De muchos de los temas que vemos en el cine, la exploración del crecimiento y el paso a la mayoría de edad, es uno de los más explorados, ya que es punto de vista en que las audiencias se pueden conectar fácilmente debido a que muchos de los componentes se pueden sentir genuinos, al mismo tiempo ayuda a que muchas personas puedan disfrutar o reírse de esos eventos porque es la etapa donde el ser humano puede reaccionar impulsivamente. De hecho, el paso a la edad adulta es, a su manera, tan artificial como el terror o la comedia romántica. La vida real es mucho más desordenada e insatisfactoria, y las resoluciones del romance o la amistad o las relaciones con tus padres no ocurrirán al menos hasta los 20 años, si es que ocurren.
Didi (que en chino significa “hermano menor”) tiene todo eso que gusta en una buena película sobre la adolescencia, en este caso es una película cuasi autobiográfica de Sean Wang que carga con una ligera frescura al ya interesante tema.
La película se desarrolla en Fremont, California, en 2008, un mundo en el que Facebook está ganando terreno frente a Myspace y los niños suben vídeos de patinaje a YouTube. Al igual que Saltburn, de Emerald Fennell, esta película utiliza la comedia adolescente Superbad como un gran marcador de la cultura pop. (El hecho de que Superbad esté protagonizada por Jonah Hill puede tener la intención de ser un recordatorio subliminal de la propia película de Hill sobre un skater holgazán, Mid90s, que aquí ha sido una gran influencia).
Izaac Wang interpreta a Chris, un chico taiwanés-estadounidense en sus primeros años de adolescencia, que vive con su madre Chungsing, interpretada tierna y simpáticamente por Joan Chen, junto con su hermana mayor, Vivian, que siempre está furiosa, y su abuela y suegra de Chungsing, Nai Nai. El padre de Chris está en Taiwán, supuestamente para ganar dinero y poder mantener a la familia a flote.
Chris pasa el rato con su grupo de amigos, quienes dicen cosas groseras como: “Tu mamá es gay”, “Tiene cáncer, amigo”, “¿Puedes ser gay y tener cáncer?”. Está locamente enamorado de Madi (Mahaela Park), pero su cita inicialmente prometedora se convierte en un festival de incomodidad que provoca vergüenza ajena, tal vez porque ella ha dicho que él era atractivo para ser un asiático. Y cuando Chris intenta pasar el rato con algunos patinadores súper geniales, esto también se convierte en una calamidad debido a su afirmación de que solo es “mitad asiático” provocando cierta incomodidad en el chico.
La película es todavía más interesante, ya que no cae en los lugares comunes, eso se refleja con su final, uno donde no ofrece un cierre básico. Chris se vuelve violento con un matón que conoce a Madi y no se arrepiente especialmente de ello (ya se ha peleado con un niño mayor y recibió una paliza brutal como resultado de morder el pezón de su oponente). Además, su relación con Madi no es la que cabría esperar. Hay algo más convencional en su creciente aceptación de su madre, pero ella no se comporta de la manera aceptada, y tampoco lo hace su abuela, que se niega a adaptarse a las reglas de las películas sobre el paso de la infancia a la adultez y que le obligan a morir entre lágrimas para beneficio catártico de todos.
La actuación reservada y efusiva de Wang es lo que le da el tono emocional al filme, no exagera en ningún momento, y hace que Didi termine siendo una película satisfactoria.