Cerrar los ojos | Review

El nuevo largometraje del maestro Víctor Erice luego de una pausa de 30 años, es una película dentro de otra película que hace una reflexión sobre la memoria, el envejecimiento y el cine mismo.
FICM 2023 | Cerrar los Ojos (2023)
Puntuación: ★★★½
Dirección: Víctor Erice
Reparto: Manolo Solo, José Coronado, Ana Torrent, Petra Martínez, María León y Mario Pardo

El director español Víctor Erice, de 82 años, solo había estrenado anteriormente un total de tres largometrajes, su obra maestra El espíritu de la colmena en 1973, El sur en 1983 y El sol del membrillo en 1992, y ahora 30 años después ha estrenado su cuarto largometraje Cerrar los ojos, co-escrito por el mismo Erice junto a Michel Gaztambide, cuyo título podría interpretarse como una despedida al cine por parte del cineasta, razón por la que salió de su letargo. 

La cinta es una obra misteriosa, digresiva, larga, de una poseedora riqueza y de una construcción vaga, que habla sobre el equilibrio entre la memoria y el olvido cuando llegamos al camino final de nuestras vidas. Pero también se trata del cine, y como esas imágenes se quedan en la memoria, unas que en ocasiones ayudan a reconstruir el pasado y a no olvidar; lo cual también se puede interpretar como un mensaje de Erice, en como las nuevas generaciones no saben quién es él, haciendo que él mismo sea parte de ese olvido, esto debido a su larga ausencia de la gran pantalla. 

Erice utiliza la cultura cinematográfica para explorar esos traumas personales, pero al mismo tiempo los utiliza para hablar de los traumas políticos del pueblo español, un pasado con grandes vacíos y una amnesia colectiva. Sin embargo, esas metáforas se van subrayando en la trama, más nunca están ancladas a la historia con tanta eficacia como si lo hizo Almodóvar en Madres paralelas, que también hablaba de la memoria histórica. 

Cerrar los ojos inicia con una escena que se desarrolla en algún lugar de la Francia rural, aparentemente en 1947. En un castillo decadente, un anarquista, aparentemente huyendo de las fuerzas de Franco, es contratado por un compatriota para viajar a Shanghai para encontrar a su hija separada y traerla de regreso. Sin embargo, pronto se revela que esta escena atmosférica es una de las dos únicas escenas que quedan de una película dirigida en 1990 por Manolo Solo (Miguel Garay), quien no pudo completarla porque Julio Arenas (José Coronado), el actor que interpretaba al investigador, desapareció durante el rodaje y nunca más se le volvió a ver. 

La película hace un salto de tiempo hasta 2012, cuando Manolo es invitado a un popular programa de televisión sobre personas desaparecidas para discutir el caso Arenas. Manolo se nos presenta como una persona introvertida y melancólica que nunca más volvió a dirigir otra película (otra comparación con Erice). Sorprendentemente, aprendemos poco sobre él o sobre sus verdaderos motivos para decidir repentinamente perseguir el fantasma de Julio después de tanto tiempo. En una escena llena de nostalgia por el cine analógico y tristeza por su desaparición, se encuentra con el antiguo montador de la película, convertido en archivero de celuloide. Luego se comunica con una cantante argentina que alguna vez fue su amante y de Julio, para después regresar a su casa ubicada en una playa de Almería, donde la película sin razón aparente decide perder el tiempo mostrándonos la vida de Manolo, lo vemos hablando con su perro, compartiendo con sus vecinos, tocando la guitarra, cantando una canción. Finalmente, casi dos horas después, algo sucede, cuando una trabajadora social llama al programa de televisión con nueva información sobre el paradero de José.

Cerrar los ojos logra generar una carga emocional en su última media hora, mientras explora cuestiones de identidad y lo que queda cuando la memoria se ha ido. Es en este punto es cuando por fin logramos ver el otro carrete existente de la película inacabada de 1990; y puede ser que es este punto al que quería llegar el maestro Erice, ya que la cinta se construye bajo un misterio, uno que el cineasta habla tal vez de su propia desaparición del cine.

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