La quimera | Review

Ambientada en la Toscana de los años 80, la nueva película de Alice Rohrwacher, es la historia de Josh O’Connor, un inglés enamorado que con su grupo de amigos saquean tumbas en busca de artefactos históricos. 
FICM 2023 | La quimera (2023)
Puntuación: ★★★½
Dirección: Alice Rohrwacher
Reparto: Josh O’Connor, Carol Duarte, Vincenzo Nemolato, Lou Roy Lecollinet, Giuliano Mantovani, Gian Piero Capretto y Isabella Rossellini

La nueva película de Alice Rohrwacher es la aventura de un grupo de ladrones de tumbas en las tierras baldías ubicadas de la Toscana Italiana; una obra que juega con la idea del existencialismo y con la fragilidad de las cosas bellas de la vida, y en como en cualquier momento podemos perder todo. Esto es lo que le ocurre al protagonista, un psíquico arqueológico interpretado por Josh O’Connor con un italiano muy bien logrado. La quimera es por mucho una película extraña, con una construcción lenta que al igual que sus personajes poco a poco, iremos desenterrando hacia donde quiere llegar Rohrwacher. 

Ese factor es determinante en la construcción del filme, ya que el guion se toma un tiempo para ir comprendiendo al personaje de O’Connor, Arthur, un inglés irascible solo quiere usar un mismo traje de lino arrugado, se peleó con un harapiento grupo de veinteañeros italianos en el pueblo al que se le ve regresar, cuando comienza la película. Arthur es una especie de un chamán destartalado que vive en una choza construida con láminas de zinc. 

Como en sus anteriores locuras rurales, Rohrwacher toma el entorno físico y lo convierte en un paisaje onírico y en parte un cuento popular moderno. El “cuándo” de la acción es igualmente escurridizo: los cortes de pelo, ropa y automóviles sugieren que estamos a finales de la década de 1980, pero el tiempo se mueve en varias direcciones, especialmente cuando estamos completamente con Arthur y lo vemos perderse en sus memorias.

Arthur resulta ser un adivino de espacios enterrados, para encontrarlos se mete en un trance que lo deja agotado. En ocasiones utiliza una rama de un árbol joven en forma de ‘Y’, está lo que hace es advertirles donde cavar y así encontrar las tumbas etruscas que, dependiendo de si los tombaroli (ladrones de tumbas) ya las han visitado, pueden contener o no ajuares funerarios de terracota, mármol, bronce u oro. El grupo de amigos del pueblo dirigidos libremente por Pirro (Vincenzo Nemolato), son un grupo de oportunistas que han adoptado a Arthur como su guía espiritual para conseguir dinero fácil.

En cierto modo los amigos, viven al día, tranquilos y libres, tomando vino y jugando cartas, como los estereotipados etruscos modernos que representan (también se sugiere que son respetuosos con los derechos de las mujeres y abiertos a la fluidez de género). Correr bajo su camaradería y admiración por las cosas bonitas que encuentran en cámaras excavadas minuciosamente a mano en la roca de toba es una vena de violencia que pasa cada vez más a primer plano, antes de que La Quimera vire hacia un final onírico. 

La historia le dedica un tiempo a la decadente villa aristocrática habitada por la imperiosa ex cantante de ópera llamada Florea (Isabella Rossellini) y la torpe Italia (Carol Duarte), la aspirante a soprano que aceptó cuando era estudiante, pero que usa y abusa como criada. Hablando unas sobre otras, el grupo de hijas adultas de Flora entran y salen como arpías quejosas; entre el grupo de hijas de Flora está Beniamina, con quien Arthur estaba comprometido, pero que desde hace un tiempo desapareció.

Rohrwacher juega bastante con sus ideas y algunos elementos para armar todo lo que quiere decir en la su película: los personajes hablan directamente a la cámara, un bardo cuenta la historia de Arthur como un poeta trovador, ciertas secuencias están cómicamente aceleradas; esto en ocasiones hace que el espectador pueda conectar con la trama, haciendo que la estructura pierda en ocasiones un equilibro, pero la cineasta se las arregla para enderezarse. 

La quimera es una obra que nos cuenta las aventuras de un mundo fuera de lo común, donde la naturaleza ha sido devastada, los muertos profanados, la tierra marcada por cosas triviales. Pero a pesar de todos los eventos ocurridos, Rohrwacher nos dice que pese todo lo horrible que somos como personas siempre hay belleza, una que vale la pena salvar, y eso lo marca en los eventos del tercer acto.

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