Kruithof intenta construir una película interesante sobre las contradicciones, manipulaciones y miserias de la clase política francesa, que se debilita debido a la poca profundidad de sus personajes, incluso Isabelle Huppert no logra brillar como debería.
Promesas en París (2021)
Puntuación: ★★★
Dirección: Thomas Kruithof
Reparto: Isabelle Huppert, Reda Kateb, Naidra Ayadi, Jean-Paul Bordes, Mustapha Abourachid y Soufiane Guerrab,
Disponible: Filmin
La ambición es la ruina de muchos buenos políticos, y es la base con la que Thomas Kruithof construye su nueva cinta, que sigue a una alcaldesa francesa cuya reputación de integridad se pone a prueba ante la posibilidad de ocupar un alto cargo. Las fallas morales de los funcionarios electos deberían tocar una fibra sensible en la mayoría de las sociedades y el atractivo comercial de esta historia se ve mostrada por un fantástico elenco liderado por Isabelle Huppert y Reda Kateb.
La cinta sigue la tendencia moderna de cuestionar la fe en el discurso político, con los problemas endémicos de las periferias empobrecidas de las grandes metrópolis y los medios para remediarlo, que se asienta en la compleja intersección de la voluntad pública, la voluntad individual deseos y el hambre de poder.
El filme configura todos estos temas y sus múltiples desarrollo con reuniones de barrio, entrada a edificios en ruinas en poder de los terratenientes, cuyos habitantes sólo pueden desesperarse, la modificación altamente reactiva de las estrategias de persuasión a nivel municipal, la suspensión de cargos ministeriales por parte del círculo interno del gobierno, negociaciones con el altos comisionados a cargo de otorgar extensos contratos públicos para la renovación de viviendas en la región, adicionalmente el filme también agrega las luchas de poder dentro de los diferentes partidos políticos.
Promesas en Paris va sobre un par de políticos cómplices y experimentados que trabajan a nivel local: la alcaldesa Clémence (Huppert) y su principal secretario privado Yazid (Kateb); ella llega al final de su segundo mandato y tiene previsto ceder el mando a su diputada Naidra durante las próximas elecciones que ya se vislumbran en el horizonte. Por otro lado, Yazid oriundo de un barrio más pobre, espera ampliar sus horizontes tras la jubilación “de su admirada jefe” continuando su ascenso dentro de la capital. La pareja tiene un último desafío en sus manos: obtener 63 millones de euros en subsidios para salvar Bernardins y sus miles de viviendas.
Pero el gobierno no está convencido, porque la asociación de inquilinos está en guerra con la administración, porque ciertas personas que se esconden detrás de testaferros se benefician de la miseria de otros como creando espacios para inmigrantes en pésimas condiciones. Al mismo tiempo, el miedo al vacío que supondrá el final de su carrera comienza a apoderarse de Clémence, que se ve atrapada entre dejar su vida política o decidir pasar más tiempo con su familia.
El problema de la cinta, es que quiere abarcar los diversos componentes de la trama, como es la toma de decisiones en sus diferentes ambientes pero nunca los termina por desarrollar, dejando que uno como espectador nunca logré conectar con lo que pasa ni con los personajes, eso teniendo una historia cautivadora y altamente llamativa.
A todo eso hay que sumarle la relativa falta de profundidad a la hora de explorar las identidades de los personajes: el personaje de Isabelle Huppert se basa principalmente en el carisma de la actriz, mientras que el talento de Reda Kateb se ve relegado a ser solo un peón en el juego de su jefa. Un inconveniente que no resta pertinencia a una película que disecciona inteligentemente la realidad cotidiana de la política y las promesas de los políticos que nunca terminan de ejecutar.