Demián Rugna nos ha dado la gran película de terror del año. Un festival de ingenios sobre posesiones demoníacas ubicado en la Argentina rural.
Cuando acecha la maldad (2023)
Puntuación: ★★★★
Dirección: Demián Rugna
Reparto: Ezequiel Rodríguez, Damián Salmón, Salvina Sabater, Virginia Garofalo, Paula Ruibnsztein y Luis Dziembrowski
Disponible: VOD Google Play
Unos disparos suenan a altas horas de la noche, solo sabemos que estamos en algún lugar ubicado en la Argentina rural. Los hermanos Pedro y Jimi salen a investigar a la mañana siguiente y descubren un cuerpo, o mejor dicho partes de un cuerpo. La situación se va volviendo más extraña cuando las pistas los llevan a una parte de la propiedad y encuentran una persona infectada por un demonio, estas personas se les llama “embichados”; este lleva ya un tiempo en ese estado, por lo que su cuerpo se ha convertido en una masa de carne supurante, y es solo cuestión de tiempo de que el demonio que posee a esta pobre alma nazca y cause maldad en la comunidad local. Sin embargo, cuando ellos y su vecino Ruiz intentan deshacerse del infectado, sin saberlo y sin medir las consecuencias, liberan al demonio en la comunidad, poniendo a todos en grave riesgo.
Dentro del universo que construye el director hay una serie de reglas que vamos a ir descubriendo conforme se van desarrollando los eventos. Dichas reglas oficiales que deben seguirse para detener la propagación de este mal viral, incluye la de tener un “limpiador” autorizado por el estado, este es el que debe exorcizar a los podridos. Otras reglas incluyen no usar luces eléctricas, mantenerse alejado de los animales, nunca tocar al podrido y nunca llamar al mal por su nombre.
A diferencia de otras narrativas de posesión, esta no es una batalla directa entre el bien y el mal. Rugna ha creado un mundo en el que la religión, las iglesias (y, de hecho, la fe) se han vuelto completamente obsoletas. Pedro y Jimi toman una decisión estúpida tras otra; estos no son héroes ni altruistas, son solo personas desordenadas y egoístas que su única determinación es proteger a sus seres queridos a toda costa. Rodríguez y Salomón los actores que dan vida a estos hombres logran transmitir muy bien esas emociones humanas. El hecho de que conozcan las reglas no significa que tengan la fuerza para seguirlas cuando se les presenta tal terror.
Demian Rugna lleva su premisa al extremo, superando los tropos del terror más tradicional y adentrándose en un territorio cada vez más incómodo, fascinante e incluso desagradable, esto gracias a la buena construcción de la atmósfera y brillante trabajo de los efectos prácticos: una gran cantidad de pus, forúnculos y bilis borran los reconocibles rasgos humanos del hombre infectado y lo convierten en un monstruo. Rugna tiene una visión sorprendente que se destaca en el abarrotado subgénero de posesión demoníaca.
Rugna emplea un interesante equilibrio entre anticipación y sorpresa. Hay momentos de anticipación que uno como espectador sabe que algo va a ocurrir, momentos que el director lo sabe construir y nos dijera: “Aquí tienes. Esto es lo que voy a hacer a continuación. Tú lo sabes y yo lo sé”, y todavía – ¡AÚN! – Te sorprende muchísimo cuando ocurren. Todavía hay otros momentos que Rugana no te deja ni gritar de la sorpresa, ya que el ingenio de este es distraerte con algo o con un diálogo mientras te preparas para golpearte con la otra.
Aquí de verdad hay varios momentos verdaderamente impactantes, especialmente cuando trastocan los tabúes normales que involucran a animales y niños; es posible que los espectadores de carácter sensible no lleguen a los créditos finales.
Cuando acecha la maldad es salvaje y grotesca, al mismo tiempo es una alegoría de la realidad en la Argentina rural, construida a modo de road movie en la que Rugna realiza una tesis sobre el mal como infección incontrolable.