The Last Showgirl de Gia Coppola es un drama introspectivo sobre el envejecimiento en la industria del entretenimiento, con Pamela Anderson en un papel que redefine su legado y su vida como estrella.
The Last Showgirl (2024)
Puntuación: ★★★½
Dirección: Gia Coppola
Reparto: Pamela Anderson, Dave Bautista, Jamie Lee Curtis, Kiernan Shipka, Brenda Song y Billie Lourd
Disponible: Google VOD
Gia Coppola regresa a la dirección con The Last Showgirl, una película que combina el drama introspectivo con una observación aguda sobre el envejecimiento en la industria del entretenimiento, aquí desde la mirada del mundo de los espectáculos en Las Vegas. El filme busca desafiar las percepciones que enfrenta una mujer cuando llega a la madurez. Pamela Anderson toma el rol protagónico y demuestra que siempre ha sido más que el chiste que la cultura pop ha vendido sobre ella. The Last Showgirl no es una película que menosprecie el baile exótico o lo considere frívolo; aquí, la directora crea una mirada humana hacia estos trabajos y las personas que ejercen su oficio noche tras noche. Sin embargo, a pesar de esas nobles intenciones y una propuesta estética cuidada, la película tropieza en aspectos narrativos que limitan su impacto emocional.
La historia sigue a Shelley (Pamela Anderson), una experimentada bailarina de Las Vegas que, tras años de carrera, se enfrenta a un abrupto final cuando su espectáculo es cancelado. Shelley, quien ha sido miembro del show Razzle Dazzle durante más de 30 años, es la más comprometida, incluso cuando las bailarinas más jóvenes (interpretadas por Kiernan Shipka y Brenda Song) cuestionan la autenticidad del arte. Sin embargo, la entrega y el valor que muestra Shelley les dan una lección de historia sobre la profesión: cómo se originó en la cultura del cabaret parisino y cómo alguna vez fue la principal atracción de Las Vegas.
Ahora, en la cincuentena, Shelley se encuentra en una encrucijada: redefinir su identidad más allá de los reflectores y reparar la relación distante con su hija (Billie Lourd), quien a lo largo de los años quedó relegada por las exigencias de la carrera de su madre.
Coppola presenta una visión respetuosa y matizada del mundo del cabaret en Las Vegas, alejándose de la cosificación tradicional y ofreciendo un retrato humano de las mujeres que dedican su vida a este arte. La película explora la vulnerabilidad del envejecimiento en una industria que premia la juventud, al mismo tiempo que plantea cuestionamientos sobre el sacrificio personal en pos de una carrera.
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El aspecto más llamativo de The Last Showgirl es la reinvención de Pamela Anderson. Conocida por su imagen pública en la cultura pop, Anderson entrega una interpretación contenida y melancólica que resuena con su propia trayectoria. Su actuación, aunque limitada en matices, captura la fragilidad de una mujer en crisis. Si bien su expresividad no alcanza el nivel requerido para ciertos momentos de mayor carga dramática, su presencia en pantalla es indudablemente magnética e incluso tierna. Su desempeño marca una evolución en su carrera.
Jamie Lee Curtis tiene un rol más discreto. Aquí, la veterana actriz interpreta a Annette, la hilarante mejor amiga de Shelley, una mujer de bronceado artificial y cabello bermellón. Curtis atrapa en cada una de sus apariciones. La química entre ambas dota al filme de un naturalismo real y emocional.
El guion, aunque aborda cuestiones relevantes sobre la identidad y la reinvención personal, se apoya en ciertos clichés y no profundiza del todo en la complejidad psicológica de los personajes. En algunos momentos, la película parece más preocupada por su atmósfera que por el desarrollo de su protagonista, lo que limita su impacto dramático.
Coppola adopta una aproximación visual elegante y contemplativa, con una paleta de colores que evoca el glamour decadente de Las Vegas. La fotografía resalta los contrastes entre la grandeza artificial del escenario y la soledad del mundo real que Shelley debe enfrentar. Sin embargo, el ritmo pausado de la narración y la tendencia a la estilización pueden hacer que algunos momentos carezcan de la intensidad emocional que el filme intenta construir.
Al final, The Last Showgirl es una película que, aunque no logra desarrollar todo su potencial narrativo, se sostiene gracias a su historia humana, impulsada por el trabajo sensible de Pamela Anderson, quien busca redefinir su legado en la pantalla grande. Gia Coppola ofrece un retrato honesto de la lucha por la identidad y la relevancia en un mundo que constantemente busca lo nuevo. Por eso, es lógico que en la escena triunfal final de la película, Anderson esté donde pertenece: en un foco que se niega a apagarse.