterminado en la selva amazónica, en donde la imagen y el sonido se fragmentan aún más, adentándose en un realismo mágico que disuelve las fronteras entre la ficción y la memoria.

Al optar por esta estructura, Alonso elude cualquier progresión narrativa convencional y crea en su lugar una obra que se experimenta más como una serie de evocaciones. La transición entre segmentos no se produce de manera abrupta, sino que se siente orgánica, como si la película misma estuviera viajando a través del tiempo y el espacio. Esto refuerza la idea de que las historias se perpetúan, mutan y se reescriben sin una línea recta definida.

El título Eureka, más que una exclamación triunfante de descubrimiento, funciona en la película como una ironía. En lugar de respuestas, Alonso nos sumerge en un laberinto de preguntas: ¿Qué significa resistir? ¿Cómo se resignifican las historias de los pueblos originarios cuando son narradas desde dentro y no desde la mirada colonial? ¿Cómo afecta el cine a nuestra manera de entender el pasado?

A lo largo de la película, la idea de eureka como epifanía se transforma en una serie de pequeños momentos de iluminación dispersos: la decisión de Alaina de desconectarse del sistema, la observación de la naturaleza como un archivo de memorias vivas, la subversión del western clásico. Cada uno de estos instantes es una grieta en la narrativa dominante, una posibilidad de reconstruir el sentido desde otra perspectiva.

Uno de los aspectos más distintivos de Eureka es su enfoque visual. Alonso es un maestro en la composición de planos largos y contemplativos, que no solo registran el entorno sino que permiten que el tiempo actúe sobre la imagen. La cámara de Eureka se mueve con una calma deliberada, invitando al espectador a observar más allá de la acción inmediata y a sumergirse en la textura del paisaje y en las expresiones de sus personajes.

La luz y el color juegan un papel crucial en la división de las partes. En Pine Ridge, la paleta cromática es sobria y realista, reforzando la sensación de desgaste y monotonía en la vida de Alaina. En la selva, la cámara se vuelve más impresionista, con una gama de colores vibrantes que acentúan el carácter onírico del relato. El segmento en blanco y negro evoca el clasicismo cinematográfico pero lo subvierte a través de la mirada indígena.

El sonido también es fundamental en la construcción de esta atmósfera enigmática. Alonso emplea el silencio de manera expresiva, intercalándolo con el murmullo del viento, el crepitar de la vegetación y los ecos de los diálogos en el aire. La ausencia de música incidental acentúa la sensación de extrañamiento y refuerza la experiencia inmersiva.

Dentro del filme, tenemos la participación de Viggo Mortensen, es breve pero significativa, marcando un reencuentro con Lisandro Alonso tras Jauja (2014). En esa película, Mortensen encarnaba a un hombre en busca de su hija en una Patagonia espectral, en un viaje que se convertía en una odisea existencial. Aquella exploración del extravío y la incertidumbre resuena también en Eureka, donde el actor se suma a un elenco que encarna la resistencia cultural y la lucha contra el olvido.

Eureka es una película que demanda paciencia, aspecto que le puede pasar factura, ya que no es una película que ofrezca resoluciones fáciles ni se preocupa por crear una claridad narrativa; en su lugar, propone una experiencia cinematográfica que se vive como un estado de trance. Es una obra que rehuye de la urgencia, del consumo rápido y nos obliga a contemplar, pero el paso del tiempo se siente, especial en la historia de las Amazonas. 

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