Nadie 2 apuesta por un tono más desenfadado y absurdo que su predecesora, dejando atrás el dramatismo para abrazar la farsa y el humor negro.
Nadie 2 (2025)
Puntuación:★★★½
Dirección: Timo Tjahjanto
Reparto: Bob Odenkirk, Connie Nielsen, Gage Munroe, Paisley Cadorath y Sharon Stone
Disponible en cines
Regresamos a la vida de Hutch Mansell (Bob Odenkirk), quien debe seguir trabajando como asesino después del desastre en la película anterior. Pero eso comienza a causar nuevos estragos en su familia y matrimonio. Por eso, decide llevar a su familia de vacaciones a Plummerville, donde pasó los mejores veranos de su infancia. Sin saberlo, los problemas volverán a surgir con un nuevo enemigo, y Hutch deberá proteger a los suyos de la amenaza.
Dirigida por Timo Tjahjanto, esta secuela resulta más alocada y divertida, abrazando el absurdo y la comedia negra, con secuencias de acción espectaculares y sumamente exageradas.
La primera Nobody daba un giro al concepto del asesino legendario retirado, convirtiéndolo en un hombre mayor con una familia en crisis matrimonial y atrapado en la monotonía cotidiana que le provoca una crisis de edad. Mezclado con el patetismo constante en el que lo situaban, el personaje terminaba estallando (como en Falling Down), lo que lo hacía recaer en la vida que había dejado atrás. Aquella primera parte era un poco más seria en ese aspecto, con el melodrama y la exploración superficial de la masculinidad, o mejor dicho, la emasculación del protagonista, y cómo decidía reaccionar ante las situaciones con violencia.
Aquí eso se abandona. El lado serio de la primera, con su tono solemne, es reemplazado por la farsa y el humor negro que ya se insinuaban en pequeños momentos de la anterior. Esto no significa que la película no se tome en serio o se vuelva una parodia, sino que no intenta replicar el tono “cool” de antihéroes como John Wick o Lorraine de Atomic Blonde, sino que abraza la imagen de un hombre desaliñado y común, un padre de familia.

Los personajes están más comprometidos con esta farsa, teniendo mucha más relevancia, como Becca (Connie Nielsen), acompañada de la dupla cómica formada por Christopher Lloyd y RZA. Sin embargo, es Sharon Stone quien se roba toda la atención, interpretando una caricatura de asesina psicótica y jefa de la mafia, tan ridícula como sanguinaria. En contraste, el personaje de Colin Hanks se vuelve irrelevante, quedando como un matón más. Bob Odenkirk, por su parte, sigue mostrando el corazón de la historia como ese padre de familia que no quiere perder a los suyos, pero que lucha contra sus instintos asesinos. Su conflicto interno entre el deber y lo mejor para su familia se combina con un gran timing tanto para la comedia verbal como para la física.
Aunque recicla algunos chistes de la primera, el director Timo Tjahjanto logra darle un nuevo giro a la estética y la acción. Su puesta en escena es más colorida y estridente, con un diseño de producción que juega con los elementos infantiles de los parques de atracciones y el ambiente vacacional. La puesta en cámara apuesta por el uso de cámara en mano para dar dinamismo a la acción, además de transiciones creativas en el montaje. Las secuencias de acción mantienen el nivel de gore, mezclando coreografías de pelea con tiroteos, lo que genera momentos tan ridículos como brutales. El humor negro se maneja de forma que no arruina la emoción, pero tampoco se toma tan en serio, consciente de lo demencial de lo que se muestra en pantalla.
Por otro lado, si preferías el tono solemne con tintes de humor esporádico de la primera, probablemente esta secuela no sea de tu agrado. Aquí se apuesta por la caricaturización de los personajes, la simplificación de las tramas y hasta diálogos más cursis, en especial en la relación entre Becca y Hutch (que incluso genera un pequeño plot hole respecto a la primera película). Además, la resolución de conflictos fuera de pantalla la vuelve más simple y predecible hacia el final.
La primera cinta seguía un tono similar a John Wick, aunque con otro origen. En cambio, esta secuela toma una personalidad propia con humor negro y chistes de “papá” que la hacen entrañable, a la vez que ofrece una acción más visceral, con una puesta en cámara ingeniosa y entretenida. Aunque replica algunos momentos de la anterior, aquí son más grandes y memorables. Los personajes, por su parte, destacan tanto en lo sentimental como en lo violento. El resultado es una película ligera, entretenida y sin mayores pretensiones, que entrega hora y media de sana diversión violenta entre un padre de familia y una mafia que se cruzan por accidente en unas vacaciones de verano.