Daniel Craig se mete en la piel del expatriado estadounidense William Lee, quien vive indolentemente en la Ciudad de México en la adaptación de Luca Guadagnino de la novela autobiográfica de William Burroughs, Queer.
Queer (2024)
Puntuación: ★★★½
Dirección: Luca Guadagnino
Reparto: Daniel Craig, Drew Starkey, Lesley Manville, Jason Schwartzman, Henrique Zaga y Omar Apollo
Estreno en cines
Que Luca Guadagnino se haya atrevido a adaptar el libro de Burroughs ya era todo un reto. Y, como todo reto, la tarea no era fácil. El resultado es un Guadagnino que toma el material y hace una adaptación extraña, que no es mala, pero sí un tanto rara. Puede que los tiempos hayan cambiado, y muchos de los eventos que ocurren en las páginas del libro ahora serían tildados de controversiales, y eso se entiende. Al final, cuando terminas de ver la propuesta del cineasta, captas ciertos puntos necesarios, ya que cuando se escribió Queer (e incluso cuando se publicó, 35 años después, todavía sin terminar), el mundo tenía otra mirada. Sin embargo, nada de eso le quita el hecho de que esta adaptación se sienta extraña.
Guadagnino deja muy claro que llevar este material al cine es toda una provocación llena de intenciones, especialmente al suavizar las características más desagradables de los dos protagonistas. Además, la rareza se extiende en todas las direcciones: la elección de Luca Guadagnino de adaptar el material en primer lugar; la decisión de filmar la mayor parte en un estudio de sonido y en un set en los estudios Cinecittà de Roma, sin ocultar realmente ese aspecto. Es evidente que el cineasta quería jugar con la historia, lo que queda aún más claro al tener como protagonista a Daniel Craig, un actor más conocido mundialmente por ser James Bond, un personaje totalmente opuesto al Lee de Queer.
La novela Queer inicia con una introducción de Oliver Harris, quien relata la odisea de cómo Burroughs escribió Queer, novela que comenzó a escribir después de haber asesinado a su pareja Joan Vollmer una noche mientras jugaban a la ruleta rusa. Queer es una especie de secuela de Junkie, la primera novela de Burroughs, un libro que lo consagró como un éxito de la generación beat. Escrita entre 1951 y 1953, se centra en su alter ego, un borrachín envejecido llamado William Lee, que recorre los bares gays de expatriados en Ciudad de México en busca de sexo y compañía, pero sobre todo de olvido, que también persigue inyectándose heroína. Una noche, mientras deambula por las calles, se topa con Eugene Allerton (Drew Starkey), un hombre sereno y tranquilo que puede ser homosexual o no (como el propio Burroughs, aunque no parece haber ninguna duda sobre las preferencias sexuales de Lee). Estos entablan una especie de relación, pero Allerton la mantiene muy tranquila y algo al límite, lo que provoca que el desgarbado Lee se obsesione cada vez más.
Guadagnino es un maestro del arte de la seducción y del planteamiento de los personajes. Por eso, lo mejor de Queer es la construcción del estira y afloja de la relación entre Lee y Allerton, interpretada maravillosamente por ambos actores: el sudoroso Craig, quien contrasta con la impredecible indiferencia de Starkey. Cabe mencionar que Guadagnino hace algunos cambios a los personajes respecto al libro, suavizando ciertos comportamientos. Aunque esta visión pueda parecer rara, funciona correctamente. Lo mismo ocurre con el personaje de Jason Schwartzman, quien interpreta al inútil amigo de Lee, Joe, con calidez y humor. Queer realmente funciona genialmente en medio del artificio, con Lee dando tumbos como un personaje desagradablemente simpático. Esta primera mitad de la película exhibe el tipo de audacia que ha hecho de Guadagnino el éxito que es. Sin embargo, es una película de dos mitades.
Lee, como el propio Burroughs, está obsesionado con la idea de encontrar la droga psicodélica “yagé”, también conocida como ayahuasca. Decide emprender una expedición a América del Sur para lograrlo y hace un complicado acuerdo con Allerton para que lo acompañe (parte pagada, sexo restringido a ciertos días). Sin embargo, pronto Allerton llega a saber de primera mano cuán adicto es Lee a las drogas. En este viaje ambos conocen a Lesley Manville, en plena locura como la científica Dra. Cotter, que experimenta con la droga ella misma y acepta administrársela a la extraña pareja que ha aparecido repentinamente en su escondite en la jungla. Cabe mencionar que en este punto es donde el cineasta hace algunos cambios con respecto al material original. Sin embargo, como punto a favor, Queer es una adaptación de un libro inacabado, que concluye de una manera que puede ser o no apropiada para el material original.
En el aspecto visual, la cinta sobresale. J.W. Anderson se encarga del vestuario, por lo que no sorprende ver al prolífico y talentoso diseñador irlandés divertirse con la iconografía del hombre con sombrero de Burroughs y el traje de lino de expatriado en el trópico. Como director de fotografía, Sayombhu Mukdeeprom trabaja con algunas restricciones artificiales para crear algo inesperadamente evocador, sobre todo en la primera mitad. Lo mismo ocurre con el diseño de producción, que por momentos está muy bien trabajado; en otros, es muy evidente el uso de maquetas, especialmente en las escenas de la jungla.
Daniel Craig es, sin duda, lo mejor del filme. Cumple brillantemente como Lee, un hombre obsesivo, alcohólico y solitario que vive perdido en su propio espacio. Craig se entrega de manera total y dota a este Lee de toda la forma extraña que le construyó Burroughs en sus páginas. Con su mirada, Craig transmite el dolor y la tristeza de un hombre perdido que solo busca afecto. Su interpretación realmente es divertida, abierta y potente; tal vez la única desventaja sea que eclipsa a Starkey, ya que este último todavía no tiene la fuerza dominante en pantalla que transmite Craig, lo que a veces hace parecer que Allerton no es digno de él. Craig es extrañamente magnífico.
En definitiva, Queer es una obra que, aunque no está exenta de riesgos y elecciones controvertidas, se siente como un experimento audaz por parte de Guadagnino. El director logra capturar la esencia del mundo de Burroughs mientras le da un giro propio, manteniendo un equilibrio entre fidelidad y reinterpretación. Puede que no sea una película para todos, pero su ambición, sus actuaciones y su capacidad de provocar discusión la convierten en una experiencia cinematográfica única.