Dead Ringers | Review

Nueva versión de la espeluznante película de los 80 de David Cronenberg ahora construida desde la mirada femenina, detalle que le aporta más capas a una historia que ya era interesante, todo sostenido por la impresionante actuación de Rachel Weisz. 
Dead Ringers (Miniserie) (2023)
Puntuación: ★★★★½
Creador: Alice Birch
Reparto: Rachel Weisz, Tia Barr, Jennifer Ehle, Emily Meade, Britne Oldford, Michael Chernus y Poppy Liu 
Disponible: Prime Video

Estamos ante el show de Rachel Weisz, lo que se puede traducir que estamos ante el proyecto más desafiante de la ganadora del Oscar; el compromiso de la actriz como las gemelas idénticas Elliot y Beverly Mantle en esta vertiginosa como la actualización de la historia por parte Alice Birch (Normal People y She Said) de la novela de Bari Wood y Jack Geasland Dead Ringers.

El desafió de Weisz no es solo interpretar dos roles, que demuestra constantemente su capacidad para crear con gestos y matices a dos seres idénticos, pero que son tan diferentes como cualquier otra persona, sino que también ella es la pieza fundamental para dar vida al proyecto. Nada de esta nueva versión con cambio de género de la película de David Cronenberg de 1988 parece un truco barato o perezoso; ya que la propia actriz se acercó a Birch para escribir el episodio piloto y, desde el principio, está claro que esta historia sobre ginecólogas brillantes va más allá de un enfoque de la atención médica, ya que también es un thriller psicológico que explora una relación codependientemente compleja y su impacto en los enredos personales y profesionales.   

Dead Ringers abre con una bravura que establece gran parte del tono de lo que está por venir. Las doctoras gemelas Elliot y Beverly Mantle están en un bar después de un duro día de trabajo y luchar contra emergencias cuando un hombre aburrido decide perturbar su paz con su “amabilidad” y “bromas”. Ambas se turnan para decirle de muchas formas y maneras imbéciles, a quien deciden, a pesar de sus objeciones desconcertadas, llamar “Larry”. Con esta rápida, feroz y muy divertida presentación, propiamente feminista, es una buena manera de abrir un espectáculo sobre un par de hermanas ginecólogas empeñadas en revolucionar la maternidad y la salud de la mujer. 

Beverly es la más tranquila, insegura y cerebral de la dos, su visión del futuro centro de maternidad de Mantle gira en torno al empoderamiento de los pacientes y la eliminación de los estigmas y mitos acumulados sobre el embarazo, el parto y de las mujeres en general. Por otro lado, Elliot es más feliz en el laboratorio e imagina una instalación de última generación donde pueda hacer que sucedan milagros de fertilidad y ampliar los límites de lo que es factible. 

Elliot es la fiestera, se ríe en momentos inapropiados frente a los pacientes, se deleita con su inversionista potencial y en ocasiones se burla de su hermana que enorgullece a cualquier hermano mayor.  Para ser justos, ella también es medio proxeneta para Beverly (que es gay), charlando con mujeres y luego intercambian con su hermana una vez que el juego está en marcha.

Elliot se la pasa implantando embriones en Beverly, ya que quiere tener un bebé, pero casi siempre los termina perdiendo. Sin embargo, Beverly logra quedar embarazada sin ayuda de su hermana, lo cual va generar ciertas reacciones que será el motor para que esta nueva serie genere grandes momentos magníficos, oscuros y divertidos.

La película de David Cronenberg de 1988 fue protagonizada por Jeremy Irons, quien hizo su papel un poco vacío, pero vigoroso como Beverly y Elliot, junto con una vorágine de escenas de ensueño que involucran a mujeres “mutantes”. Además, una colección de herramientas especialmente encargadas para operarlas, mientras se abusan de medicamentos.

De hecho, un artículo de la revista New York sobre los gemelos de la vida real Stewart y Cyril Marcus (que inspiró la novela de 1977 “Twins” de Bari Wood y Jack Geasland) proporciona las semillas para esta versión mejorada de hermanos que comparten todo, desde sus carreras hasta incluso parejas románticas. No es que los objetos de sus afectos sean conscientes de este inquietante truco del hombre, ni tampoco los pacientes que, sin saberlo, son examinados por ambos gemelos. La ética turbia impregna su vida amorosa y sus prácticas laborales, y en esta nueva versión el centro de maternidad que sueñan abrir las gemelas en la ciudad de Nueva York está impulsado por la ambición y por el impulso de liberarse de la miríada de problemas que afectan a quienes desean dar a luz en un entorno seguro. 

El intercambio de sexos en la trama es, por tanto, una premisa inmediatamente interesante. Cuenta con una clínica de ginecología y una sala de maternidad, por lo que, aunque puede parecer extremo para los afortunadamente inexpertos, la sangre derramada que vemos no camina en el body horror de Cronenberg, sino en algo más anclado a la realidad como es un parto normal. 

Este aspecto de Dead Ringers se siente estimulantemente nuevo y, para usar esa horrible palabra que a Beverly le encanta, fortalece, mucho la trama y el entorno de los personajes, ya que crea una intimidad sobre algo tan natural como la vida y los valores hacia el cuerpo de la mujer. Detalle que evoca muchas de esas preguntas y más, especialmente las de raza y clase, a medida que avanza a través de los pacientes de las hermanas. 

Un ejemplo de ese detalle, es el que vemos sobre una familia negra catastróficamente ignorada que termina en tragedia, o los temas sobre abortos espontáneos, partos con fórceps brutales, chequeos simples que revelan condiciones que pueden cambiar el curso de una vida y requieren el abandono de una carrera, o el simple cuestionamiento de la ética alrededor nacimiento. Temas que la serie va cuestionando a lo largo de la trama de dichas mujeres; pero al mismo tiempo la historia es fiel a su material de origen y es por eso que también busca explorar las líneas extremas de la medicina y el espíritu de poder crear vida. Todos esos detalles forman un telón de fondo denso y desafiante.

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