La nueva película del director Lee Daniels es uno de los mayores desastres del año. Un filme de “terror” que cae en todos los tropos y los mezcla con un drama social que no logra convivir como el director cree que sí. Lo de Glenn Close es de vergüenza.
La Liberación (2024)
Puntuación:★
Dirección: Lee Daniels
Reparto: Andra Day, Glenn Close, Aunjanue Ellis-Taylor, Caleb McLaughlin y Mo’Nique
Disponible: Netflix
Si alguien me hubiera dicho que Lee Daniels podría hacer una película peor a la de The United States vs. Billie Holiday diría que está exagerando, pero la realidad es esa. El cineasta se ha vuelto a superar haciendo una película mucho más terrible que esa película sobre la película de Billie Holiday; pero lo más terrible de aquí es lo que ocurre con el personaje de Glenn Close, que nadie en su sano juicio se atrevería a pensar que la leyenda del cine puede hacer una campaña para los Oscar, a menos que hubiera trofeos por el uso de las pelucas más cutres o los prostéticos de dientes de tiburón más puntiagudos en la cara de un demonio de Glenn Close.
De verdad, lo que hemos escrito no es un chiste, es real, y daba pena verlo en pantalla. Daniels (el director de Precious) en su imaginación cree que hizo un thriller de terror sobre posesiones demoníacas basado en una “historia real” muy publicitada. Pero ciertamente no parece la historia real de nada de lo que podría haberle sucedido, entre 2011 y 2012, a Latoya Ammons, una madre de tres hijos de Indiana, que fue vigilada de cerca por el Departamento de Servicios Infantiles cuando sus tres hijos, de 7, 9 y 12 años, comenzaron a exhibir un comportamiento violento y misterioso.
Esta versión de Ammons, rebautizada como Ebony, está interpretada por la nominada al Oscar Andra Day (The United States vs. Billie Holiday), y en cierto modo entendemos su punto de vista, aunque también lo ignoramos, mientras la película muestra a sus hijos sumidos en una primera hora desoladora, tediosa y mal actuada (excepto por los niños). Finalmente, llega la explicación. En términos generales, “fue Satanás, todo el tiempo”, algo así como “El diablo me hizo hacerlo”. Incluso la trabajadora social profundamente desconfiada de Ebony (Mo’Nique) es finalmente testigo de cómo el niño más pequeño se libera de unas ataduras y se sube a una pared con los peores efectos visuales del año. Otro personaje que conocemos es el de Aunjanue Ellis-Taylor, una curandera a la que el guion se niega a llamar exorcista, a quien Daniels ha descrito en entrevistas, de manera bastante menos enfática, como una “persona de liberación”, cosa que es lo que menos hace en la película, ya que incluso en un momento dice que duda.
Puede que la historia real sea muy interesante e incluso fascinante, y claramente Daniels podría haber hecho una película brillante y sentida sobre el caso Ammons, cuyo concepto sobre la “posesión” se hubiera utilizado como una metáfora del racismo, el sexismo, la pobreza y el prejuicio de clases que crea disfunción y delirio en una familia en esta situación. Y por un momento, parece que Daniels está haciendo eso, con actuaciones robustas y potentes de Andra Day como la madre, pero la realidad es que realmente aquí no hay nada, no hay lecturas, no hay un desarrollo de personajes ni de trama.
El uso del terror es pobre, el director no sabe ni crear atmósferas, y los momentos del exorcismo es uno de los peores que se ha visto en el cine, haciendo el momento cursi y poco aterrador, lo que lleva a que la película sucumba en la estupidez pura y dura.