El primer día de mi vida | Review

Realizada con un manual de autoayuda, lo nuevo de Paolo Genovese intenta provocar emociones/lástima sin ofrecer algo a cambio salvo diálogos vacíos, un soundtrack manipulador sumado a un final cursi y predecible.
FCE2023 | El primer día de mi vida (2023)
Puntuación: ★★½
Dirección: Paolo Genovese
Reparto: Toni Servillo, Valerio Mastandrea, Margherita Buy, Sara Serraiocco, Giorgio Tirabassi, Lino Guanciale, Elena Lietti

Paolo Genovese es uno de los mejores realizadores italianos de la época moderna, moviéndose en distintos géneros cinematográficos pero siempre realizando películas cuyo centro emocional se apoya en aspectos cómicos del día a día los cuales se entrelazan con las historias que tiene a su disposición. Su más reciente trabajo, El primer día de mi vida, es, sin embargo, un proyecto débil, quizás el menos elaborado y predecible de su filmografía.

Alejándose de cualquier atisbo de creatividad, Genovese plantea un relato sobre superación que aburre de inicio a fin, adaptando su propia novela homónima publicada en el 2018. En el filme, 4 personas suicidas conocen a un hombre misterioso (interpretado por Toni Servillo) capaz de regalarles una semana de tiempo en la que (se espera…) descubrirán cómo sería el mundo sin ellas, planteando una interrogante sacada de cualquier obra convencional de autoayuda: ¿encontrarán la fuerza para empezar de nuevo y volver a enamorarse de la vida?

A partir de esta idea rebuscada que ha sido explotada hasta el cansancio en el cine y la literatura comercial, Genovese busca trazar un relato melancólico y motivacional, lo cual no está mal, el problema reside en el tratamiento burdo y repleto de clichés que tiene la película: no existe ningún balance en el mensaje y desde el primer minuto resulta evidente la dirección que la cinta tomará, sumado a que la puesta en escena y la fotografía, es, cuando mucho, modesta dentro de esta especie de purgatorio que se plantea.

Los personajes, que deberían ser el gancho para que una película dependiente de diálogo funciona, están poco o nada desarrollados carentes de química en pantalla, lo cual hace que sea imposible generar algún interés en la tragedia que cada uno lleva consigo, al punto de contradecirse en su apuesta metafísica sobre las segundas oportunidades, al darle mayor relevancia a un discurso lagrimero que a la dramática narrativa: gran parte del metraje se gasta en ver los motivos que llevaron a cada personaje a quitarse la vida, en lugar de mostrar cómo se supone que deben de volver a sentirse emocionados con la cotidianidad.

Si de algo sirve, Genovese con su enfoque formulario acerca de la vida y la muerte, consigue que al menos se evoque una intención de recordar momentos significativos de nuestro paso por el mundo y el impacto que nuestras decisiones pueden tener en el futuro sumado a las repercusiones de ciertos actos, gestos o expresiones. Es una pena que esto quede en una sensación que no se logra plasmar en pantalla debido a la escasa escritura y desarrollo que cada uno de los personajes recibe, mencionando diálogos salteados e inconexos sacados de novelas de superación personal.

El afterlife es un tema que está en boga, cada vez es más común encontrarse perdidos dentro del mundo desconcertante que experimentamos a diario, por lo que cualquier intento de representar lo abstracto de la vida, sumado al mundo que nos depara más allá de la muerte, es una oportunidad para explotar la creatividad artística de cualquier realizador, algo que Genovese, en este caso particular, fracasa en realizar quedándose en algo mediocre.

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