Oh, Hi! | Review

Oh, Hi! arranca como una comedia romántica ingeniosa y termina como una farsa emocional desbordada. Molly Gordon brilla pese a un guion que la traiciona, atrapándola entre el patetismo y la exageración.
Oh, Hi! (2025)
Puntuación: ★★½
Dirección: Sophie Brooks
Reparto: Molly Gordon, Logan Lerman, Geraldine Viswanathan y John Reynolds
Disponible en VOD

Con Oh, Hi!, la directora y guionista Sophie Brooks intenta diseccionar la ansiedad romántica contemporánea a través de un relato íntimo que oscila entre el humor incómodo, la farsa y el thriller psicológico. Lo que comienza como un retrato ligero de una pareja en su primera escapada de fin de semana se transforma rápida mente en una espiral de obsesión, manipulación y caos emocional. La premisa —una joven desesperada por asegurar el amor de su novio que termina llevándolo al extremo— prometía una sátira mordaz sobre el miedo al rechazo y las ilusiones del compromiso, pero el resultado es una película que pierde el equilibrio entre sus múltiples tonalidades.

Molly Gordon, en el papel de Iris, es el corazón y el motor de la historia. Su interpretación logra captar, en un inicio, la vulnerabilidad y la necesidad de validación que caracterizan a una generación atrapada entre la ironía y el deseo de estabilidad emocional. A su lado, Logan Lerman ofrece un contrapunto más mesurado, casi apático, que complementa la dinámica de pareja con un aire de contención y misterio. La química entre ambos funciona mientras la película se mantiene dentro del terreno de la comedia romántica disfuncional, pero se diluye tan pronto como el relato se adentra en un territorio más oscuro.

Brooks demuestra desde los primeros minutos una tonalidad de incomodidad, con escenas que parecen extraídas del cine indie de relaciones fallidas: silencios cargados, miradas esquivas, diálogos que revelan más de lo que ocultan. Sin embargo, cuando la historia decide dar el salto hacia la locura —con Iris tomando medidas cada vez más irracionales para “asegurar” su relación— la película pierde toda sutileza. Lo que podría haber sido una comedia negra al estilo Gone Girl o Promising Young Woman se convierte en una parodia involuntaria, una mezcla descontrolada entre Misery y un sketch de humor absurdo.

La falta de coherencia tonal termina saboteando las mejores intenciones de la película. Brooks parece querer reflexionar sobre cómo las dinámicas afectivas modernas —la falta de comunicación, el miedo al abandono, la obsesión por la exclusividad— distorsionan nuestra percepción del amor. Pero en lugar de construir una sátira ácida, cae en la exageración, donde los gestos histéricos y las situaciones absurdas reemplazan la tensión emocional. Incluso los personajes secundarios, como los interpretados por Geraldine Viswanathan y John Reynolds, quedan reducidos a figuras cómicas que rompen el delicado equilibrio entre el drama y el humor.

Visualmente, Oh, Hi! conserva un estilo íntimo y contenido, reflejo de su origen durante la pandemia: espacios cerrados, cámaras cercanas, y una iluminación que oscila entre lo cálido y lo claustrofóbico. Sin embargo, esta estética no logra sostener la creciente desmesura del relato. La película parece filmada con dos intenciones en conflicto: la de un estudio emocional sobre la codependencia y la de una comedia negra exagerada. El resultado es un híbrido irregular, fascinante por momentos, pero incapaz de mantener una línea narrativa coherente.

En su tramo final, Brooks intenta redimir a Iris y humanizar sus acciones, pero la catarsis se siente forzada. El cierre busca equilibrio moral, equiparando comportamientos y emociones que nunca se construyeron de manera justa o creíble. Lo que debería ser una reflexión sobre la necesidad de amor termina siendo una lección apresurada sobre límites y autoconocimiento.

Aun con todos sus excesos, Oh, Hi! conserva cierta energía incómoda y reveladora. Su mayor virtud —y su mayor defecto— es la valentía con la que se lanza al vacío, sin miedo al ridículo. Es una película que quiere decir mucho sobre las relaciones, pero termina gritando tanto que su mensaje se ahoga en el ruido.

En última instancia, Oh, Hi! es una tragicomedia emocional disfrazada de sátira romántica: fascinante en su planteamiento, pero desbordada en su ejecución. Una obra que intenta reflejar las contradicciones del amor moderno y termina siendo prisionera de las suyas.

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