Demon Slayer: Kimetsu no Yaiba – Castillo infinito | Review

Demon Slayer: Infinity Castle inaugura la trilogía final de la saga con una espectacular animación y batallas memorables, manteniendo el sello visual. Sin embargo, no es una película autoconclusiva: depende totalmente del contexto de la serie y puede sentirse más como una temporada extendida que como un filme.
Demon Slayer: Infinity Castle (2025)
Puntuación:★★★★
Dirección: Haruo Sotozaki
Reparto animado
Disponible en cines

Cada generación tiene un anime-evento que marca un antes y un después. En esta última década lo fue Kimetsu no Yaiba o Demon Slayer, que comenzó en 2019 con una temporada que dio un salto inesperado a la gran pantalla en 2020 con su película Infinity Train. Esta se convirtió en la cinta más taquillera de ese año (primera producción no estadounidense en encabezar la lista anual) y en la película de animación japonesa más taquillera en Japón (un título que mantenía Spirited Away de Hayao Miyazaki). Después de eso, el anime siguió encabezando listas de lo más visto en diferentes servicios de streaming, y cada temporada rompía nuevos récords de visualización. Ahora, siete años después del estreno de la primera temporada, llega a cines la primera entrega de la trilogía que cerrará definitivamente la historia de Tanjiro Kamado y su hermana Nezuko.

En Infinity Castle empieza la batalla final contra el malvado Muzan Kibutsuji, escondido en algún lugar de su fortaleza infinita, rodeado por cientos de demonios que la Compañía de Cazadores de Demonios deberá enfrentar. Sin embargo, el camino será difícil, con la constante amenaza de las Lunas Superiores que lucharán contra los Hashira y el grupo protagonista de Tanjiro, Zenitsu e Inosuke, quienes están a punto de vivir la noche más larga de sus vidas, la que definirá el destino de todos los seres vivientes del mundo.

Dirigida por Haruo Sotozaki, director de la primera temporada y de la primera película de Demon Slayer, y adaptando el manga de Koyoharu Gotouge, nos entrega el primer acto de una trilogía que eleva el material original y lleva la animación a nuevos estándares de calidad, prometiendo ser un éxito masivo en todo el mundo.

La narrativa retoma al final del arco del entrenamiento Hashira, donde todos los guerreros caen en la trampa de Muzan y deben sobrevivir a cientos —tal vez miles— de demonios hambrientos que habitan una fortaleza viviente y cambiante, lo que dispersa a nuestros héroes y los enfrenta a la abrumadora diferencia de poderes que los arrinconará en todo momento.

A diferencia de entregas anteriores, aquí la acción inicia de inmediato, sin recapitulación. La historia nos lanza de lleno a diferentes partes del castillo, que funciona como estructura vertebral para el relato, facilitando la comprensión y el tránsito entre un duelo y otro sin perder coherencia. Está dividida en tres actos, fuertemente marcados por el duelo de Shinobu contra Douma, Zenitsu contra Kaigaku y culminando con Tanjiro y Tomioka contra Akaza (el antagonista principal de Infinity Train).

Así que, para dejarlo claro: esta no es una película autoconclusiva. Se necesita el contexto de la serie para entender el peso de cada batalla y personaje. Aun así, sí desarrolla a los protagonistas: cada uno es llevado a sus límites y, mediante varios flashbacks, se revelan detalles clave sobre su pasado y la razón por la que pelean, otorgando un fuerte peso dramático que conduce a resoluciones emocionantes.

En este aspecto, los personajes mejor desarrollados son Zenitsu, con una vendetta personal, y Akaza, como un villano trágico. La historia mantiene la idea de que los demonios fueron humanos, cada uno con motivaciones distintas, desde la tragedia hasta la crueldad pura. Algunos nacen malvados, otros se vuelven así y otros tienen oportunidad de redimirse: ese es el núcleo de la obra de Gotouge. Es la clásica lucha entre el bien y el mal, mostrando cómo una persona puede inclinarse hacia un camino u otro según su entorno, crianza o circunstancias.

El relato también reflexiona sobre la pérdida y la muerte: cómo cada personaje se involucra en esta batalla debido a la pérdida de alguien amado y la búsqueda de justicia. La obra explora la muerte como un hecho abrupto o natural, lo que lleva a meditar sobre el valor de la vida y la necesidad de seguir adelante a pesar de la tragedia, transformando el dolor en fuerza para mantener vivos los recuerdos de quienes amamos. Todo esto se encarna en Tanjiro, el joven que perdió a su familia y solo quiere salvar a su hermana, siempre eligiendo el camino correcto sin dejar de cumplir con su deber de eliminar a sus enemigos, pero mostrando empatía incluso hacia ellos.

En lo técnico, el estudio Ufotable vuelve a estar a la altura de sus capacidades, fusionando 2D y 3D de forma casi invisible, con un manejo de cámara dinámico en encuadres y escenarios que asombra por lo que logra capturar. Su paleta de colores brillantes, la iluminación, los cuadros por segundo y diversas técnicas hacen de cada batalla un espectáculo único. El montaje es ágil, transmitiendo tensión constante, pero también sabe cuándo relajarse con momentos cómicos o introspectivos. El apartado sonoro resuena en el cuerpo, y la música, aunque no tan memorable como en entregas anteriores, sigue siendo emocionante y épica.

No obstante, la película no escapa de varios clichés del nekketsu: deus ex machina, largos monólogos explicativos durante las batallas o múltiples flashbacks que repasan el pasado de los personajes.

Esta primera entrega de la trilogía del Castillo Infinito empieza muy fuerte. Conserva tanto las fortalezas como las debilidades de la obra original, aunque sus defectos no arruinan la experiencia. Sin embargo, no funciona del todo como película autónoma: se siente más como ver una temporada completa, con momentos en que la historia se alarga y sin un final propiamente dicho (más bien, una invitación a esperar lo que sigue). Aun así, logra desarrollar mejor ciertos elementos del manga y elevar los momentos emocionales al máximo, entregando pequeñas resoluciones satisfactorias y memorables para cada personaje. 

Nota para el autor: objetivamente sería un 3 o 3.5, porque como película no funciona sin el contexto de la serie y puede resultar tediosa al pasar de pelea en pelea sin un arco narrativo autónomo. Sin embargo, le doy un 4 por mi fanatismo hacia la franquicia.

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