Jim Jarmusch firma su película más íntima y melancólica. Este tríptico familiar, dividido entre EE. UU., Dublín y París, transforma los silencios y las repeticiones en un retrato sobre la fragilidad de los lazos afectivos.
FICM 2025 | Father Mother Sister Brother (2025)
Puntuación: ★★★★
Dirección: Jim Jarmusch
Reparto: Adam Driver, Tom Waits, Cate Blanchett, Vicky Krieps y Charlotte Rampling.
Jim Jarmusch, el poeta zen del cine independiente norteamericano, regresa con Father Mother Sister Brother, una obra que confirma su estatus como uno de los últimos autores verdaderos del cine contemporáneo. Desde sus inicios con Stranger Than Paradise (1984), Jarmusch ha hecho del vacío, del gesto y del silencio, los ejes de su estética. Su cine ha sido siempre un mapa del desencuentro: hombres y mujeres que cruzan caminos sin comprenderse del todo, atrapados entre la banalidad y la melancolía. Pero aquí, por primera vez, ese desencuentro se pliega sobre sí mismo, se vuelve íntimo, doméstico, casi confesional. Si Paterson (2016) fue un poema sobre la rutina y la belleza mínima, Father Mother Sister Brother es su elegía: una meditación sobre la memoria, el tiempo y los lazos invisibles de la familia.
Dividida en tres actos —“El Padre”, “La Madre” y “La Hermana Hermano”—, la película articula su narrativa como un tríptico emocional donde cada pieza refleja y contradice a la otra. Jarmusch, que ya había explorado la estructura antológica en Mystery Train o Night on Earth, vuelve a ese formato con una madurez que roza la serenidad. En cada historia, las repeticiones —un reloj, un viaje en coche, una taza de café, un niño en monopatín— funcionan como ecos de una misma melodía sobre la imposibilidad de conocer realmente a los que amamos.
En “El Padre”, Tom Waits, en un rol que parece escrito a su medida, encarna la figura del hombre erosionado por el tiempo. Adam Driver y Mayim Bialik, como los hijos, se mueven en torno a él con una mezcla de afecto y desconfianza, en un encuentro que es más incómodo que reconciliador. La historia norteamericana del film es, en el fondo, una comedia trágica sobre el orgullo y la vulnerabilidad masculina, sobre padres que se ocultan detrás de máscaras de autosuficiencia.

En “La Madre”, Charlotte Rampling, Cate Blanchett y Vicky Krieps convierten un té familiar en una batalla contenida de miradas, silencios y omisiones. Aquí, Jarmusch adopta un tono teatral que roza lo beckettiano: las palabras pesan menos que los gestos, y la cortesía funciona como escudo emocional. La frialdad de Dublín, los interiores impecables y la luz gris reflejan una distancia afectiva que ni siquiera la memoria logra calentar.
“La Hermana Hermano”, el último capítulo, transcurre en París, y allí el tono cambia. Indya Moore y Luka Sabbat encarnan una relación fraternal que, a diferencia de las anteriores, parece guiada por la ternura. El duelo por la muerte de sus padres no genera rencor, sino contemplación. Jarmusch filma los objetos familiares —fotografías, cartas, muebles apilados— con el mismo respeto con que en otras películas filmaba los rostros. Aquí, los recuerdos son personajes; los silencios, oraciones.
En conjunto, Father Mother Sister Brother se siente como una síntesis espiritual de la carrera de Jarmusch. Su estilo sigue intacto: los planos fijos que respiran, los diálogos mínimos, los gestos que rozan lo cómico, la música que acompaña sin subrayar. Pero hay algo distinto: una vulnerabilidad nueva, un cansancio hermoso. Si Broken Flowers hablaba de la soledad y el arrepentimiento, este film habla de la aceptación. Es un cine que ya no busca respuestas, solo gestos de paz.

Ganar el León de Oro en Venecia con una película tan silenciosa y aparentemente “menor” es casi un acto poético: una reivindicación de la lentitud y la contemplación frente a la ansiedad narrativa del cine contemporáneo. Jarmusch no moraliza ni dramatiza; simplemente observa cómo los vínculos se deshilachan y, aun así, conservan algo luminoso. Su mirada, más que nostálgica, es meditativa: un recordatorio de que, incluso en la incomunicación, hay belleza.
En su aparente simplicidad, Father Mother Sister Brother condensa toda la filosofía jarmuschiana: la búsqueda de sentido en lo insignificante, la ternura escondida en el desencuentro. Es, quizás, su obra más emocional desde Broken Flowers, pero también la más serena. Un filme que no pretende conmover, sino acompañar al espectador en la reflexión más universal: la del paso del tiempo y el amor imperfecto que nos une a quienes llamamos familia.