Llaman a la puerta | Review

M. Night Shyamalan regresa al cine con una cinta de horror misterioso y apocalíptico donde su final es ambiguo o incluso poco satisfactorio.
Llaman a la Puerta(2023)
Puntuación: ★★½
Dirección: M. Night Shyamalan
Reparto: Dave Bautista, Jonathan Groff, Rupert Grint, Ben Aldridge, Nikki Amuka-Bird y Abby Quinn
Disponible: Estreno en cines

M Night Shyamalan lo ha vuelto a hacer como tantas veces en el pasado, logra crear una primicia interesante y un acto de apertura lo bastante brillante, para llegar a un cierre flojo, desordenado solo que en este caso no hay giros ni nada, simplemente una acto mal construido. 

Shyamalan regresa al cine para hablar sobre el apocalipsis una vez más, y en este caso toma la novela de terror publicada en el 2018 llamada La cabaña en el fin del mundo de Paul Tremblay, donde el director crea un ejercicio de claustrofobia tensa, provocando a la audiencia con la pregunta de si sus absurdas creencias son correctas, un acertijo complicado donde Shyamalan camina en una dirección que resulta  inquietante, y busca examinar la naturaleza del sacrificio y el vínculo entre padres e hijos.

La historia que plantea el filme es a la vez locamente exagerada y completamente insignificante, pero al mismo tiempo es ingeniosa con algunas emociones genuinas donde los personajes tienen una única motivación: salvar el mundo.

Aquí seguimos a una pareja casada Eric (Jonathan Groff) y Andrew (Ben Aldridge), quienes disfrutan de una escapada a una remota cabaña en el bosque con su joven hija adoptiva Wen (Kristen Cui) cuando reciben la visita de cuatro extraños liderados por Leonard (Bautista), un hombre gentil y serio. Leonard les explica que ellos cuatro han estado teniendo visiones sobre el fin del mundo, y esas visiones los llevó hasta esta cabaña. Ahora deben hacer que sus habitantes sacrifiquen a uno de los suyos para evitar el fin del mundo. Eric y Andrew no les creen, pero a medida que comienzan a aparecer noticias inquietantes en la televisión sobre catástrofes globales, comienzan a preguntarse si Leonard puede tener razón.

Shyamalan logra crear un primer acto lleno de escalofríos, mismo que está construida con una gran escena de diálogo entre Dave Bautista y la recién llegada Kristen Cui, interpretando a una niña chino-estadounidense de ocho años llamada Wen. Esta niña está jugando sola en un bosque idílico justo al lado de una cabaña, detrás de la cual pasan el rato sus dos papás homosexuales: el amable y dulce Eric y el feroz Andrew. Wen de repente se da cuenta de que un siniestro hombre se acerca pesadamente hacia ella: Leonard, quien se hace busca hacerse amigo de ella. ¿Pero qué quiere?

Leonard pronto con tres amigos más: Redmond (Rupert Grint), Ardiane (Abby Quinn) y Sabrina (Nikki Amuka-Bird), todos portando armas de aspecto extraño, y le explica pacientemente a esta niña que están recibiendo información sobre el destino del universo. El inminente fin del mundo solo puede evitarse si su familia toma algunas decisiones difíciles. Wen, Eric y Andrew tendrán que decidir cuál de ellos morirá voluntariamente para evitar la destrucción del planeta.

Aterradoramente, toman prisionera a la familia y en su idilio de fanatismo de culto logran tener un efecto hipnótico, casi persuasivo entre Eric y Andrew que cuestionan en todo momento lo que están escuchando. Sin embargo, el guión nunca se toma el tiempo para cuestionar esos detalles, o como el impacto de una religión pesa más que cualquier otro aspecto. 

Eventualmente, Shyamalan debe mostrar su mano y, sin estropear el final, la cinta encuentra una resolución al misterio central bastante ambiguo o incluso poco satisfactorio, incluso se puede decir que el guión toma el camino fácil para cerrar su misterio, es obvio que Eric y Andrew harán cualquier cosa para proteger a su hija, y Llaman a la puerta demuestra ser una metáfora efectiva, aunque algo obvia, de la ansiedad pandémica, que captura la incertidumbre y la paranoia de la época. 

Lo más interesante es ver la dirección a la que apunta Shyamalan, una que concluye de una forma sutil e inquietante, insinuando que, incluso cuando obtenemos respuestas a los terrores que nos rodean, todavía no nos sentimos seguros. 

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