Gasoline Rainbow | Review

Los hermanos Ross crean una película que carga un espíritu libre y casi de improvisación que sigue a un grupo de amigos que se dirigen a la costa como una última explosión antes de la edad adulta.
Gasoline Rainbow (2023)
Puntuación: ★★★½
Dirección: Bill Ross IV y Turner Ross
Reparto: Tony Aburto, Micah Bunch, Nichole Dukes, Nathaly García y Makai Garza 
Disponible en Mubi

Los hermanos Ross, se hicieron famosos como documentalistas experimentales con filmes como Bloody Nose, Empty Pockets, o la muy famosa película nominada al Oscar I Am Not Your Negro. Filmes retadores que te mostraban otra visión de la realidad actual, una que podía ser sucia, cruda, pero siempre con una sensación de autenticidad, y con algo de innovación.

Cosa que no se puede decir lo mismo de Gasoline Rainbow, que con su estilo de road movie, el viaje que plantea la cinta se siente como si los personajes estuvieran atravesando unos Estados Unidos sin rumbo. Es claro que los cineastas crearon el filme inspirado un poco en películas como Easy Rider o American Honey de Andrea Arnold protagonizada por Shia LaBeouf y Riley Keough. Solo que en este caso, los directores reclutaron un elenco de no actores, presentándoles escenarios diarios mientras sus personajes conducían a través de Oregón en una búsqueda para llegar al Océano Pacífico, combinando técnicas narrativas y no narrativas.

Cuyos resultados suelen ser interesantes mientras ofrecen una mirada sin adornos a la juventud, la libertad y la inestabilidad, aunque por momentos queda muy evidente las partes que son simuladas, lo que hace que la cinta tenga ciertos artificios, lo que lleva que uno como espectador no pueda conectar al cien con estos personajes, que sea dicho de paso son muy carismáticos. 

Básicamente interpretando versiones de ellos mismos, Tony Aburto, Micah Bunch, Nichole Dukes, Nathaly García y Makai Garza viven en un pequeño pueblo tranquilo de Oregón, aproximadamente a 500 millas de la costa del Pacífico. La cinta sigue el viaje de estos cinco amigos adolescentes que emprenden un viaje por carretera antes de que llegue la edad adulta, un vívido relato de viaje cuyo espíritu libre emula la improvisación de la película. Estos amigos, recién graduados de la secundaria, tienen poco que esperar mientras se preparan a regañadientes para encontrar trabajo. (Obtener un título universitario ni siquiera se menciona como una posibilidad). Subiéndose a una camioneta, planean caminar hasta el océano, que nunca han visto, y tal vez asistir a una mítica fiesta que han escuchado.

Estos adolescentes carecen sorprendentemente de aplomo o habilidad con la cámara, lo que emite un aire natural a medida que avanzan en su aventura, por eso los momentos actuados quedan muy evidentes. Poco a poco, empezamos a aprender sobre ellos: Tony es un coqueto, mientras que Mahai se lamenta de ser una de las pocas caras negras en su escuela. Cuando están juntos en la camioneta, hacen chistes tontos, recuerdan mal las letras de las canciones y hacen todo lo que está a su alcance para tratar de olvidar que, después de que termine este viaje por carretera, tendrán que enfrentar la dura realidad de ser adultos.

Lo mejor del filme es sin dudas que los directores evitan el drama falso de los reality shows con sus rivalidades infladas y su comportamiento exagerado. En cambio, nos ofrecen varios pasajes líricos y discretos, sin mencionar los momentos ocasionales de tedio cuando el camino se extiende frente a los personajes y los obstáculos ponen en peligro el viaje, como cuando les roban los neumáticos.

Los hermanos Ross rechazan los tipos cliché que son endémicos en una película de este tipo: no hay un deportista, una animadora, un sexpot o un ratón de biblioteca estereotipados. En cambio, pasamos tiempo con jóvenes comunes y de buen corazón provenientes de los márgenes de la sociedad que encuentran almas con ideas afines en su búsqueda.

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