Un nuevo cuento melancólico del maestro Kaurismäki, quien aprovecha al máximo su imaginario para crear un romance absurdo (en el buen sentido) que se aleja de cualquier cliché o convencionalismo, derivando en un relato tierno y deprimente a la vez.
CRFIC 2023 | FICM 2O23 | Fallen Leaves (2023)
Puntuación: ★★★★
Dirección: Aki Kaurismäki
Reparto: Alma Pöysti, Jussi Vatanen, Anna Karjalainen, Alina Tomnikov, Kaisa Karjalainen
Aki Kaurismäki es el sinónimo de desamor extravagante: su sello característico reside en representar en pantalla situaciones que beben de lo absurdo y lo mundano del día a día, con el fin de encontrar, en medio de lo irracional, un mensaje casi poético cargado de belleza y un profundo sentimentalismo. En su más reciente producción, la aplaudida “Fallen Leaves”, que ganó el Premio del Jurado en la edición del Festival de Cannes de este año, toma esas mismas ideas y las eleva en un cuento encantador, bizarro y francamente disfrutable.
Moviéndose entre la comedia romántica y el drama existencial, el filme no pierde tiempo en presentar a sus dos protagonistas, Ansa (Alma Pöysti) una mujer soltera que vive en Helsinki y trabaja, a cambio de bajos sueldos, en supermercados o fábricas de plástico. Una noche, en u bar-karaoke local, se encuentra con otra alma solitaria, un hombre llamado Holappa (Jussi Vatanen), que sufre una severa adicción al alcohol, lo que le impide generar algún tipo de progreso en su miserable existencia. Juntos y contra todo pronóstico, intentan construir una relación, cargada de malentendidos, confusiones, decepciones y situaciones extrañas que se escapan de toda lógica.
En este tipo de obras lo que se espera es el típico arco de enamoramiento entre dos personas distintas y opuestas, con los altibajos que esto supone, sin embargo, el filme toma una ruta totalmente contraria, al construir un relato fuerte y sincero sobre la depresión y la soledad que dos adultos pueden experimentar, haciendo énfasis en la nula comunicación que existe entre ambos y las dificultades que el simple hecho de conversar puede acarrear en un mundo donde parece que todo lo que se tenía que decir ya fue dicho y el resto es un accesorio o aditamento innecesario.
Tomando el desagradable conflicto bélico entre Rusia y Ucrania como fondo de la historia, llama la atención el cómo Ansa utiliza su radio en busca de música o algo que le ofrezca una distracción de su rutina, encontrándose en repetidas ocasiones reproducciones de noticias trágicas sobre la guerra y el estado tan negativo en el que se encuentra el mundo, llenando su ya complejo entorno de un aire oscuro y casi derrotista, una situación sobre la cual es fácil empatizar al ser parte de una sociedad post-pandemia que tiene heridas abiertas sin cicatrizar.
Como es de esperar, el enfoque limpio y directo de la cinematografía se aleja de planos elaborados o movimientos de cámara agresivos, dirigiendo sus esfuerzos hacia el desarrollo de una estética cálida, cuya puesta en escena es cuidada desde su misma concepción, cada aspecto del diseño de producción refleja atención a los detalles y un minucioso trabajo en representar el mundo aburrido (y a la vez maravillosos) en la que sus personajes transitan.
Otro aspecto que puede pasar desapercibido, pero que a su vez refleja la pasión tan grande que Kaurismäki tiene por la cotidianidad, es la genuina emoción que se refleja en el rostro frío y tosco de Ansa cuando se le ofrece un café o la posibilidad de disfrutar de una película en el cine, son esos instantes los que de alguna u otra manera le brindan sentido a nuestra existencia, algo que el filme tiene claro y retrata de manera sencilla y efectiva.
Más allá de lo mencionado, el principal catalizador del filme es el alcoholismo como adicción y como enfermedad, donde Holappa ve sus sueños y oportunidades destruidas una tras otra sin tomar acción, incluso poniendo su vida en riesgo. Existen referencias al slow cinema dentro de su absurda narrativa y la manera en que sus personajes hablan o se expresan, donde la más clara es a Jim Jarmusch, colocando varias escenas de “The Dead Don’t Die”, su mpas reciente obra en la que crea una parodia del subgénero de zombies, una alegoría curiosa hacia la forma en la que vivimos en la sociedad moderna, siguiendo instintos o impulsos en busca de recompensas rápidas.
Como un todo, “Fallen Leaves” funciona como una sólida y pequeña historia de amor, extraña y deprimente en su planteamiento pero alegra y entretenida en su ejecución, gracias al excelente trabajo actoral de todo el reparto y el sentido tan claro de la comedia y el romanticismo que su experimentado director posee.