Evil Does Not Exist | Review

Lo nuevo de Ryûsuke Hamaguchi es un drama complejo, pausado y misterioso, una historia ecológica íntima sobre las fuerzas de la naturaleza que inevitablemente chocan con la codicia corporativa. 
CRFIC 2024 | Evil Does Not Exist(2023)
Puntuación: ★★★★½
Dirección: Ryûsuke Hamaguchi
Reparto: Hitoshi Omika, Ryo Nishikawa, Ryuji Kosaka y Ayaka Shibutani 

El maestro Ryusuke Hamaguchi, regresa a la pantalla grande con Evil Does Not Exist, una obra que nace de la idea de la maestra Eiko Ishibashi, colaboradora musical del cineasta en Drive My Car, cuyas imágenes era para un concierto, pero el resultado terminó generando lo que vemos en pantalla; una fábula ecológica ambientada en una zona rural de Japón, a un par de horas en coche desde Tokio. Aparentemente centrado en la oposición de los lugareños a un sitio de ‘glamping’ en el bosque, se convierte en una reflexión matizada sobre nuestra relación destructiva y necesitada con el mundo natural, cuyo acto final audazmente abrupto, te deja con una sensación emocional confusa. 

Evil Does Not Exist comienza con un largo plano de seguimiento a través de un bosque, acompañado por la melancólica banda sonora de Ishibashi que oscila entre lo analógico y lo electrónico. Pronto, en tiempo real, vemos a Takumi (Hitoshi Omika) cortando troncos con una motosierra afuera de su casa en el bosque, luego partiendo expertamente con un hacha antes de cargarlos en una carretilla y apilarlos. Es una escena que tiene una repetición divertida más adelante, una que nos hace reinterpretar la secuencia anterior. Al igual que los dos empleados de la agencia de talentos con sus costumbres urbanas que visitan a Takumi mientras esté recoge su cuota diaria de leña, a nosotros, la audiencia, se nos enseña a esperar. 

Takumi es un hombre de pocas palabras, pero que tiene un profundo conocimiento del mundo natural. Vive con su hija Hana de ocho años en las afueras del pueblo. En un momento lo vemos con un amigo que dirige un restaurante de fideos llenando unos bidones con agua fresca de un manantial. Más tarde, mientras él y Hana caminan a casa a través del bosque cubierto de nieve después de la escuela, él le pregunta sobre los nombres de los árboles. Encuentran una pluma de faisán, y ven el cadáver de un ciervo baleado. Los disparos de los cazadores que escuchamos a lo lejos no son la única amenaza para este idilio selvático; uno más inmediato es el glamping que una agencia de talentos de Tokio quiere crear en el bosque.

Luego lo que sigue es una larga escena donde los lugareños tienen una reunión con los de la agencia, donde se nos revela que la agencia de talentos se quiere meter al negocio del glamping debido a unos lucrativos subsidios pospandémicos. Los dos desafortunados empleados de la agencia enviados desde Tokio para reunirse con los aldeanos, el cuarentón Takahasi (Ryuji Kosaka) y su joven colega Mayuzumi (Ayaka Shibutani), han sido enviados para actuar como sacos de boxeo para los locales frustrados que han sido excluidos de la decisión. La pareja no puede ofrecer nada más que admitir a regañadientes que, sí, cuando el lugar esté lleno, contaminar el suministro de agua local y, sí, que la falta de provisión para un vigilante nocturno constituye un riesgo de incendio.

Solo hay que dejar en claro, este filme no es la típica historia de nosotros contra ellos, de una comunidad rural que se rebela contra los saqueadores ambientales de la gran ciudad. Es una película de Hamaguchi, por ende el filme camina hacia una reflexión humanista, una casi silenciosa que carga una ironía reflexiva, pero que tiene unos toques de humor suave, especialmente todo lo que tiene que ver con los dos agentes de la empresa de talento. 

El título es más que curioso, ya que cualquiera que no sepa quién es su director se puede confundir. Aunque el título también puede insinuar una visión relativista del mundo en la que no hay malos reales, cosa que se puede malinterpretar. La película aborda temas como el exceso de turismo, el calentamiento global con sus consiguientes guerras por el agua y sus devastadores incendios, la propiedad del campo y el impacto de la moda actual de retiros forestales restauradores entre los estresados ​​habitantes de las ciudades.

Sin dudas lo más impactante es su acto final, uno que se construye con una repentina aparición de tensión onírica en un final inquietante, abrupto, pero responde a todas las metáforas planteadas, unas que están bajo una aparente plácida superficie.

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