No Other Land | Review

Un joven palestino-israelí documenta cómo su comunidad en Cisjordania es asediada por ejército israelí. Una impactante película que cuestiona el concepto de los derechos humanos. 
CRFIC 2024 | No Other Land (2024)
Puntuación: ★★★★½
Dirección: Basel Adra, Hamdan Ballal, Yuval Abraham y Rachel Szor
Documental

Sin dudas estamos ante una de las películas más oportunas de este año. No Other Land, es un documental revelador debido al contexto del actual que vivimos sobre el conflicto palestino-israelí; aunque hay que mencionar que los eventos que vemos en pantalla ocurren antes de los ataques de Hamás el pasado mes de octubre y del posterior ataque continuo de Israel contra Gaza; está obra, sirve para comprender mejor los motivos que llevaron a ese conflicto, ya que la cinta ofrece una visión interna de una comunidad palestino-israelí de Cisjordania que se resiste a un programa de demolición por parte del ejército israelí. 

La película incorpora algunos vídeos caseros, en particular imágenes de la infancia del codirector Basel Adra, así como material televisivo actual y de archivo, incluidas imágenes de una visita a Cisjordania del ex primer ministro británico, Tony Blair. Pero en su mayor parte, No Other Land fue filmada en vídeo entre el verano de 2019 y el invierno de 2023 por sus cuatro directores, uno de los cuales, Rachel Szor, está acreditado como director de fotografía. La figura central y narradora ocasional es Basel Adra, un ex estudiante de derecho palestino que creció en Masafer Yatta, una comunidad de Cisjordania compuesta por varias aldeas. 

La película muestra a Masafer Yatta bajo el ataque del ejército israelí y, en ocasiones, de colonos israelíes armados. Todo comienza cuando se da la orden, tras 22 años de deliberaciones en un tribunal israelí, de demoler las aldeas de Masafer Yatta y desalojar a sus habitantes para reclamar la tierra supuestamente para una base de entrenamiento de tanques. Adra está decidido en documentar y hacer pública la expulsión sin contemplaciones y sin moral por parte del gobierno a estas personas, que muchas no tienen a donde ir. Su aliado en este proyecto es el codirector Yuval Abraham, un periodista israelí que se convierte en un habitual de Masafer Yatta, a pesar del escepticismo de algunos lugareños.

Las imágenes son reveladoras al mostrar con fuerza los eventos ocurridos. Las soldados israelíes invaden las aldeas destruyendo casas y edificios, incluida una escuela primaria con niños adentro. Los residentes reconstruyen, a menudo de noche, pero las fuerzas regresan y arrasan de nuevo confiscando también el material de construcción. El programa de demolición está supervisado por un israelí identificado únicamente como ‘Ilan’. Otras medidas adoptadas incluyen cortar la electricidad y el agua y prohibir el uso de automóviles. Las cosas llegan a un punto crítico cuando la policía dispara a un aldeano, Harun Abu Aram, que lo dejan paralizado, lo que desató manifestaciones que a su vez son atacadas por el gobierno; mientras tanto, muchas familias terminan habitando cuevas, ya que su realidad termina siendo esa, al no tener un lugar para vivir luego de que les derrumben sus casas.

Cada imagen se siente esa inmediatez de auxilio, sobre todo cuando quienes filman, incluido el propio Adra, se enfrentan a las autoridades o a colonos que se unen a las demoliciones (los rostros de algunos soldados están borrosos digitalmente). Las escenas de diálogo ocasionales parecen al menos parcialmente escenificadas: vemos a Adra y Abraham, a veces en viajes en automóvil, expresando su fatiga a medida que continúan los acontecimientos o preguntándose si su trabajo está teniendo algún impacto real, debido a que la cinta termina buscando una reflexión sobre la tolerancia, el valor humano y el poder de la resistencia.

Estos conceptos se refuerzan cuando Abraham lamenta que muy pocas personas lean sus informes sobre estos eventos, lo que lleva a Adra a etiquetarlo de privilegiado, ya que los dos jóvenes al final de cada día comparten diferentes realidades, uno tiene que seguir atrapado sin poder moverse de su tierra, mientras que el otro puede caminar libremente sin ninguna restricción, dicha escena se puede sentir un poco construida, pero permite a los realizadores discutir lo que está en juego y evaluar el progreso de su trabajo.

Es verdad que muchos de los acontecimientos comienzan a atraer la atención de los medios internacionales, pero las demoliciones y actos inhumanos continúan; algunos aldeanos se mudan y otros se quedan, incluida una mujer cuyo lamento “no tenemos otra tierra” da título al documental.

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