Florian Zeller regresa con la continuación de El padre, con Hugh Jackman como un abogado divorciado que accede a cuidar de su problemático hijo. Laura Dern, Vanessa Kirby y Anthony Hopkins completan el reparto.
El Hijo (2022)
Puntuación: ★★½
Dirección: Florian Zeller
Reparto: Hugh Jackman, Laura Dern, Vanessa Kirby, Anthony Hopkins, Zen McGrath, William Hope y Akie Kotabe
Disponible: Estreno en cines
Peter (Hugh Jackman) es un hombre acostumbrado al éxito, es un abogado poderoso, tiene una nueva pareja y un bebé, un elegante apartamento en Manhattan y aspiraciones de entrar en la esfera política, pero su vida da un giro cuando Nicholas (Zen McGrath), su hijo de 17 años de su primer matrimonio está pasando por una fuerte depresión. Peter naturalmente asume que puede solucionar el problema. Pero al intentar corregir los errores cometidos por su propio padre, en gran parte ausente, Peter no ve las señales de advertencia del deterioro de la salud mental de su hijo.
La segunda película de Florian Zeller está, como El padre, basada en una de sus propias obras de teatro. Sin lugar a dudas, es un material poderoso, pero su narración es bastante sencilla, incluso carece de la calidad de su brillante debut.
El Hijo es la segunda de una trilogía planificada de películas que tratan sobre varios aspectos de la salud mental, entre ellos temas como la depresión adolescente o la culpa de los padres. Pero a pesar de su evidente calidad, y en particular la interpretación desgarradora de Jackman, es inevitable sentir que la cinta se puede sentir un poco compasiva, agudamente observada pero también bastante convencional.
El primer indicio de que algo anda mal con el hijo de Peter viene con la noticia de que Nicholas ha faltado a la escuela. Y no solo un día aquí y allá: un mes completo de ausencias, durante el cual Nicholas había salido de casa como de costumbre, pero luego se quedó dormido y vagó por las calles. A sugerencia de Nicholas, se decide que se mudará con su padre. Peter casi logra ocultar sus dudas iniciales sobre la idea. Casi, pero no del todo. Y al menos por un tiempo, el niño parece prosperar. Comienza una nueva escuela. Sobresale en matemáticas. Incluso recibe una invitación a una fiesta. Pero solo porque sus padres quieren creer desesperadamente que Nicholas ha dado un giro, no significa necesariamente que sea así.
Un aspecto interesante de la película es la forma en que captura la calidad ligeramente inquietante de la depresión, la forma en que las personas se sienten incómodas en presencia de Nicholas. Zeller juega con imágenes emotivas con un efecto poderoso, como por ejemplo colocar un cuchillo, que la nueva pareja de Peter, Beth (Vanessa Kirby, excelente en un papel secundario) ha encontrado debajo del colchón de Nicholas, en el mismo marco que el nuevo bebé de la pareja sugiere subliminalmente que el niño podría ser tanto una amenaza para su hermanastro infantil como lo es para sí mismo. Y Zeller siembra la película con indicios de que Nicholas puede no ser digno de confianza: un par de aretes perdidos adquiere un significado bastante interesante.
La actuación de Zen McGrath es misteriosa, incluso casi siempre carga una mirada inexpresiva que podría transmitir a un joven adormecido por su miseria o podría sugerir algo más maligno en sus intenciones, lástima que su trabajo en ocasiones se pierda entre algunos diálogos simplones o poco emotivos, especialmente cuando se ocupa que su actuación eleve el material debido al impacto que tiene que tener.
Claramente, Zeller ha trabajado duro para divorciar el material de sus orígenes teatrales, cambiando constantemente entre ubicaciones (la obra original se desarrolla en una sola), además de agregar una escena completamente nueva con Hopkins, quien hace una aparición breve como el papá inquebrantable de Peter.
Un problema de la cinta es la historia que plantea, que, aunque sea de interés social como es la salud mental, el guion hace que se pueda sentir ajena a muchos, debido a que la depresión que carga el personaje se siente banal o incluso superficial, ya que su condición despierta por el motivo del divorcio de sus padres, y que el joven sea de una familia privilegiada, esto para muchos se va sentir como algo ridículo, ya que un divorcio es algo muy normal hoy en día, incluso muchas personas pasan situaciones más fuertes e impactantes, lo que deja al personaje de Nicholas como un simple chico mimado, caprichoso que solo busca llamar la atención, situación que lo lleva a tomar decisiones graves. Pero, cabe resaltar el acto final, uno donde la cinta se siente más humana y más conectada a tierra.
Por otro lado, el diálogo es muy escénico producto de su material de origen, cuyos resultados se sienten menos como una película y más como una telenovela de lujo, hasta la decoración del apartamento de Peter parece sacado de una telenovela de Telemundo.