Una posición humana | Review

Anders Emblem crea un drama elegante e interesante sobre la rutina y la vida, todo construido de una manera contemplativa que para muchos puede sentirse pretenciosa. 
Una posición humana (2022)
Puntuación: ★★★½
Dirección: Anders Emblem
Reparto:
Amalie Ibsen Jensen, Maria Agwumaro, Lars Halvor Andreassen y Per Jan Vinje
Disponible: MUBI

La nueva película de Anders Emblem es una pieza pensativa que está iluminada en una forma casi melancólica que invita a una reflexión sobre lo que es vivir, amar o incluso soñar. La cinta, nos muestra la vida de una joven la periodista Asta (Amalie Ibsen Jensen) mientras sigue la historia de un solicitante de asilo afgano y, al mismo tiempo, se recupera de un trauma reciente.

A primera vista, el filme es una delicada brizna de algo, pero el ligero toque de la narración no disminuye su poder. Con sus sutiles ritmos visuales y su simbolismo sembrado, la película es, a su manera tranquila, un retrato conmovedor y encantador de una vida que se repara gradualmente.

La historia se desarrolla en la ciudad portuaria de Ålesund, en la costa oeste de Noruega, lo cual el espacio de dicho pueblo ayuda a elevar el material que propone el director, lo que eso ayuda a crear una inercia en Asta, que cuando la conocemos por primera vez, mira a su gatito se pasea alegremente por el apartamento y, en algún lugar fuera del marco, su novia Live (Maria Agwumaro) tararea para sí misma; cada movimiento de Asta es laborioso, el esfuerzo de levantar el peso de la tristeza a veces es demasiado para ella.

La historia inicia cuando Asta regresa a trabajar después de una licencia. Ella trabaja en el periódico local, y su primer trabajo es cubriendo un tema provincial que incluye la industria de los cruceros y las protestas contra los promotores inmobiliarios que amenazan la arquitectura distintiva de la ciudad. De vuelta en casa, Live trabaja serenamente en una envidiable colección de sillas escandinavas de mediados de siglo. No es casualidad que Live se gane la vida volviendo a armar cosas rotas y dándoles un propósito una vez más. Apilados en medio de los trabajos en curso de Live, el ojo de Asta se dirige repetidamente a un asiento de bebé Stokke, el primer indicio de la fuente de su melancolía envolvente. 

Nada es exagerado en la dinámica entre ellas, pero hay detalles perceptivos y vividos que aportan una calidez persuasiva a la relación. La forma en que Live, que pasa su vida amorosamente lijando sillas de madera doblada, a menudo prefiere sentarse en el suelo y fuera de plano, su mano aparece ocasionalmente en el marco para exigir una rebanada de queso y sacar a Asta de su introspección melancólica. El encuadre de la película es particularmente elegante, favoreciendo largos planos estáticos en los que la diminuta figura de Asta es frecuentemente la única persona viva en las imágenes, incluso cuando la vemos caminando por las calles. 

La historia del filme, es seguir la forma en que Asta se va recuperando luego del incidente, su dolor se aborda tangencialmente en lugar de explorarse por completo. Se siente atraída por la historia de un solicitante de asilo afgano que se enfrenta a la deportación. Y aunque en realidad nunca lo conoce, su investigación sobre su difícil situación pone su propia situación bajo una luz diferente, y es la forma en que ella encuentra un nuevo sentido de vivir o incluso de respirar. 

Anders Emblem crea una obra minimalista, sin grandes emociones o ritmos frenéticos, incluso para ir avanzando en la drama, lo que hace es ir amarrando el hilo conductor con planos fijos de adornos, calles o de algún mueble de la casa de su protagonista, marcando un estilo interesante, que incluso queda marcado al nunca presentar un cierre como tal de su historia, sino más bien que se siente en la hora y media que dura el filme lo que hicimos fue caminar brevemente junto a los personajes en un viaje que, sugiere, está a punto de tomar una nueva dirección.

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