El afamado director Christopher Nolan regresa al cine de época para contar el relato sobre el físico que lideró el Proyecto Manhattan, y lo hace en un filme denso que reflexiona sobre los logros y errores del científico.
Oppenheimer (2023)
Puntuación: ★★★★½
Dirección: Christopher Nolan
Reparto: Cillian Murphy, Robert Downey Jr., Emily Blunt, Florence Pugh, Matt Damon, Jason Clarke, Tom Conti, Casey Affleck, Gary Oldman, Rami Malek, Benny Safdie, Josh Hartnett, David Krumholtz, Kenneth Branagh, Jack Quaid, Alden Ehrenreich, Dane DeHaan, James D’Arcy y Tony Goldwyn
Disponible: En cines
Oppenheimer no es una película fácil. Decir que sus temas son inherentemente pesimistas es quedarse corto. Nolan te lanza a un mundo muy específico, con personajes que pasan conversando de temas muy complejos que no todas las personas pueden comprender tan fácil, detalle que su director lo sabe, y tampoco lo pone la forma más sencilla; Nolan regresa para retar al espectador, y lo mejor es que no lo trata como tonto.
Oppenheimer tiene una duración de tres horas, está repleta de diálogos ricos en información y, en su mayoría, se desarrolla, parafraseando a un personaje. Su historia se desarrolla a lo largo de dos líneas oscilantes: una titulada “Fisión”, en colores vivos; el otro titulado “Fusión” en blanco y negro de alto contraste, y se corta entre sonidos de latidos y revelaciones que te golpean, haciendo una alusión a la ansiedad de su protagonista.
La nueva película de Christopher Nolan es absolutamente enorme, quizás su más enorme trabajo hasta el momento: un gigantesco estudio posterior a la detonación, un procedimiento narrativo que llena la pantalla con un millón de fragmentos agonizantes que son los sueños destrozados y los recuerdos de una persona compleja como fue J Robert Oppenheimer, un físico brillante con el temperamento de un artista que le dio a la humanidad los medios para su propia destrucción, situación que no lo dejó vivir en paz.
El arco principal del filme es la aterradora primera demostración de la bomba: la prueba nuclear Trinity en el desierto de Nuevo México en julio de 1945, cuando se dice que Oppenheimer reflexiona en silencio las líneas de Vishnu de la escritura hindú, Bhagavad-gītā: “Ahora me he convertido en la Muerte, el destructor de mundos…”; y luego de ver el filme, podemos sostener que nadie podría haberlo hecho más grande o abrumador el conflicto de Oppenheimer que Nolan, y el director sorprende, ya que lo realiza sin convertirlo en un truco de acción, y busca toda su audacia y ambición para jugar constantemente con el tormento del genio-funcionario Oppenheimer a expensas de mostrar la experiencia japonesa y la gente de Hiroshima y Nagasaki.
Como es sabido a Nolan le gusta jugar con el tiempo en sus trabajos, incluso se vuelve un personaje principal en la mayoría como en Tenet o Inception; en Oppenheimer el tiempo no va a ser tan clave pero sí fundamental. Nolan avanza y retrocede en el tiempo, a ambos lados de los históricos eventos de 1945, dándonos los comienzos de Oppenheimer como un joven científico, solitario e infeliz, fascinado por los nuevos desarrollos en la mecánica cuántica, así mismo como miembro del partido comunista, pero cuyo antifascismo galvanizó su deseo de desarrollar la bomba antes que los nazis.
Oppenheimer se basa en la amplia biografía de American Prometheus, Kai Bird y Martin J. Sherwin sobre el físico teórico que “engendró” la bomba atómica. Pero no es un biopic. No le dedica tiempo a la infancia, y su vida académica inquietantemente problemática se aborda solo brevemente. En cambio, la película avanza rápidamente desde su establecimiento sobre la teoría cuántica con sus planes de estudio hasta su reclutamiento como director del Proyecto Manhattan por el teniente general Leslie Groves (Matt Damon).
Entre ese desarrollo, la historia nos lleva a los años 50, donde el científico atraviesa su peor calvario emocional al ser acosado por los macartistas por sus conexiones comunistas, además de vivir asqueado por su propia celebridad sin sentido, mientras se siente fracasado por establecer dar pie a un control atómico internacional, que nadie se atreve a regular, ya que los EE. UU. bombardearon Hiroshima y Nagasaki simplemente para intimidar a los rusos con una demostración despiadada del dominio nuclear.
Pese a todo el prodigio de Nolan y el nivel técnico del filme, el peso de la cinta lo carga Cillian Murphy, quien se entrega totalmente al personaje, además de mostrar un parecido inquietantemente cercano a Oppenheimer con su sombrero y pipa característicos; Murphy logra capturar las emociones de soledad y encarcelamiento que sentía J Robert Oppenheimer.
Matt Damon interpreta al teniente general Groves, el exasperado militar que estuvo a cargo de Oppenheimer; Kenneth Branagh es el científico y mentor Niels Bohr; Robert Downey Jr es el engañoso presidente de la Comisión de Energía Atómica, Lewis Strauss; Florence Pugh interpreta a su amante Jean Tatlock, que es la más desaprovechada del reparto, mientras que Emily Blunt es su esposa, Kitty, también maltratada. Tom Conti interpreta al tristemente Albert Einstein, mientras que Josh Hartnett es Ernest Lawrence uno de los mejores amigos de Oppenheimer, pero lo traiciona al igual que el personaje de Ben Safdie como Edward Teller.
Nolan le dedica algo de tiempo a los enredos románticos de Oppenheimer, donde conocemos al personaje de Florence Pugh como la activista comunista Jean Tatlock, la primera amante del físico, pero realmente no aporta mucho su historia. Mientras tanto, Emily Blunt es el arquetipo de esposa solidaria/sufrida además de alcohólica, pero pese a esa construcción Blunt logra aprovechar los pocos momentos que tiene en pantalla, y nos brinda una de las escenas más conmovedoras de la película en un intenso duelo verbal con el abogado Roger Robb (Jason Clarke).
Sin dudas uno de los mejores momentos de la película es la escena donde vemos el breve encuentro en la Oficina Oval de la Casa Blanca entre Oppenheimer y el presidente Harry S. Truman (interpretado por Gary Oldman), el hombre que tomó la decisión final de lanzar la bomba. Nolan y Murphy muestran cómo Oppenheimer se encoge y se encoge en el sofá frente a él, como si fuera un niño asustado, aparentemente esperando algo así como la absolución del presidente y murmurando que siente que tiene “sangre en las manos”. Enojado y desconcertado, Truman le dice secamente que todo esto es su responsabilidad como presidente y le hace una pregunta muy pertinente: ¿Crees que a los japoneses les importa quién fabricó la bomba? No, quieren saber quién la tiró. Dándonos como espectadores una de las líneas más impresionantes, debido a que esas palabras son la verdadera realidad, incluso hoy en día, no importa quién fabricó la pistola, sino quién tiró del gatillo.
Oppenheimer es una obra fascinante, un estudio de un personaje magistralmente construido por el dolor, la ingenuidad y el arrepentimiento, donde su director opera en un nivel completamente nuevo y te deja pensando sobre los posibles horrores que puede todavía crear el ser humano.