Dakota Johnson y Sean Penn se la pasan hablando por casi dos horas mientras viajan en un taxi desde el aeropuerto JFK hasta Manhattan, en un filme aburrido y tremendamente largo para lo que es la película.
Daddio (2023)
Puntuación: ★★
Dirección: Christy Hall
Reparto: Dakota Johnson y Sean Penn
Disponible: Netflix
Iniciamos diciendo que no estamos en contra de películas de dos personajes en una sola ubicación. Prueba de ello es Good Luck to You, Leo Grande (2022), que al igual Daddio, nació de las muchas restricciones introducidas por la llegada de Covid; pero sí, la directora Sophie Hyde, buscó hacer algo dinámico y atractivo en esa película, lo que hace Christy Hall en Daddio es todo lo contrario, ya que la cineasta nos hace un filme reiterativo y un tanto aburrido al seguir dos personajes sentados en un taxi, hablando de sus vidas y de su narcisismos.
Dakota Johnson interpreta a una programadora que aterriza en Nueva York tras visitar a su media hermana y se encuentra en un taxi conducido por un locuaz hombre común y corriente, interpretado por Sean Penn. Su diálogo constituye la totalidad de la película, dominada por preguntas cargadas sobre la edad, el género, el sexo y los problemas paternos que afloran durante el trayecto. Hay ecos del ingenioso thriller de Steven Knight, Locke, una película que nos mantuvo al borde de nuestros asientos a través de la serie de llamadas mundanas pero tensas que hacía Tom Hardy.
Desde el inicio, la premisa de Daddio promete un encuentro íntimo y revelador entre dos personajes aparentemente ordinarios. Sin embargo, esta idea se ve limitada por una narrativa repetitiva y carente de dinamismo. La conversación se vuelve casi terapéutica, un recurso que, aunque puede funcionar en contextos teatrales, en el cine exige un ritmo más fluido y una mayor construcción en términos de subtexto y tensión. Aquí, el diálogo parece a menudo forzado, con frases y revelaciones que, en lugar de fluir naturalmente, se sienten diseñados únicamente para que “algo” suceda en la pantalla. Esto provoca que la película se sienta artificial y dificulta que el espectador se sumerja plenamente en la experiencia de los personajes.
Christy Hall opta por una dirección minimalista, o más bien, restringida, en lo que parece un intento de emular un escenario teatral. Sin embargo, esta elección, lejos de potenciar la intimidad, limita el rango visual y narrativo, reduciendo las posibilidades de explorar los matices de los personajes. En lugar de convertir el espacio en una extensión de las emociones y tensiones entre ellos, la dirección lo convierte en un escenario estático, sin vida, sin nada que aporte a la trama. La falta de variaciones en los ángulos y un uso limitado de la iluminación y los reflejos hacen que la película se perciba visualmente monótona.
Daddio mantiene un tono introspectivo que, aunque transmite melancolía, cae en un ritmo demasiado pausado y carente de variación emocional. La película, en lugar de evolucionar hacia un clímax o ofrecer algún tipo de catarsis, se siente como un largo diálogo sin resolución ni desarrollo tangible. La falta de un conflicto central dinámico y la dependencia exclusiva en el diálogo exponen las limitaciones de la trama, lo que hace que el espectador pierda interés rápidamente en el viaje de estos dos personajes.
Sin duda, el principal problema de Daddio es la superficialidad con la que se abordan los traumas y experiencias pasadas de los personajes. Aunque las conversaciones tocan temas profundos, como las relaciones familiares, el dolor y la soledad, la manera en que se presentan carece de sutileza y verosimilitud. Ambos personajes tienden a verbalizar sus emociones de forma tan explícita que apenas queda espacio para la interpretación del espectador. Esta falta de ambigüedad puede resultar poco atractiva y predecible.
Las interpretaciones de Dakota Johnson y Sean Penn no están exentas de mérito, pero la falta de química entre ellos afecta la autenticidad de la historia. Dakota construye su personaje con una ligera intensidad, aunque esto a veces se traduce en una actuación rígida que no permite la empatía ni una conexión sincera con el taxista. Por su parte, Penn ofrece una actuación más natural, pero, debido a la limitación del guion, su personaje queda reducido a un vehículo de conversación para que la protagonista exponga su mundo interior, lo cual debilita su presencia en la narrativa.
Al final, Daddio de Christy Hall intenta ofrecer una experiencia introspectiva y conmovedora, pero tropieza en varios aspectos clave. Desde su dirección minimalista hasta una guía sobrecargada de diálogos introspectivos, haciendo que la película carezca de profundidad emocional y desarrollo de personajes.