Michelle Williams se vuelve a reunir con la directora Kelly Reichardt para interpretar a una escultora, en una comedia irónica donde una paloma será un detonante en su día a día.
Showing Up (2022)
Puntuación: ★★★★
Dirección: Kelly Reichardt
Reparto: Michelle Williams, Hong Chau, Maryann Plunkett, John Magaro, André Benjamin y Judd Hirsch
Disponible: VOD Google Play
Los planos contemplativos cargados de sutileza adornados con una fotografía de colores suaves son elementos claves en la filmografía de Kelly Reichardt, detalles que nuevamente están presentes en su nuevo trabajo al igual que su fiel amiga y colaboradora Michelle Williams, que interpreta a una artista y escultura de Portland, Oregón, profundamente descontenta que está al borde de un importante nuevo espectáculo, pero su vida personal está plagada de problemas que parece no poder librarse de dicho malestar.
Como siempre, es bueno indicar que el cine de Reichardt no utiliza la típica narrativa de “hagamos un espectáculo”; en cambio, la directora se enfoca siempre en examinar las luchas internas de sus personajes, y en Showing Up hace lo mismo, incluso las utiliza desde los acontecimientos diarios de Lizzy, cuyas molestias frecuentes le dificultan concentrarse en su trabajo. El principal dicho irritantes es Jo (Hong Chau), un artista compañera es que más exitosa que le ha alquilado un apartamento, que además de ser una propietaria nada atenta, no se preocupa que su inquilina no tenga agua caliente, lo que a Lizzy le impide ducharse durante unos días.
Para cualquier persona que no conozca el cine de Reichardt, podría suponer que Showing Up sería una sátira del mundo del arte o un retrato de una escultora que persigue a su musa; pues bien, esos son elementos del guion de Reichardt, la película deja esos temas de manera superficial y se centra en la intimidad de Lizzy y las personas que habitan en su órbita, especialmente su familia de artistas, que incluye a su engreído padre Bill (Judd Hirsch, todo un roba escenas), a su paranoico y problemático hermano Sean (John Magaro).
Este es el cuarto trabajo de Williams con Reichardt, que a menudo representa a personajes que se sienten alienados de su entorno, reprimiendo las cosas en lugar de expresarse. Lizzy podría ser la versión más extrema de este tipo, la nominada al Oscar, construye a una persona poco dinámica, retraída que absorbe las molestias cotidianas que le suceden, ya sea que Jo ignore sus pedidos de arreglar el calentador de agua o el trato de Eric (André Benjamin), un profesor engreído en la escuela de arte a la que asistió Lizzy y donde ahora trabaja como administradora.
Chau es excelente a la hora de navegar en la relación pasivo-agresiva deliberadamente de su personaje con Lizzy. Donde Williams interpreta a Lizzy como una permanentemente amargada, Chau le da a Jo un encanto alegre, convirtiendo a las dos artistas en dos personas totalmente contrastes, pero que de alguna manera funcionan juntas. Reichardt sabe muy bien que ese detalle es lo más importante del filme, que para ilustrar este aspecto lo refleja a través de una paloma herida que Jo rescata, pero, por alguna razón, Lizzy se hace responsable, ya que el animal es herido por su gato.
La cinta carga una atmósfera melancólica a medida que profundizamos en las interacciones complicadas, a menudo tensas, de Lizzy con sus amigos y familiares.
El trabajo de Williams es simplemente impresionantemente, es controlada, no hay gritos, ni escenas despampanantes, todo el trabajo de la actriz es sutil, además de poner el ceño fruncido que sugiere que Lizzy se ha acostumbrado a no salirse con la suya y está aprendiendo a regañadientes a vivir con eso. Lizzy se toma en muy en serio su arte, pero el guion en ningún momento busca llevar al espectador al camino gratuito y de ilusiones sobre si ella podrá salir de sus miserias y brillar, simplemente la deja como un ser humano que va aprendido de sus errores, dolores o sueños.