Enferma de mí | Review

Kristine Kujath entrega una sólida actuación sobre una mujer que va demasiado lejos en su búsqueda de influencia en las redes sociales y ser el centro de atención de su pareja y amigos. 
Enferma de mí (2022)
Puntuación: ★★★½
Dirección: Kristoffer Borgli
Reparto: Kristine Kujath Thorp, Eirik Sæther, Fanny Vaager, Fredrik Stenberg Ditlev-Simonsen, Sarah Francesca Brænne y Anders Danielsen Lie
Disponible: MUBI

Para cualquiera que haya visto a una pareja hacer realidad sus sueños, a un colega de confianza ascender o a un amigo hacerse famoso y sufrir celos y resentimiento, el cineasta Kristoffer Borgli ha hecho la película para esa persona. Borgli crea un filme agrio y escabrosamente divertido (tanto en sentido literal como figurado) todo un retrato mordaz de una relación tóxica y una evisceración nítida de aquellos deformados por una mentalidad de víctima.

Atrapada en una relación que debería haber terminado antes de que comenzara esta película, y en general estancada, la vida de la joven Signe pareciera que no va a ninguna parte rápidamente. Cuando se trata de su novio, el artista Thomas (Erik Sæther), cualquier afecto que pudieran haber compartido se ha convertido en una rutina subyacente que se ha convertido en una competencia para ver quién puede reducir al otro con la mayor crueldad posible.

Cuando Thomas anuncia con orgullo su primera exposición en una prestigiosa galería, Signe rápidamente les señala a sus amigos que técnicamente se trata de una filial temporal que se inaugurará durante el verano, además que es un espacio pequeño para ser una galería. Con ese ejemplo comprendemos muy bien los caminos y disparos que se van a ir haciendo estos dos personajes. Entonces para complicar las cosas ella sola y lograr por fin toda la atención que ella quiere sin importar el precio, Signe hace lo que haría cualquier persona “racional y de mentalidad correcta” pide un lote de drogas rusas ilegales con la esperanza de desencadenar el efecto secundario de una enfermedad que atraca misteriosamente la piel, una que deja muy visible cicatrices profundas, algo parecido a las drogas come carne. 

Después de tomar las pastillas como si fueran caramelos, la piel de Signe comienza a desarrollar un sarpullido espantoso. Ella finge no darse cuenta, esperando que Thomas reconozca las lesiones que están comenzando a aparecer, pero cuando lo hace, su consejo preocupado, pero tranquilo de que debería ir a ver a un médico no es suficiente. Signe deja que las cosas empeoren hasta el punto de ser hospitalizada y solo entonces comienza a obtener la profunda simpatía que desea. Thomas rompe a llorar, sus amigas la apoyan y Signe toma nota de quién viene y quién no viene a verla. Para Signe, el juego apenas comienza. De manera astuta y calculadora, aprovecha su dolencia cada vez más grotesca para obtener el perfil mediático que quiere, esto lo logra cuando llega a obtener un contrato con una agencia de modelos inclusiva, misma que le ayudará a tener el poder y la fama.

Kristine Kujath, crea una actuación bastante interesante y complicada, no solo por las capas de prótesis que tiene que usar, sino porque requiere mantener al espectador en equilibrio entre comprender y disgustarse por el tipo de persona que retrata, una que es una mujer mentirosa, manipuladora e insegura, todo un reto para la actriz, que hace que se sienta muy fácil de mantener, ya que es impresionante lo lejos que Signe está dispuesta a llegar por obtener la mayor atención posible. 

El guion es lo bastante hábil e inteligente a la de ofrecer esa mirada mordaz al intrigante victimismo de Signe, especialmente en la forma en que convierte casi todas las situaciones para ponerse a sí misma y a la enfermedad en el foco central, haciendo que sea un deporte para ella; eso sí, Borgli es muy conscientes de que su personaje Signe ha fabricado su propio sufrimiento. Y aunque Borgli no la deja libre, también juega limpio con ella. Thomas está lejos de ser un santo, y se podría argumentar que su insensible egoísmo es el detonante que marca el camino que sigue Signe.

Enferma de mí es una crítica a las dinámicas de una relación antagónica y enfermiza que si se mantiene las cosas se pueden pudrir y salir de control.

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