Vortex | Review

El siempre provocador Gaspar Noé se marca un cambio de ritmo para darnos una extraordinaria película que sigue los dolores de una pareja de ancianos en su apartamento de París. 
Vortex (2021)
Puntuación: ★★★★
Dirección: Gaspar Noé
Reparto: Dario Argento, Françoise Lebrun, Alex Lutz, Kylian Dheret, Kamel Benchemekh y Joël Clabault
Disponible: Mubi

Según palabras del propio Noé este filme es impulsado por varias recientes partidas de varios amigos cercanos y su propia experiencia cercana a la muerte (tuvo una hemorragia cerebral en 2019), es con esa base que aterriza el polémico director, lo sorprendente es que está cinta se aleja por mucho a todo lo que le habíamos visto hasta ahora; la extraordinaria película de Noé se desarrolla como una historia de terrores murmurados y pavor sin nombre, arrastrándose suavemente por un pequeño apartamento de París. 

El cineasta italiano Dario Argento (él mismo no es ajeno a sorprender a la audiencia) interpreta al padre anónimo, que sufre de una afección cardíaca y trabaja duro en un libro sobre la relación del cine con el inconsciente que seguramente nunca terminará. Mientras camina de su sofá a su escritorio y al baño, en su camino se cruza con el de su esposa (Impresionante Françoise LeBrun), una psiquiatra jubilada que tiene demencia, pero continúa escribiendo recetas que amontona por toda la casa. Los dos ancianitos se aman y se preocupan por el bienestar del otro. Pero la vejez los ha vuelto como un par de animales de zoológico que comparten una misma jaula,  unas criaturas embarcadas en sus propias vueltas sin rumbo por las paredes.

De entrada con solo saber de qué va Vortex, es inevitable en no pensar en Amour de Michael Haneke , pero la gran diferencia con la de Noé es que es más oscura, más sucia, cuyo enfoque sobre los cuerpos de los personajes son encorvados y rostros doloridos proyectados con poca luz, caminando por habitaciones estrechas, lo cual es de esperar en el cine del director. 

Pese ser, una película más amigable dentro de su cine, Noé no es indiferente a su marca y filma toda la película en pantalla dividida, utilizando dos cámaras de mano enfocadas en los protagonistas en todo momento, incluso cuando se sientan uno al lado del otro en el sofá o se acuestan juntos en la cama. Algo que ya había explorado en su antigua trabajo Lux Æterna (2019), pero aquí esa cámara que los sigue, se siente invasiva, como que los persigue, como algo invisible que les respira en el cuello, algo que se puede sentir como si fuera la muerte, que está a la espera.

Claramente, no hay finales felices reservados para estas personas. Pero, sin embargo, el progreso despiadado y sigiloso de Noé no está exento de momentos tiernos. La madre y el padre quieren lo mejor el uno para el otro y, a su vez, son amados y apreciados por su hijo Stéphane (Alex Lutz). Es solo que la película revela que el amor es un baluarte bastante frágil contra la mala salud y la tumba. Stéphane, sin sorpresa, tiene sus propios problemas. Es un adicto en recuperación que ahora distribuye agujas limpias a los usuarios de la ciudad y parece estar en constante peligro de reincidir. Quiere que sus padres se muden a un asilo para tener mejores cuidados y principalmente por su bien, pero también por el suyo. “No puedo ayudarte”, admite. “Ni siquiera puedo ayudarme a mí mismo”.

Lo que construye Noé  a su manera, es tan aterrador como las fantasías que ha trabajado anteriormente. Vortex es deliberada, despiadada y perfectamente actuada con un estilo relajado e improvisado. Es una película que se apaga no con un estruendo sino con el susurro de la muerte en cada rincón de esa casa. Madre y Padre están juntos pero solos, cada uno en su propio mundo, cada uno confinado a su propia mente. Todo para darnos un final tan desgarrador como doloroso.  

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