Los nuevos episodios de la aclamada serie se alejan casi por completo de la figura de la reina para colocar a Diana como la absoluta protagonista de está primera parte, mientras culpan a Mohamed Al-Fayed por los sucesos ocurridos y siguen siendo indulgente con la casa real.
Tenemos la primera parte de la sexta temporada de The Crown, o mejor dicho ‘Diana‘, como se ha convertido ahora, ya que la serie desde la quinta temporada mostraba indicios de que se iban a alejar de la figura de la reina para centrarse en Diana y limpiar la imagen de Carlos, que estos episodios lo hacen con mucho más descaro.
La serie ahora con mucha rapidez y con ganas de terminar ya la serie, decide ir a por mil saltando años de donde nos quedamos en la quinta temporada, para concentrarse únicamente en las últimas semanas de la vida de Diana, que es lo que vemos los primeros 3 episodios, dejando el cuarto episodio para la muerte y el funeral, que sea dicho de paso es el peor episodio de toda las serie hasta el momento. Viendo esto, queda lejano cuando la serie se tomaba el tiempo para construir tensión, intrigas, travesuras reales, conversaciones entre personajes para discutir un tema o esos análisis minuciosos del protocolo palaciego, ya nada de eso vemos aquí.
La temporada 6, cuya primera mitad se estrena este jueves (y se espera que los últimos seis episodios lleguen el 14 de diciembre), comienza con el accidente que mató a la princesa Diana, filmado desde la distancia con el mayor buen gusto posible. Luego, las cosas retroceden a ocho semanas antes, dejando la nube oscura de septiembre de 1997 flotando sobre nosotros durante el resto de este arco. Diana (Elizabeth Debicki) es soltera y técnicamente una ciudadana privada, pero todavía es bombardeada sin cesar por los fotógrafos y lucha por encontrar un papel oficial fuera del palacio. Charles (Dominic West) está trabajando para garantizar que Camilla, ahora oficialmente su novia, sea bienvenida en el palacio, allanando el camino para que ella eventualmente se convierta en Reina (lo que es ahora).
La reina Isabel (Imelda Staunton sigue en modo de reparto) todavía sigue las viejas reglas, pero como casi todos sabemos, los finales de los 90 sacudieron a la familia real, llegando a tener uno de los momentos más difíciles y críticos de la casa real.
Cuanto más se acerca The Crown a nuestra era actual, más difícil resulta evitar hacer comparaciones con eventos que todavía parecen tan recientes para muchas personas. La cobertura de la serie de los años de Diana ha inspirado mucho discurso, así como una preocupación constante (posiblemente de mala fe) de que toda la producción sea una especie de lavado de imagen para la casa Windsor. No importa que Morgan siempre haya sido extremadamente comprensivo con la familia, a menudo cuando se podría argumentar que no estaba necesariamente justificado. El objetivo siempre ha sido humanizar una institución que ha sobrevivido haciéndose incognoscible para las masas que todavía son una figura relevante en la sociedad, y en esta recta final, ese lavado de imagen, especialmente en Carlos es mucho más evidente, descarada que nunca.
La Reina apenas está presente en la mayor parte de esta primera parte, mientras que el Príncipe Felipe es una nulidad que uno se pregunta si Jonathan Pryce tuvo el trabajo más fácil en la televisión al simplemente aparecer y ocasionalmente parecer irritado, y bueno que decir de Lesley Manville como la princesa Margarita, que esta vez ni siquiera tiene buenos diálogos, solo aparece como un adorno más del set.
Todo esto nos lleva al personaje más intrigante de la temporada, Mohamed Al-Fayed (Salim Daw), el empresario egipcio y anglófilo escalador social que nos lo muestras como el hombre avaricioso que busco la forma de reunir a su hijo Dodi (Khalid Abdalla) con Diana, y luego se aseguró de que el mundo viera el romance a través de fotografías pagadas a paparazzis. Daw puede masticar una buena cantidad de paisajes dorados como Al-Fayed, quien no tiene reparos en pedirle a su personal que confirme si su hijo está teniendo relaciones sexuales con una princesa. El contraste entre esta desvergüenza y el estoicismo de la realeza proporciona cierta fricción bienvenida, aunque parece curioso que su intromisión con la prensa tenga un tono mucho más siniestro que el de Carlos y su equipo.
Quizás inevitablemente, estos episodios están más relacionados con Diana y Charles, quienes buscan encontrar puntos en común como padres mientras recorrían sus propios caminos como figuras de intriga de la prensa.
Debicki hace un buen trabajo al transmitir la frustración apenas disimulada de una mujer que debe negociar con los fotógrafos groseros que siguen cada uno de sus movimientos, como cuando ofrece algunas poses sensuales a cambio de unas vacaciones tranquilas con sus hijos, pero estos hombres son los primeros en atacar con preguntas profundamente invasivas sobre su vida amorosa.
La narrativa periodística de la “princesa del partido” de esta época, el giro negativo a menudo pasado por alto de los periódicos en las semanas anteriores a su muerte, se contrasta con los apresurados intentos de Charles de lograr que los tabloides se unieran al Equipo Camilla, interpretada por Olivia Williams y su resistente peluca.
Lo mejor de la serie siempre revelaba el frío y duro trabajo de la realeza, especialmente en sus intersecciones con las celebridades. Charles se queja de que los buenos titulares de Diana eclipsan los de Camilla, mientras sale corriendo a involucrar a sus hijos en la batalla por la supremacía de los medios. Aquellos que no participan, como la incondicionalmente tradicional Reina, corren el riesgo de quedarse atrás. Este es el tema mejor establecido en toda la serie, aparte de las presiones del deber que chocan con la empatía humana básica, y para la temporada 6, Morgan tiene pocas cosas nuevas que agregar a esto. La Reina sigue siendo obediente, pero fría, Carlos todavía está impulsado por la ambición y Margarita sigue bebiendo y Diana es una mártir en espera de morir.