Los creadores de la maravillosa ‘Loving Vincent’ regresan con la sorprendente aunque sombría historia de una joven que cae en desgracia por el patriarcado, igualmente con una película pintada a mano.
La vida de Jagna (2023)
Puntuación: ★★★★
Dirección: DK Welchman y Hugh Welchman
Reparto: Kamila Urzedowska, Miroslaw Baka, Robert Gulaczyk, Sonią Mietielica y Ewa Kasprzyk
Disponible: Google VOD
Cinco años después de obtener una nominación al Oscar por la aclamada película Loving Vincent, que giraba en torno al trabajo de Vincent van Gogh, los directores DK Welchman y Hugh Welchman regresan con otro trabajo animado mucho más impresionante. Basada en una novela sobre la vida en un pueblo polaco de campesinos de principios del siglo XIX, La vida de Jagna vuelve a fusionar las pinturas al óleo (unas 40.000 en total) con imágenes de actores en vivo para convertirse en un drama dinámico e inmersivo que dejará a más de uno deslumbrado.
En esta nueva obra, se alejan un poco de lo que habían contado en su otro trabajo, para tomar la audaz decisión de adaptar la novela de 1.000 páginas del autor polaco Wladyslaw Reymont, escrita entre 1904 y 1909, Los Campesinos. Una novela oscura, cuya historia central habla sobre la condena y el castigo impuesto por una sociedad patriarcal, que está dividida en cuatro partes, cuyo personaje central es la joven Jagna, una hermosa joven que vive en un pequeño pueblo polaco del siglo XIX. De voluntad fuerte y espíritu libre, no está dispuesta a sentar cabeza; a pesar de que ha llamado la atención de todos los hombres del pueblo.
Inspirándose en el movimiento creativo de la Joven Polonia al que pertenecía el novelista Reymont, La vida de Jagna recurre a artistas del mismo período; entre ellos Michal Gorstkin-Wywiorski, Ferdynand Ruszczyc y, sobre todo, el realista Jozef Chelmonski, para crear las imágenes del filme, y para esto los cineastas vuelven a trabajar con Piotr Dominak, el jefe de pintura de Loving Vincent, que entre todos crean una paleta asombrosa que va desde el realismo casi fotográfico hasta el expresionismo con pinceladas, desde colores vivos hasta bocetos monocromáticos a lápiz, dependiendo de la emoción de la escena y el momento del año; la acción recorre las estaciones, desde lo más profundo del invierno hasta las alturas del verano azotadas por la sequía.
El filme no se queda solo en su belleza visual, sino que atrapa por su trepidante historia de amor, lujuria y venganza, que es sostenida por unas actuaciones que se mantienen firmes frente a la asombrosa animación. La independencia de Jagna la pone cada vez más en desacuerdo con el resto del pueblo; las mujeres celosas chismean, la llaman puta, mientras los hombres intentan acostarse con ella. Obligada a casarse con el anciano local Boryna (Miroslaw Baka), la única felicidad de Jagna proviene de las obras de arte cortadas en papel que crea y la apasionada aventura que está teniendo con el casado Antek (Robert Gulaczyk) hijo de Boryna.
El viaje de Jagna al final es el viaje de una mujer que derrocada por su alteridad, y por su falta de voluntad para seguir ciegamente la línea patriarcal, algo que hemos visto en varias series y películas en pantalla como Mildred Pierce o El cuento de la criada, pero si hay película con la que comparte muchas similitudes, incluso en su riesgo artístico es Dogville de Lars von Trier, que también tiene enfoque sombrío e implacable sobre la misoginia y la violencia sexual, como en La vida de Jagna. Ambas obras son una imagen desconcertantemente hermosa sobre la fealdad de la humanidad.