El filme de Austin Bragg y Meredith Bragg con Mike Faist, es una conmovedora historia sobre Roger Sharpe, un joven que logró anular la prohibición de 35 años de la ciudad de Nueva York sobre el uso de las máquinas de pinball.
Pinball: El hombre que salvó el juego (2022)
Puntuación: ★★★
Dirección: Austin Bragg y Meredith Bragg
Reparto: Mike Faist, Crystal Reed, Dennis Boutsikaris, Kenneth Tigar, Mike Doyle y Dennis Boutsikaris
Disponible: Apple TV
Pinball: El hombre que salvó el juego, es la típica historia biopic sobre un evento que ocurrió en la historia y como de costumbre en los Estados Unidos; lo interesante que hace el filme se sienta un poco fresca e interesante, es que la trama juega con la idea de ir intercalando que es un falso documental, por lo cual casi siempre veremos la figura del actor Dennis Boutsikaris haciendo de Roger Sharpe adulto, hablando hacia cámara o preguntando a los directores como continuar la historia.
Desde el inicio notamos ese tono que quiere plantear la cinta, incluso vemos como Sharpe (Boutsikaris) se burla del comentario del director de que anular la prohibición de décadas de las máquinas de pinball en la ciudad de Nueva York fue su “legado”. Lo que hizo en 1976, dice, fue “una nota al pie” en el mejor de los casos. Él no está equivocado. Ambas afirmaciones pueden ser verdaderas, depende como se mire.
Los Bragg saben muy bien lo que quieren contar y cómo hacer, ellos están contando una historia de “nota a pie de página”, un trozo de historia casi olvidada, extraña e incluso algo ridícula. La película no carga a las máquinas de pinball con más significado del que pueden soportar como el simple hecho que son un juego de máquinas, no hay nada más en ellas. Pinball: El hombre que salvó el juego es estrictamente una película de apuestas bajas, con encanto y bastante entretenida.
La cinta inicia marcando ese estilo de falso documental, donde el viejo Roger narra su propia historia, apareciendo en los flashbacks junto a su yo más joven e incluso interrumpiendo escenas para corregir la “interpretación” del director. Hay momentos en los que el “director” interrumpe la narración de Roger, particularmente cuando este relata haberse enamorado de Ellen (Crystal Reed). El director se pregunta si Roger no se está distrayendo del tema principal, pero esos cortes tan abruptos hacen que la intensidad de dichas escenas terminan no funcionando como debería, puede que esa sea la intención de la película, pero deja una sensación de pérdida de emoción.
La versión joven de Roger corre a cargo de Mike Faist (lo mejor de la cinta) que carga en todo momento un bigote erizado tan grande y super falso que distrae en todo momento. Este descubre las alegrías del pinball mientras estudia en la Universidad de Wisconsin, al mismo tiempo se casa, se divorcia, y es despedido, situación que lo lleva a mudarse a Nueva York con el sueño de ser escritor, y es así como consigue un trabajo en una nueva revista para hombres llamada Gentlemen’s Quarterly, actualmente conocida como GQ.
Al azar, descubre una máquina de pinball en el vestíbulo de un cine para adultos, mientras está jugando se entera de que el pinball, cuya actividad que practicaba sin vergüenza en Wisconsin, es ilegal en la ciudad de Nueva York debido a una extraña y aparentemente personal situación que tiene el alcalde de la ciudad contra dichas máquinas; ya que según el político, el Pinball era considerado un juego dirigido por la mafia y de azar, pero lo peor de todo, es que aseguraba que dicho juego corrompía a los niños.
Realmente todos esos detalles, el filme no los va a profundizar como tal, y simplemente los irá mostrando como fragmentos, en un momento veremos a la policía de Nueva York haciendo “redadas”, destrozando máquinas de pinball en las calles, titulares de periódicos y LaGuardia (el alcalde) dando conferencias de prensa. Para luego ver como Roger decide escribir un artículo sobre ello en GQ, que luego amplía en un libro que decidí escribir. Rastrea a los fabricantes originales para entrevistarlos, básicamente reuniendo evidencia para el eventual enfrentamiento en 1976.
Junto a toda esa trama sobre el pinball, está el romance con Ellen, una madre soltera, que trabaja como secretaria, pinta por la noche, es cautelosa sobre dejar que los hombres entren en su vida, ya que ella quiere casarse, y darle un padre a su hijo de 11 años, Roger lo entiende; y los tres se convierten en una pequeña familia improvisada.
La química entre Faist y Reed es creíble, haciendo que se sienta una variedad cotidiana entre ellos: se hacen reír, intentan ser considerados y cada uno invierte en el potencial de la otra persona. Se equivocan de vez en cuando y tratan de hacerlo mejor. Es agradable ver un romance muy humano, sin tanto artificio como se ve en muchos casos. Gran trabajo por parte de los actores, ya que lograr ese nivel no debe ser fácil.
Con este filme, Faist deja muy en claro que su destacado trabajo en West Side Story de Steven Spielberg como Riff, como el líder de Jet, no fue algo de solo un momento, ya que aquí logra sacar brillo, encanto y carisma a una historia que cae en muchos momentos clichés. “Pinball” le da a Faist la oportunidad de ser el centro de una película, y saca partida más que notable.