La biografía de Bob Marley, el rey del reggae es un filme que resiste hacer el típico biopic, pero no puede evitar caer en el clásico enfoque narrativo y evitar indagar en aspectos importantes de la figura legendaria.
Bob Marley: La Leyenda (2024)
Puntuación: ★★
Dirección: Reinaldo Marcus Green
Reparto: Kingsley Ben-Adir, Lashana Lynch, James Norton, Tosin Cole, Umi Myers, Anthony Welsh, Nia Ashi y Ashton Barrett Jr.
Estreno en cines
Bob Marley: La Leyenda es la historia de una de las figuras más grande la música, en este caso el director Reinaldo Marcus Green decide cubrir una época del artista que son los eventos que ocurrieron a finales de los años 70, que son los años que consagraron al cantante y son los últimos años de vida de él. Hacer la película así se agradece porque evita ser el biopic de Wikipedia al uso, pero Green no es Pablo Larraín para hacer biopics elevados y diferentes, así que como es de esperar, el director cae en todos los check list que puede tener una película biográfica, aunque siendo sinceros el atractivo principal de la película son las canciones imborrables de amor y conciencia social que dejó Bob Marley.
Kingsley Ben-Adir interpreta a Marley mientras sobrevive a un intento de asesinato y deja Kingston y se va a vivir a Londres para aclarar su mente y recargar sus baterías creativas, creando finalmente su álbum más importante de su legado musical, ‘Exodus’. La actuación de Ben-Adir es por mucho encantadora, modesta y simpática, incluso me atrevería decir que le agrega un toque de sensualidad, al igual que la roba escenas Lashana Lynch como la esposa del cantante.
La película, que se desarrolla a lo largo de unos pocos años, nos presenta a Bob Marley (Ben-Adir) mientras intenta unir su patria jamaicana políticamente conflictiva, que se tambalea hacia la guerra civil, con un concierto gratuito. Pero días antes de la actuación, unos hombres armados entran en su casa y empiezan a disparar, hiriendo a Marley y su esposa Rita (Lynch). Marley continúa con el concierto, pero pronto envía a Rita y a sus hijos a Estados Unidos hasta que disminuyan las tensiones nacionales, y él se traslada al Reino Unido con su banda para trabajar en un nuevo álbum, que sería Exodus, considerado una obra maestra de la música por su franqueza lírica y su resistencia musical.
Marcus Green busca de todas las formas hacer un estudio sobre cómo este artista carismático y espiritual canalizó la angustia en alegría, y lo llevó al proceso creativo, pero esa visión nunca se ve reflejada en la película tanto por un guion que termina siendo sencillo, y un montaje plano y sin personalidad, aunque evita algunas de las tendencias más exasperantes del género. Los famosos socios creativos que orbitaban a Marley van y vienen sin desarrollo, y la película no se detiene para largas presentaciones de cada actor secundario importante. Por ejemplo, Chris Blackwell, el fundador de su sello Island Records e interpretado por James Norton, se presenta simplemente como ‘Chris’, además que Norton realmente está desaprovechado, no hace nada, es un personaje que lo podría interpretar cualquier persona, y así como ese caso hay muchos más, lo que lleva a que la cinta carezca de construcción de personajes como de trama, y simplemente se dedique a contarnos algo que podemos leer en libros o en Wikipedia.
Green, uno de los cuatro escritores acreditados en el guion, examina el tumultuoso pasado de Marley a través de flashbacks melodramáticos, brindando una explicación simplista de por qué este músico estaba tan motivado y atormentado. (Según la película, nunca superó el abandono de su padre blanco). Además, intenta hacer demasiado en su tiempo de ejecución relativamente corto, trazando la realización de ‘Exodus’ por parte de Marley, su creciente fricción con Rita, que está cansada de su mujeriego esposo, y las consecuencias inesperadas de su creciente celebridad, pero todos estos temas los explora de manera tan superficial que da pena; el guion nunca indaga ni profundiza en nada de estos aspectos, solo los menciona para dizque darle matices al personaje. Lo mismo ocurre con la fe de Marley y su tensa conexión con su tierra natal cuando está en el extranjero.
Ben-Adir demuestra una vez más su facilidad para interpretar a figuras icónicas. El Marley que construye es un hombre imperfecto, pero decente, pero aunque Ben-Adir logra el dialecto distintivo de su personaje, no puede capturar completamente su presencia eléctrica en el escenario ni su manera de ser. La película termina con imágenes del Bob Marley real, y la comparación con Ben-Adir no es favorable, quien se siente más cómodo transmitiendo el comportamiento amable y terrenal del cantante, que la figura famosa.
Lo mejor de la película es la actuación de Lynch como Rita, una mujer que ama a su esposo (y canta como coro en su banda), pero teme que él se aleje a medida que se vuelve más famoso. Desafortunadamente, el personaje está poco desarrollado, por lo que cuando Rita se enfrenta a Marley, su argumento parece extrañamente arbitrario, ya que en ningún momento la cinta construyó algo para llegar a ese momento, si es arrolladora Lynch y se come la película, pero la falta de contexto derrumba ese aspecto.
Así que el resultado de la cinta es que tenemos la típica película biográfica musical, una que ofrece momentos coloridos en lugar de perspicacias agudas. Sigue siendo un misterio cómo creó canciones tan poderosas en tiempos tan difíciles.