La reina del fuego | Review

Jude Law se mete en la piel del tirano y vengativo infame rey Enrique VIII de Inglaterra, y Alica Vikander como la reina Catalina Parr, la sexta y última esposa de Enrique, la única que evitó el destierro o la muerte, en lo nuevo del cineasta Karim Aïnouz.
Firebrand (2023)
Puntuación:★★★
Dirección: Karim Aïnouz
Reparto: Alicia Vikander, Jude Law, Eddie Marsan, Ruby Bentall y Sam Riley 
Disponible: Google VOD

Jude Law sabe que tiene en sus manos uno de los personajes más enigmáticos de la historia de la humanidad, encarnar a uno de los monarcas más legendarios es un reto que muchos actores británicos desearían hacer en algún momento, y es por eso que Law aprovecha esa oportunidad y se roba escandalosamente cada escena; su Enrique VIII no está en sus mejores momentos de gloria con respecto al poder, ni tampoco con su salud, lo vemos ya en sus últimos meses de vida, por lo cual el Enrique VII de Law está terriblemente enfermo y enojado, mientras la intrigas palaciegas que corren en la corte Tudor están a la orden del día.

Basada en la novela de Elizabeth Fremantle, y dirigida por el cineasta brasileño Karim Aïnouz, haciendo su debut en un largometraje en inglés. Firebrand se concentra en la vida de la última esposa del rey, siendo ella el centro de atención de este drama que se desarrolla a fuego lento, mientras vemos a una meticulosamente contenida Alicia Vikander que camina por los largos pasillos de este castillo que Karin Aïnouz construye de forma sombría, lúgubre y lleno de tensión cuando Parr descubre las intenciones de su marido, lo que la lleva a buscar alguna manera de sobrevivir, sabiendo como terminaron sus predecesoras. 

La película se desarrolla en la década de 1540, cuando Catalina (Vikander) disfruta de su vida como reina, aunque es muy consciente del hecho de que las cinco primeras esposas de su marido, el rey Enrique VIII (Jude Law), sufrieron a manos de él, y dos fueron decapitadas por orden suya. Aun así, Catalina es independiente, inspirada por su amiga reformista radical Ana (Erin Doherty) para considerar formas en que el reino podría ser una sociedad más libre y mejor. La salud de Enrique está empeorando debido a una terrible infección en su pierna, y sus colaboradores más cercanos, incluido el obispo Gardiner (Simon Russell Beale), sospechan que su muerte puede llegar pronto. Sin embargo, el rey moribundo se obsesiona con la sospecha de que su esposa es desleal, poniendo su vida en peligro.

Apoyado por una banda sonora orquestal de Dickon Hinchliffe y una fotografía atmosférica llena de colores saturados que dan una sensación de asfixia por parte de Hélène Louvart, Aïnouz construye un filme con ciertas libertades históricas, pero que de cierta manera se sienten audaces, sin perder el foco correcto de los hechos históricos. Ese factor va en consonancia con el tono que el cineasta quiere hacer para la película, y todo eso se refleja en la forma que vemos al personaje de Vikander, quien ofrece un giro fríamente inteligente que se adapta a un personaje que tiene que ser prudente con lo que dice en palacio.

Por desgracia, Firebrand acaba socavando el suspenso, dejando a los espectadores con un drama bastante sencillo sobre un rey cuya inseguridad y paranoia aterrorizaban a todos los que le rodeaban. Law se apoya en la conducta caprichosa de Enrique, ofreciendo un retrato de ego y glotonería libre de cualquier sentido de vergüenza. Declarándose orgullosamente “el representante de Dios” y haciendo alarde de su voluntad de coquetear con otras mujeres cerca de Catalina, y sabiendo que Enrique hace mucho tiempo ya se vio corrompido por el poder.

A medida que el rey se enferma, Gardiner le aconseja que, en lugar de simplemente matar a Parr, de quien sabe que es amiga de Anne, obtengan pruebas de su deseo de sembrar la discordia en el reino. Así comienza una nefasta caza de brujas para sellar el destino de Catalina, y Firebrand puede resultar escalofriante en su descripción de la inexorable búsqueda de estos hombres para encontrarla culpable.

Pese a todas las intrigas palaciegas que vivió Parr, no es un spoiler señalar que, a diferencia de las esposas anteriores del rey Enrique VIII, ella logró sobrevivir a su marido y nunca perdió su corona. Bajo ese punto, Firebrand se puede sentir como una reivindicación al coraje de esta mujer, quien vivió un calvario lleno de tensión y angustia.

Lástima que el filme no logra argumentar muy bien estos detalles, pero se sostiene muy bien por dos intérpretes llenos de carisma, especial un Law que da miedo; y una puesta en escena espectacular, digna de ser nominada al Oscar.

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