This Much I Know to Be True | Review

El documental de Andrew Dominik sobre el trabajo musical de Nick Cave y Warren Ellis es una obra elegante que captura la magia de la música en el cine.   

This Much I Know to Be True (2022)
Puntuación: ★★★★
Dirección: Andrew Dominik
Reparto:  Nick Cave, Warren Ellis y Marianne Faithfull
Disponible: Mubi

El reconocido músico australiano Nick Cave vuelve a la pantalla del cine desde una mirada más personal y creativa. Para los que no sepan quien es Cave, podemos decir que es uno de los mejores exponentes del rock alternativo con una carrera de más de cuarenta años donde siempre ha destacado por su voz y su estilo. La estrella del rock australiano tuvo su paso más famoso y comercial a finales de los noventa cuando su colaboración con la estrella del pop Kylie Minogue Where the Wild Roses Grow interrumpiera las listas de éxitos musicales en Europa y Australia especialmente.

This Much I Know to Be True recorre los procesos creativos y la actualidad artística en la que vive Nick Cave y su aliado musical Warren Ellis, mismo que está dirigido soberbiamente por su compatriota Andrew Dominik (su próximo proyecto es la muy esperada Blonde); el documental funciona como secuela temática del anterior largometraje de 2016 llamado One More Time With Feeling.

Este nuevo documental de Dominik tiene algo inherentemente cinematográfico a la hora de explorar el trabajo de los músicos y compositores Nick Cave y Warren Ellis. La pareja ha colaborado en una serie de bandas sonoras para películas, que van desde el western The Proposition de John Hillcoat de 2005 (para el cual Cave también escribió el guión), Wind RiverHell Or High Water hasta la muy esperada Blonde, la adaptación del director Andrew Dominik sobre la novela de ficción histórica de Joyce Carol Oates de la vida de Marilyn Monroe. Sin embargo, incluso lejos de la sala de cine, las composiciones de Ellis y Cave tienen un alcance panorámico, evocando paisajes auditivos, íntimos, donde el amor, la muerte y la religión se ven entrelazados. 

En la película de 2016 One More Time With Feeling, Dominik (con quien la pareja había trabajado en la subestimada obra maestra The Assassination of Jesse James by the Coward Robert Ford) documentó el proceso creativo detrás del álbum Skeleton Tree de Nick Cave & The Bad Seeds , pero lo que iba sobre el proceso creativo de ese disco quedó marcado por una terrible tragedia familiar que marcó la vida de Nick Cave. Ahora, años después Dominik dirige su atención a un nuevo capítulo en la saga musical de Cave y Ellis, y es mientras preparan las canciones de los álbumes Ghosteen y Carnage antes de una gira de 2021.

Rodado en plena pandemia del Covid-19, Dominik coloca su cámara para crear un concierto lleno de magia que se va mezclando con un montaje impresionante que se apoya por las luces blancas que iluminan los espacios de oscuridad visibles, mientras las actuaciones de los artistas son absolutamente fascinantes, capturadas en hipnóticas cámaras en espiral por el director de fotografía irlandés Robbie Ryan. La atmósfera es sencilla y austera, lo que permite que las canciones hablen por sí mismas mientras nos transportan al plano astral de las emociones.

Sin dudas estamos hablando de uno de los mejores documentales sobre la música y su proceso creativo, donde las prosas liricas se van mezclando con el humor irónico característico de Nick Cave, incluso este comienza declarando que, durante el encierro, aprovechó la oportunidad para volver a capacitarse (en contra del consejo de su gerente) como ceramista. Los frutos de su trabajo incluyen una serie de figurillas que cuentan la patética historia del diablo; desde el nacimiento, pasando por la guerra, hasta la condenación y el remordimiento. Más tarde, Cave revela que, si bien alguna vez se describió a sí mismo como músico y escritor, ahora se esfuerza por deshacerse de esas etiquetas a favor de ser esposo, padre, amigo y ciudadano.

Por otro lado, la figura de Warren Ellis queda plasmada como una figura inquietante que se esconde detrás del teclado y el violín, que termina siendo una presencia emocionantemente mística, lo que lo hace aún más encantador cuando la artista invitada Marianne Faithfull. Es un momento desechable, pero que encarna el equilibrio entre el éxtasis y lo cotidiano que plasma el documental.

Lo mejor del documental es ver cómo funcionan las mentes creativas de Cave y Ellis, una dupla que tal vez en otro mundo no funcionen, pero aquí son una pareja explosiva que cuidan cada detalle a la hora de componer y de transmitir sus emociones. Dominik nunca busca responder las visiones de los artistas, sino que intenta que el espectador viaje a reflexionar, y decida por sí mismo sobre las cuestiones modernas de la vida y la música actual.

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