Exterminio: La Evolución reinventa el universo postapocalíptico creado pir Danny Boyle desde una mirada generacional y contemplativa, explorando la madurez forzada de un niño en un mundo dominado por la rutina del desastre.
Exterminio: La Evolución (2025)
Puntuación:★★★★
Dirección: Danny Boyle
Reparto: Jodie Comer, Aaron Taylor-Johnson, Alfie Williams, Ralph Fiennes y Jack O’Connell
Estreno en cines
En Exterminio: La Evolución, Danny Boyle regresa a las raíces de su universo infeccioso, pero no para replicar el frenesí digital de 28 Days Later, sino para reinventarlo desde una distancia temporal, emocional y generacional. La tercera entrega de esta franquicia mutante abandona el pánico inmediato de sus predecesoras para sumergirse en una distopía asentada, donde la supervivencia ya no es reacción, sino rutina. Con guion de Alex Garland, esta nueva propuesta no solo amplía el mito del virus de la ira, sino que reconfigura sus coordenadas temáticas con un lente más contemplativo, cargado de simbolismo, evolución estética y crítica cultural.
La película transcurre casi treinta años después de la filtración inicial del virus. Gran Bretaña ha sido aislada del mundo, una herida abierta y contenida por patrullas marítimas que refuerzan la cuarentena absoluta. Lejos del frenesí urbano de Londres en 2002, el nuevo escenario se traslada a Holy Island, una comunidad insular que funciona como cápsula de civilización bucólica y regresiva. Aquí, el diseño de producción evoca un feudalismo postindustrial: autosuficiencia agrícola, economía de trueque y tecnología mínima, como si el fin del mundo hubiera devuelto a la humanidad a una Arcadia primitiva.
Boyle y Garland construyen una narrativa iniciática a través de los ojos de Spike, un niño de 12 años cuya experiencia vital se ha limitado a este microcosmos protegido. Su mirada es la puerta de entrada a un mundo exterior mitificado y, pronto, desmitificado. Cuando cruza la calzada —literal y metafóricamente— hacia tierra firme con su padre, se abre un nuevo horizonte de violencia, memoria y mutación. La fotografía de Anthony Dod Mantle alterna entre el lirismo de los paisajes naturales en formato 2.76:1 y la crudeza hiperrealista de las secuencias de acción filmadas con iPhones, acopladas incluso a los cuerpos de los infectados. Esta dualidad técnica no es gratuita: subraya el contraste entre la fantasía pastoral de la isla y la visceralidad del caos viral.
La evolución de los infectados —divididos en generaciones, desde los originales hasta los colosales “Alfas”— refleja una mutación simbólica de los miedos contemporáneos: ya no se trata solo de sobrevivir al brote, sino de enfrentar nuevas formas de monstruosidad, más elaboradas, más corporativas, más deshumanizadas. En este contexto, el personaje de Spike emerge como un nuevo tipo de protagonista: un niño que no lucha por recuperar el mundo perdido, sino por entender un mundo que nunca conoció como estable. Su viaje es tan físico como moral, y encuentra su punto de quiebre cuando arrastra a su madre enferma fuera del refugio, desafiando los mandatos patriarcales y la estructura cerrada de la comunidad.
