La mujer del camarote 10 | Review

La mujer del camarote 10 es un thriller visualmente atractivo pero narrativamente débil. Simon Stone construye una atmósfera elegante que nunca llega a sostener la tensión ni el misterio prometido.
La mujer del camarote 10 (2025)
Puntuación: ★★
Dirección: Simon Stone
Reparto: Keira Knightley, Guy Pearce, Hannah Waddingham, David Ajala, Art Malik, Gugu Mbatha-Raw y Kaya Scodelario
Disponible en Netflix

El nuevo proyecto de Simon Stone, intenta llevar al espectador por las aguas del thriller psicológico con una historia de intriga, paranoia y apariencias. A bordo de un yate de lujo, una periodista cree haber presenciado un crimen que nadie más reconoce, pero lo que podría haber sido un estudio intenso sobre la percepción y la verdad termina convirtiéndose en un relato confuso y lleno de lugares comunes. La película promete tensión y elegancia, pero termina navegando sin rumbo, atrapada entre la seriedad de su tono y la falta de un verdadero pulso narrativo.

Basada en la novela de Ruth Ware, la cinta sigue la tradición del whodunit con una protagonista femenina que lucha por ser creída, un entorno cerrado y una galería de personajes sospechosos. Sin embargo, la adaptación carece de la precisión y el ritmo que ese tipo de historias exige. Stone parece fascinado por el entorno —los fiordos, el lujo, la sofisticación—, pero no logra que ese decorado se convierta en un espacio de tensión o amenaza. El misterio central, en lugar de crecer, se diluye entre giros forzados y decisiones narrativas que parecen diseñadas más para impresionar que para inquietar.

Keira Knightley es el alma de la película. Su interpretación combina vulnerabilidad y terquedad, y logra que el espectador empatice con su creciente desesperación. Pero el guion no le da margen para construir un arco emocional coherente: su personaje se mueve en círculos, prisionero de la incredulidad ajena y de un relato que repite sus propios conflictos. Los demás actores —Guy Pearce, Hannah Waddingham, Gugu Mbatha-Raw, Kaya Scodelario— apenas encuentran espacio para destacar, limitados a roles planos y secundarios que poco aportan poco o nada a la trama.

El mayor problema de La mujer del camarote 10 radica en su tono errático. La película pretende ser sofisticada y psicológica, pero su desarrollo roza lo melodramático. Las escenas que deberían evocar angustia o incertidumbre terminan siendo mecánicas, y la atmósfera, en lugar de inquietar, se siente impostada. Simon Stone demuestra talento visual —los encuadres y la fotografía son impecables—, pero su dirección carece de la tensión y la claridad que un thriller necesita para mantenernos en vilo.

En definitiva, La mujer del camarote 10 es una película con más brillo superficial que profundidad real. Lo que comienza como una promesa de suspenso elegante se desvanece entre clichés, personajes mal definidos y un misterio que nunca llega a inquietar del todo. Es un intento de lujo que naufraga por exceso de artificio, recordándonos que el verdadero suspense no depende del escenario ni del presupuesto, sino de la convicción con que se cuenta una historia.

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