No lo abras | Review

La cinta de Bishal Dutta es una propuesta interesante sobre la exploración de la cultura indu llevados al folklore espiritual donde un ente maligno acecha a una familia, pese a su propuesta la cinta termina cayendo en varios territorios comunes y clichés.
No lo abras (2023)
Puntuación: ★★½
Dirección: Bishal Dutta
Reparto:  Betty Gabriel, Bishal Dutta, Megan Suri, Mohana Krishnan y Neeru Bajwa
Estreno en cines

No lo abras es una cinta que camina entre una propuesta atractiva, y entre varios lugares comunes vistos en muchas películas de terror, por lo que la cinta Bishal Dutta termina siendo un remolino de cosas viejas y nuevas en un intento de frescura y destellos de intriga que oscilan entre una maldición tonta y una película de monstruos aún más tonta.

La cinta está centrada en una adolescente indu-americana, lo que le da cierta distinción a la propuesta de Dutta, que intenta entrelazar temas de asimilación e identidad a través de una procesión predecible de sobresaltos en su mayoría ineficaces y escenas ligeramente efectivas; la película funciona mejor cuando se concentra en el folklore en lugar de impactar. 

Megan Suri interpreta a Samidha, o Sam, como prefiere que la llamen, una chica que intenta encajar en una escuela secundaria predominantemente blanca a pesar de que su madre intenta con entusiasmo mantener las tradiciones como parte integral de su vida. Esa búsqueda de integración la ha llevado a distanciarse de su otra amiga india americana, Tamira; siendo este punto la columna vertebral del filme, ya que la trama viajará en explorar esa interesante fractura para ascender socialmente.

La cinta inicia mostrándonos el comportamiento extraño de Tamira, uno que inquieta y molesta a Sam, mientras merodea descuidada por los pasillos de la escuela, hasta que en un momento se acerca a Sam para decirle que algo siniestro la está acechando. Pero cuando desaparece, queda claro que tenía razón, y una maldición empieza acosar a Sam, una que tiene que ver con cierta herencia.

Dicha maldición es un espíritu demoníaco llamado Pishach, que aparece en la mitología hindú, pero que en última instancia es una variación de algo que ha aparecido en multitud de películas de terror antes. Se adhiere a la oscuridad, se alimenta tanto de carne como del miedo y por eso atormenta en las pesadillas de los infectados. Cuando la criatura se limita principalmente al diseño sonoro, por poco originales que sean los ruidos, es un espectro bastante inquietante. Pero como suele ser el caso, cuanto más vemos, menos queremos y cuando tenemos la imagen completa, se parece a cualquier otro ente que hemos visto en el cine. 

Un gran, pero de la cinta es que restricción de edad que en este caso es PG-13, la película queda neutralizada desde el principio porque nunca termina de explorar la naturaleza del ente como debería ser, aunque hay que decir que la atmósfera elegante y amenazante de Dutta y el uso eficiente de la oscuridad compensan la propuesta. Su guion puede fallar a veces, pero es en los momentos más específicos cuando emerge algún personaje, preguntas difíciles y sin respuesta sobre la culpa de los inmigrantes y la reinvención cultural que agregan una textura bastante necesaria a la trama de terror más rutinaria.

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